Inevitablemente, hablar del Olympique Lyonnais supone recordar al equipo hegemónico de la pasada década. Durante siete largas y gloriosas temporadas el OL asentó una de las dinastías más poderosas que se recuerdan en el fútbol mundial. Cada primavera, desde 2002 a 2008, vivió el alzamiento al cielo de un nuevo Hexágono de la Ligue 1, hasta llegar a los siete títulos, y además poco a poco el conjunto del Ródano se construyó un nombre en Europa, llegando a las rondas finales de la Champions League y convirtiéndose en bestia negra de todo un Real Madrid. Los ciclos en el propio club se sucedieron, los entrenadores se relevaban, las figuras en el campo también, pero siguieron ganando. Desde Sonny Anderson a un bisoño Benzema, pasando por Malouda, Abidal, Diarra, Réveillere, Toulalan, Essien, Fred, Govou o el genial Juninho Pernambucano, entre otros grandes protagonistas de un período inolvidable para el fútbol francés. Siete entorchados de la Ligue 1, uno en la Coupe de France y seis en el Trophèe des Champions, la supercopa francesa. En total, catorce títulos en siete temporadas. El Olympique ya era, por pleno derecho, un grande de la esfera europea, pese a no tener una trayectoria imponente antes de este siglo.
El proyecto se cimentó sobre dos grandes pilares: la inteligentísima gestión de Jean-Michel Aulas y la riqueza del centro de formación de Tola Vologe. Aulas y sus asesores se especializaron en firmar a jóvenes promesas por precios relativamente bajos que explotaban en Lyon, se revalorizaban y salían del club por auténticas millonadas, casos de Abidal o Malouda. Su trabajo, como el de Pinto da Costa en el Porto, ha sido objeto de elogios e incluso de estudios, debido a su éxito tanto económico como deportivo. Por otra parte, la cantera del OL se ha erigido como una de las mejores fábricas de talento de Europa. Del complejo de entrenamiento del club han salido futbolistas de la talla de Giuly, Govou, Benzema o Ben Arfa, y las jóvenes promesas son un aporte importante para la primera plantilla en cualquier momento.
Pero, como todo lo bueno, el gran Olympique Lyionnais se acabó, dejando su legado escrito en letras de oro en la historia del fútbol francés y europeo. Tras unos años de clara pero aparentemente bien sobrellevada decadencia, con la cada vez menor capacidad económica del club como razón principal, el cuadro de Gerland vive una profunda crisis y ha tocado fondo en estos primeros meses de temporada, teniendo su punto más bajo en el desastre vivido en Montpellier, donde sufrieron una durísima goleada por 5-1 ante un equipo que da el perfil de club de media tabla. Hay varios puntos que explican el duro momento que se vive en Lyon:
Aunque Aulas logró retener a sus tres activos más codiciados, el mediapunta Grenier, el punta Gomis y el pivote defensivo Gonalons –los tres internacionales por Francia–, al menos durante una temporada más, el OL vivió un mercado de verano complicado, debido a sus problemas económicos, y acabó debilitándose. Perdió a Lovren, uno de sus líderes defensivos, pese a su mal rendimiento en el tramo decisivo del curso 2012/2013, y a Lisandro, que aunque ya no vive sus mejores tiempos sigue siendo pura determinación en la delantera, más allá de la definitiva y esperada salida de Bastos, que ya no contaba. Probablemente la peor noticia fue la marcha de Anthony Martial, la gran perla de la cantera lyonnais, un atacante muy ilusionante que sin apenas haber aportado en el primer equipo se marchó al Monaco. Este hecho indica la magnitud de las penurias del club, que necesita aliviar sus arcas de la mejor manera posible, con la construcción del nuevo Stade des Lumières a la vista. La salida de Martial, en cualquier otro contexto, hubiese sido impensable. Los refuerzos fueron de perfil bajo, aunque medianamente efectivos. Mientras Lopes empezó como titular pero se ha caído del once en las últimas semanas, Bedimo ha sido titular en el lateral zurdo desde el primer día. Danic, de momento, solo ha jugado 59 minutos. Queda la certeza, eso sí, de que los refuerzos no son del nivel que necesitaría el OL para aspirar a cotas mayores.
