La claridad frente a la confusión

por el 25 octubre, 2014 • 20:09

Madrid vs Barça (Reuters)

1.- A la hora de la verdad, Luis Enrique se quedó a mitad de camino de todo. Ni fue el Luis Enrique de principios de temporada ni cambió de idea radicalmente. Ni apostó por laterales altos, Rakitic por fuera, Mascherano de mediocentro y Mathieu como central, ni lo contrario. Jugó intermedio, como si se encontrara en mitad de un proceso de reformulación de las ideas con las que empezó el curso. Confuso. Quiso parecerse al viejo Barça dominador, pero lo hizo jugar largo y disperso como en la presente temporada, lo que en definitiva fue un pastelillo para un Real Madrid notoriamente convencido de sus posibilidades, clarividente, y en el que grandes artistas como Isco, Modric, Kroos, James o Benzema trabajan como si no dispusieran de talento natural, lo que les transforma en animales competitivos.

2.- El Barça saltó al Bernabéu con un rombo en el centro del campo, Busquets y Messi en el eje vertical, Xavi e Iniesta en el horizontal. La disposición podía recordar la del gran Barça. Imprimió mucho cambio de posiciones en el ataque, con Neymar y Luis Suárez corriendo en horizontal sin parar, y permitió la subida constante de Mathieu por la banda izquierda, frenando la de Alves por la derecha. Marcó de inmediato, con Neymar aprovechando un mal marcaje de Carvajal, el barrido de Messi y lo lejos que quedó Ramos de la acción. El balón era barcelonista, que lo controlaba con finura y precisión, prometiendo grandes maravillas, pero el Madrid tardó poco en mostrar las debilidades visitantes.

3.- A los nueve minutos, Marcelo dio dos pasos al frente, cargó por la banda izquierda y quedó claro que esa era la zona débil del Barça, la del trío Xavi-Alves-Piqué. Durante minutos de caballería y artillería, el equipo de Ancelotti quebró al Barça por allí. Raso o por alto, Marcelo e Isco se merendaban a sus pares y Benzema se hartaba de rematar: al travesaño o a la tribuna, pero cada vez con un “ay” que presagiaba otra feliz noche del bailarín francés. Tan evidente era la carga madridista por la izquierda que Xavi e Iniesta permutaron sus posiciones, lo que coincidió a su vez con la marcha de Cristiano Ronaldo a la derecha. La suma de estas decisiones aplacó la avalancha blanca y devolvió el balón al Barça.

4.- Durante quince minutos, que inevitablemente ahora suenan a espejismo, resurgió el Barça de los centrocampistas. Como si regresaran del pasado, ahí estaban otra vez, sobre el verde del Bernabéu, organizados por parejas, Xavi e Iniesta, Messi y Alves, Busquets y Mascherano, y se pasaban el balón con la intención de desorganizar a un Madrid replegado en dos líneas de cuatro mientras Cristiano y Benzema miraban y esperaban. En ese cuarto de hora, el equipo de Ancelotti era un acordeón bien replegado, pero el de Luis Enrique destruía a través del pase cualquier oposición. Y así llegaron varias ocasiones, pues hasta Luis Suárez parecía llevar toda la vida jugando con esos compañeros. Casillas y Carvajal evitaron el segundo gol barcelonista y ahí terminó el espejismo.

5.- Porque con el gol del empate de los locales, el Barça ya fue de nuevo ese equipo partido, con tres arriba mirando y siete abajo defendiendo, con un abismo entre ambos grupos. Es cierto que tradicionalmente el Madrid también se maneja en ese registro de equipo partido en dos, pero Isco, James y Benzema son hoy un pegamento formidable capaz de unir las dos mitades, más a base de esfuerzo desprendido y solidario que de ese talento que les rebosa por los poros. Con el gol de Pepe tras otro córner lanzado por el pie de oro que atesora Toni Kroos, el Madrid fue más que nunca de sus centrocampistas y el Barça apenas un manojo de nervios y desconcierto.

