Existe un concepto definido como la Habilidad Motriz Básica que considera toda una serie de acciones motrices que las vemos en el Rugby: caminar, correr, girar, saltar, lanzar, recepcionar.
Estas habilidades básicas encuentran un soporte para su desarrollo en las habilidades perceptivas, las cuales están presentes desde el momento del nacimiento de la persona ,al mismo tiempo que evolucionan de forma conjunta. Las habilidades motrices básicas son aquellos actos motores que se llevan a cabo de forma natural y que constituyen la estructura básica en la formación del jugador de rugby, soporte del resto de las acciones motrices que luego puede ir desarrollando.
Hay autores que la definen como la capacidad, adquirida por aprendizaje, de producir resultados previstos con el máximo de certeza y, frecuentemente, con el mínimo dispendio de tiempo, de energía o de ambas.
Por consiguiente, su importancia radica en que es la capacidad de movimiento humano adquirida por aprendizaje, entendiendo el desarrollo de la habilidad motriz como producto de un proceso de aprendizaje motor. Estas habilidades básicas, base en el aprendizaje de posteriores acciones motrices más complejas, son los desplazamientos, saltos, equilibrios, lanzamientos y recepciones.
Pero si bien esta es la base para comprender nuevos pasos en nuestro rol de entrenador / maestro de rugby, hoy nos detenemos en la coordinación.
Es un concepto complejo, multifactorial, implicado de manera constante en el movimiento humano, puesto que, por sencillo que funcionalmente y estructuralmente este sea, siempre entramos en el dominio de las coordinaciones. Por eso se sugiere que la esencia de la coordinación es la capacidad de integrar capacidades separadas en una más compleja. Existe bibliografía aportando que la buena coordinación depende del buen funcionamiento del sistema nervioso, principalmente de la corteza encefálica.
Entonces podemos definir la coordinación como la capacidad de regular, de forma precisa, la intervención del propio cuerpo en la ejecución de la acción justa y necesaria según la idea motriz prefijada.
Las características importantes y propias de la coordinación son:
• Precisión en la ejecución.
• Realización con el mínimo gasto.
• Facilidad y seguridad de ejecución.
• Grado o nivel de automatismo.
A través de los distintos ejercicios de coordinación se consiguen el logro y desarrollo de diferentes habilidades y destrezas corporales en relación con el movimiento. Estos pueden ser con escaleritas, pinturas en el piso, aros o simplemente juegos como el de la rayuela. También se puede jugar / entrenar con movimientos previos de control o no y con material o sin material. Se pueden agregar en las entradas en calor o como objetivo específico de la sesión de juego / entrenamiento.
La importancia de juegos y/o actividades con muchos y variados desplazamientos, saltos, giros, lanzamientos y recepciones constituyen las habilidades motrices básicas que permiten la evolución del jugador de rugby.
* Juan Casajús es profesor de rugby.
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– Foto: Club Rugby San Juan
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