Rémi Garde, gran conocedor del centro de formación, del que fue director antes de sentarse en el banquillo del primer equipo, ha recurrido a los jóvenes canteranos para paliar la ausencia de refuerzos. El Olympique Lyonnais es el cuarto club de las grandes ligas europeas con más jugadores de la casa en sus alineaciones, solo por detrás de F. C. Barcelona, Athletic Club y Real Sociedad. La presencia del portero Lopes, del lateral Zeffane, de los centrocampistas Ferri y Fekir y de los atacantes Plea y Bahlouli, entre otros, es ya habitual. El propio Garde ha llegado a reconocer que no todos sus pupilos tienen nivel Ligue 1. Por si fuera poco, cabe destacar que varios de los hombres llamados a liderar al equipo, como Lacazette, Grenier y, en menor medida, Benzia o Umtiti son aún futbolistas sin consagrar. La inexperiencia le ha jugado malas pasadas a los lioneses, que se han visto en ocasiones desbordados, superados por la presión y sin la necesaria capacidad de reacción para superar adversidades y malas rachas.
Los lyonnais tienen un poderío ofensivo importante, más por las individualidades de nivel con las que cuentan que por tener un sistema de ataque bueno y trabajado, pero el sufrimiento llega en la defensa, cuya composición aún no parece clara. Empezando por la portería, a la que llegó de rebote Anthony Lopes, un portero más espectacular que seguro, por la lesión de rodilla de Vercoutre, y siguiendo por la pareja de centrales. Bisevac, lento y errático en los últimos meses, partía como titular junto al dubitativo Koné, pero Garde experimentó con Fofana, originalmente mediocentro, en el eje de la zaga. Umtiti, el defensa de mayor potencial del OL, pero aún inexperto, debería hacerse con un sitio con el paso de los meses. Incluso Naby Sarr, otro central internacional con las categorías inferiores de Francia, podría ganar protagonismo. De momento Garde no da con la tecla para lograr cierta solidez defensiva, y solo los laterales, con Miguel Lopes en la banda derecha y Bedimo en el costado izquierdo, parecen fijos, aunque hay que puntualizar que en el lateral derecho han aparecido también Zeffane, Dabo, el propio Fofana y Ferri, otro centrocampista. La peor sensación es que, más allá de cuestiones tácticas, Garde no consigue hacer cambiar el rumbo a los suyos, e incluso parecen faltarle soluciones.
Hace unos meses nadie hubiera creído factible que la enésima lesión del irregular Gourcuff trastocara los planes del OL. La realidad es que el buen final de temporada pasada tuvo mucho que ver con la excelente aportación del creativo dúo Grenier-Gourcuff, alrededor de los cuales Garde construyó su sistema ofensivo y logró hacer remontar el vuelo a su equipo. De hecho, comenzaron bien esta campaña con los dos mediapuntas sobre el campo. Tras la lesión del exjugador del Girondins a finales de agosto, el Lyon se vino abajo. Con Grenier lejos de su mejor nivel alcanzado el pasado curso, Les Gones echan en falta la figura de un futbolista técnico que dé fluidez al juego. Queda por ver si la situación mejorará con el regreso de Gourcuff a buen nivel. De momento, reapareció en el derbi contra el Saint-Étienne y dio la asistencia para el gol decisivo de Briand en el 93′.
El OL es actualmente el séptimo clasificado de la Ligue 1, con 18 puntos, pese a que por plantilla, historia y ambición aspira a clasificarse para la Champions League. Es decir, a llegar al menos a la tercera plaza, que da acceso directo a la previa, instancia en la que la Real Sociedad eliminó a los de Garde hace unos meses, uno de los momentos en los que comenzó la caída en picado del club del Ródano. Mientras tanto, en la Europa League los franceses son segundos de grupo, por detrás del Betis, con una victoria y tres empates. En Lyon ya se habla abiertamente de crisis.
* Alejandro Rodríguez.
– Foto: AFP
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