La dinámica del movimiento

por el 6 junio, 2015 • 22:32

Barça Champions (Reuters)

1.- Marchisio señala con el brazo izquierdo a Iniesta. Está avisando al chileno Vidal. Le está diciendo con ese gesto que ahí enfrente hay un movimiento continuo a vigilar estrechamente. Vidal lo percibe tarde e Iniesta se le escapa como el pez se te va de las manos dentro del río. Iniesta se desliza como patinando sobre hielo entre los angustiados brazos de Vidal, que los estira hasta el infinito intentando detener ese movimiento sin freno. Iniesta es el pez que se escapa de los dedos y entra en el área, emboca, finta… Cuando Marchisio señala con el brazo está advirtiendo, y solo han pasado tres minutos de la final, que por ahí se va a escapar la final…

2.- Ningún equipo ha logrado sumar dos tripletes salvo este, equipo histórico desde hace una década, legendario desde que consiguiera el primer triple en 2009, a los que sumó otros tres títulos en los meses siguientes para ser el único con seis de una tacada. Hoy da un paso más para redoblar la apuesta: el segundo triplete enmarca definitivamente al equipo de Messi y Xavi, de Iniesta y Busquets, de Valdés, Puyol, Alves, Piqué y  Pedro, de Rijkaard, Guardiola, Vilanova y Luis Enrique, de Henry, Eto’o, Ronaldinho, Suárez y Neymar, de Mascherano, Keita, Touré y Deco, de Márquez, Larsson, Giuly y Alba. De Abidal.

3.- El Barça ha podido aplastar a la Juve y también ha podido morir aplastado por la Juve. Es el reflejo de este equipo. Un equipo superlativo en ataque cuando hay espacios y dinamismo, cuando hay movimiento, pero un equipo frágil y blando cuando pretende defenderse, sea en transición u organizadamente. Un equipo abierto a todo: demoledor cuando se desboca, resquebrajado cuando defiende. Los tres primeros minutos de la final de Berlín simbolizan todo ello en los dos resbalones de Mascherano que generan el primer peligro italiano y la acción del 0-1 que advierte Marchisio antes de que ocurra. El Barça es capaz de resbalar y casi dispararse en el pie justo un instante antes de construir una jugada de dibujos animados que debió servir para cerrar una final, aunque no fue así, ni mucho menos.

4.- La acción del minuto 3, por supuesto, es otro alley oop de Messi, el enésimo del curso. Su clásico cambio de juego que tan bien interpretan los chicos de la banda izquierda. Esta vez, Alba de primeras para Neymar y este esperando un pequeño segundo a que llegue el patinador Iniesta. Lo intuye Marchisio, hace el gesto, se desliza Iniesta, acude tarde Vidal, remata Rakitic y vuela el Barça. Y lo cierto es que la Juve estaba empezando a cerrar bien los pasillos entre central y lateral, una especialidad de Allegri, que ya en su día la mostrara con eficacia en el Milan. Pero ante este Barça, cuando cierras un pasillo interior te abren una grieta por fuera. Y solo han pasado tres minutos.

5.- Mientras Vidal repartía estopa sin medida ni freno, Messi regalaba alley oops a los chicos del carril izquierdo. Tres en doce minutos, uno de ellos rebotado en la mano izquierda de Lichtsteiner antes de que Morata le echara la primera carrera a Mascherano y se la ganara. La Juve no tenía el balón y el Barça era tan dueño del Olympiastadion que la final parecía estar a un breve paso de concluir. No hubiera sido raro que al cuarto de hora los de Luis Enrique estuvieran venciendo por tres goles de ventaja, incluso cuatro, porque la Juve no salía de su campo.

6.- El capitán Buffon sostuvo a los turineses. Fuerte de manos, salvó y salvó y cuando no salvó él fueron Neymar o Alba o Suárez quienes malograron los cartuchos. El juego del Barça, aplastante, consistía en dos camareros sirviendo balones a Messi para que éste decidiera qué hacer en cada momento. Los camareros de gala eran Busquets e Iniesta, autores de un primer tiempo prodigioso en cuanto a inteligencia táctica, ubicación y precisión en el pase. Todo el Barça poseía tal superioridad técnica sobre los juventinos que parecía inevitable que los de Allegri se precipitaran velozmente por el abismo.

7.- Busquets e Iniesta eran los camareros de lujo que depositaban el balón en bandeja para Messi. A su lado, Alves y Rakitic asistían al monarca con brillantez y oportunismo, atentos a lo que precisara el rey, a veces un apoyo, otras una cobertura, siempre la presión alta, a menudo una acción que distrajera al rival. La Juve no solo se cerraba bien con su 4-4-2, Morata y Tévez caminando por el círculo central para no agotarse, sino que hacía el 2×1 instantáneo en las bandas en cuanto Neymar o Messi recibían el cuero. Era una buena Juve defendiendo, pero un Barça colosal atacando, en especial cuando la dinámica del movimiento continuo aportaba velocidad al balón y, sucesivamente, se abrían los espacios juventinos. De los 358 pases del Barça en el primer tiempo, más de cien tuvieron lugar en la proximidad del área de la Juve, lo que refleja dónde se jugaba la contienda.