6.- ¿A qué jugó el Barça en ese segundo tiempo memorable por horripilante? Por momentos pareció que su centro del campo le sobraba y que le apetecía saltárselo a fin de llegar pronto al área de Casillas. La realidad es que por ese camino no conseguía llegar. Quedó escrito en su momento que el balón que va rápido, más rápido vuelve. El Barça de hoy puede dar fe. Su balón iba y volvía. Iba rápido, pero volvía eléctrico. ¿A qué semejante propuesta? Y, sobre todo, ¿a qué frente a un rival como el madridista, mejor si se trata de jugar a las carreras?

7.- Porque este Madrid es soberbio. Formidable. Si el 4-4-2 que el curso pasado le permitió ganar la Copa del Rey y aplastar al Bayern en la vuelta de Múnich tenía un carácter marcadamente defensivo, organizado en repliegue bajo, el de ahora es un 4-4-2 de repliegue medio donde los cuatro componentes de la línea intermedia son mediapuntas de formación, reconvertidos en lo que haga falta por el bien del colectivo. Este es un mérito prodigioso. De Ancelotti y de los cuatro protagonistas, Isco, Modric, Kroos y James, a quien debemos unir a Benzema, quinto jinete de esta caballería capaz de desdoblarse en rudos fajadores.

Derrota Bernabéu

8.- Luis Enrique, en su mala tarde, ha facilitado un tercer gol madridista, inaudito por la concatenación de errores barcelonistas, a cual más catastrófico: la sustitución de Xavi durante un saque de esquina, el lanzamiento horrendo de Rakitic, la poca cobertura exterior, el malentendido entre Mascherano e Iniesta, el pase mortal de este a Isco, las medias carreras hacia atrás de los barcelonistas… Una melodramática acumulación de pifias, a cual más esperpéntica, desembocada en el gol de Benzema, que no tuvo continuidad en los minutos siguientes porque Mascherano evitó un sinfín de situaciones similares, todas ellas en el borde del abismo, ya con el Barça en caída libre.

9.- Mientras Isco y Benzema se erigían en símbolos espléndidos de este Madrid que en los grandes días es capaz de sumar trabajo al talento, el Barça agonizaba sobre un estadio en el que ha dado grandes exhibiciones en tiempos recientes. Esta vez era un equipo desconcertado que no parecía saber cuál es la ruta del juego. Ciertamente, tuvo su momento durante unos buenos minutos del primer tiempo y fue un buen momento. Pero durante demasiado rato devino en equipo precipitado, colectivamente inane, en el que se ha dejado de hacer lo necesario para que Messi resulte ser el punto final del proceso de juego.

10.- No es cierto que el Madrid haya cambiado de piel: juega como es él. Si acaso, ha enriquecido dicha piel. Con versatilidad, trabajo y talento. Se repliega cuando lo necesita, se pasa el balón si puede permitírselo, ataca en posicional si el rival lo permite y corre por las praderas vacías si el contrario lo facilita. Une esfuerzo con talento sin ahorrar energías y tapa con sudor los defectos y carencias que posee. Ha sido un ganador formidable.

y 11.- El Barça ha sido un perdedor merecido, víctima de su propia confusión, de ese rumbo táctico que no se acaba de percibir. Si Luis Enrique quiere volver al juego de posición, agregado y compacto, tendrá que alinear a los idóneos y profundizar con laboriosidad en los detalles. Si prefiere seguir su instinto y apostar por un Barça abierto y disgregado, de transiciones veloces e intercambio de golpes, tendrá que acertar con los hombres elegidos porque no se puede jugar de un modo opuesto a las características de quienes van a hacerlo.

– Real Madrid-Barça (Liga BBVA, 9ª jornada) 25-octubre-2014. Santiago Bernabéu. 3-1 (Neymar, Cristiano Ronaldo, Pepe, Benzema)

– Fotos: Reuters – Miguel Ruiz (FC Barcelona)




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