8.- Al Barça le fallaban dos cosas. La salida de balón desde atrás, torpe y cansina, mordida por la buena presión de hasta cuatro turineses; y la transición defensiva, con Piqué y Mascherano regalando los espacios desde el primer instante que intuían peligro y el equipo defendiendo con un desorden impropio. Por fortuna para ter Stegen, la torpeza también se había adueñado de Pirlo, seco y con la espalda agujereada, y el enloquecimiento inicial de Vidal era freno más que estímulo para los italianos. Se jugaba, por lo tanto, a llevar el balón pronto a Messi para que el argentino optara por el alley oop o una conducción (apenas pudo regatear al trío Evra-Pogba-Bonucci), mientras la Juve poco a poco aprendía a sacar limpio y fácil el cuero y lanzaba buenas transiciones ante un Barça pasmado por su poco acierto rematador. El Barça parecía muy consciente de esa ineficacia que le lastraba: en vez de ir ganando por amplia ventaja se iba al descanso con ventaja mínima.

9.- Y no crean que cambió nada. En los primeros cinco minutos tras la reanudación se sucedieron los remates con aroma de gol. Dos veces Suárez y una Neymar los desperdiciaron, en uno de los casos tras otra excelente mano de Buffon. En este punto, Morata empató la final, como podía esperarse tras semejante superioridad desaprovechada. Un mal pase de Alves provocó la reacción en cadena, con robo de Lichtsteiner, taconazo de Marchisio, remate a la media vuelta de Tévez y remache de Morata tras despeje de Stegen. Si no conociéramos la dinámica perversa del fútbol habría resultado anonadante un desenlace como el vivido. Pero fue el desenlace habitual en situaciones semejantes.

10.- Y a continuación sucedió lo opuesto. Aturdido por el gol, el Barça pasó a ser dominado por la Juve. Pirlo se sintió más libre, Pogba desparramó su juego, un quintal de juego aplastante, e incluso Vidal olvidó los golpes y se puso a maniobrar. La Juve olió sangre y Tévez y Pogba encadenaron remates que desnudaban a un Barça que ya jugaba muy lejos de la portería rival. Se vio entonces que los recursos atacantes consistían en buscar a Messi para su predilecto alley oop, esperar las conducciones de Iniesta o tentar un contraataque. No había más y tampoco conseguía el Barça controlar las operaciones de tanto que se ha acostumbrado al descontrol. Pero tras un mutuo ippon de Alves y Pogba, Messi hizo de patinador, se infiltró por las líneas juventinas hurgando en su femoral y disparó la sentencia. Buffon rechazó, quizás no con el mayor de sus aciertos, y Suárez pintó la copa para el Barça.

11.- Tras un gol anulado a Neymar por desviar con la mano su cabezazo, entró Xavi a poner paz. No lo consiguió porque las condiciones lo impedían. La Juve se abalanzó sobre el campo blaugrana, con más energía que precisión, todo sea dicho, y los velocistas del Barça apostaron toda su fortuna a las carreras. Durante cerca de veinte minutos contragolpearon de manera horrible. Cada vez que la Juve atacaba a ter Stegen se producía una réplica barcelonista, bien llevada, mejor corrida, mortalmente peligrosa, pero fatalmente resuelta. Pogba, Marchisio y Tévez remataron con blandura y a la enésima carrera Neymar fijó el marcador final.

12.- Ha sido una hermosa final que el Barça pudo resolver pronto y resolvió muy tarde. Por errores propios y por la rocosa capacidad de lucha de los turineses, agarrados a la esperanza de un vuelco improbable. La superioridad técnica era tan manifiestamente favorable a los barcelonistas que solo desde una confianza excesiva puede entenderse tanta ineficacia rematadora. O quizás más bien desde la tensión lógica que genera cualquier final, que tensa los músculos del más templado más allá de lo idóneo.

13.- Para la Juventus es el punto final a una temporada memorable, cerrada con dignidad notable en Berlín. Para el Barça es el quinto gran galardón europeo, el cuarto en apenas nueve años, el cuarto de una generación irrepetible (Messi, Xavi, Iniesta), el segundo triplete en seis temporadas, hecho histórico y único, la culminación de un equipo llamado a permanecer para siempre en la cúspide del mundo futbolístico.

y 14.- Y para Xavi es el balón. Nada pone mejor punto final a su legendaria trayectoria que raptar el balón y llevárselo de viaje de novios. Xavi y la pelota. La metáfora final.

– Juventus-FC Barcelona (Champions League, Final) 6-junio-2015. Olympiastadion Berlin. 1-3 (Rakitic, Morata, Luis Suárez, Neymar)

– Foto: Reuters




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