Selecciones / Eurocopa 2016 / Fútbol
La sanción se hizo realidad. Noël Le Graët, presidente de la Federación Francesa de Fútbol (FFF) y declarado íntimo amigo de Karim Benzema, anunció el pasado jueves que el jugador del Real Madrid no podrá volver a ser convocado con la selección francesa hasta que no se resuelva el caso de Mathieu Valbuena –y solo podría volver si el juicio sale favorable para él–. Benzema, uno de los jugadores que más esperanzas ha dado al fútbol francés, verá la próxima Eurocopa, salvo sorpresa, por televisión. La selección francesa pierde así a uno de sus mejores jugadores, por no decir el mejor, de la línea ofensiva.
Desde la retirada de Zinedine Zidane, la selección francesa ha atravesado momentos de crisis que le han impedido ser un equipo temido como llegó a ser a principios del siglo XXI. Tras la final del Mundial 2006, en la que perdió en una tanda de penaltis bastante cruel, Francia ha experimentado una fase de transición que a día de hoy no ha sabido concluir. La Eurocopa de 2008 sirvió para divisar que a los franceses les faltaba un líder dentro y fuera del campo. Cierto que futbolistas como Makelele, Vieira o Henry estaban en ese equipo, pero ya en el declive de su carrera. La Francia de Raymond Domenech no pasó de la primera fase.
Aquel torneo fue el aviso del calvario dos años después. En Sudáfrica 2010, Domenech volvió a firmar uno de los mayores desastres de la historia del fútbol francés. En un grupo en el que a priori era favorito, con Uruguay, Sudáfrica y México, únicamente firmó un miserable punto. Y no solo eso, sino que dentro del vestuario Anelka insultó al entrenador francés, provocando su expulsión inmediata de la concentración. Nadie entendió a Doménech, ni durante el transcurso del Mundial ni antes de él, ya que el técnico nacido en Lyon se atrevió a dejar fuera a Benzema, quizás en aquel momento no en su mejor nivel, pero un seguro para Francia cada vez que vestía la camiseta de Les Bleus.
El desastre de Francia, obviamente, no pasó inadvertido para la federación. Nicolas Anelka sería sancionado con dieciocho partidos sin poder jugar con la selección, Patrice Evra con cinco, Ribéry con tres y Jérémy Toulalan, que hasta ese momento era un jugador ejemplar dentro y fuera del campo, fue sancionado con uno. Para suplir a Domenech, Francia se encomendó a Laurent Blanc, el hombre que había roto la hegemonía del Lyon en la Ligue 1 y que de la mano de Yoann Gourcuff había devuelto a la gloria al Girondins de Burdeos.
Con Blanc, el vestuario francés obtuvo cierta estabilidad. El técnico, aclamado por su innovador estilo de juego, trató de renovar de arriba a abajo a Francia. Lo lograría, aunque también es cierto que con la vuelta de Karim Benzema, Francia experimentaba un ensanchamiento enorme en cuánto a calidad se refiere en su línea de ataque. Benzema fue el estandarte de Blanc en el camino a la Eurocopa de 2012. No partía como favorita, pero la llegada de nuevos talentos como Marvin Martin (en su etapa en el Sochaux), Ben Arfa o Matuidi (en sus inicios), entre otros, colocaban a Francia en una buena posición para el torneo.
Pero los problemas del pasado volvieron a aparecer en el vestuario francés. Como si de una mano negra se tratara, en los cuartos de final la selección francesa ni tan siquiera plantó cara a una España llena de dudas. Laurent Blanc renunció a sus principios y colocó a dos laterales (Debuchy y Réveillère) para frenar la banda izquierda española. El experimento le duró entre poco y nada, ya que el 1-0 de España llegó por la banda de Jordi Alba –centro suyo–. La decisión defensiva de Blanc enajenó a ciertos jugadores, entre ellos a Nasri, más distinguido por sus idas y venidas que por su rendimiento del campo, que le recriminó en el propio vestuario a Blanc su alineación. Blanc no quiso seguir en la selección y fue entonces cuándo llegó Didier Deschamps, en una situación parecida a cuando fichó por el Olympique de Marsella. Al OM le había dado un título 19 años después y en parte fue gracias a él.
Deschamps fue paulatinamente mejorando a Francia. Sin duda, para él, lo más importante es la estabilidad dentro del vestuario. Ha llegado a convocar a futbolistas que por rendimiento no han merecido ir con la selección, pero que por estatus y respeto en el vestuario, sí podrían sumar –véase Evra o Cabaye en su día con el PSG–. Tras caer ante Ucrania en la ida de la repesca por 2-0, Deschamps comenzó a jugar con un 4-3-3 que ha mantenido hasta hoy y que le sirvió para entrar en el pasado Mundial de Brasil, pero no para pasar de los cuartos de final ante la futura campeona Alemania. A pesar del fracaso, la federación siguió confiando en Deschamps.
Benzema es uno de los puntales del 4-3-3 que ha venido utilizando Deschamps desde el citado partido. En la fase de clasificación previa a la repesca, Francia jugó en una especie de 4-2-3-1 en el que Valbuena (mediapunta) estorbaba bastante la zona de influencia de Benzema –Francia llegó a estar 700 minutos sin hacer gol entre amistosos y partido oficial–. Deschamps se dio cuenta y gracias a ello Valbuena, escorado a una banda, pero permutando constantemente la posición con Benzema, mejoró considerablemente el juego del equipo. La ayuda de Benzema a los centrocampistas ante equipos cerrados siempre ha sido una de las claves de esta Francia, que ha querido que en su estilo de juego primara el balón. Esto, que provoca llegadas de mediocentros y potencia sobre todo a Pogba, se ha podido ver en los últimos meses con gran resultado.
Benzema y Valbuena, antes de su enfrentamiento, han sido probablemente los dos jugadores más imprescindibles para Deschamps. Incluso les ha llegado a otorgar noventa minutos en amistosos sin trascendencia, cimentando la importancia de ambos en su sistema táctico. El bueno de Deschamps no esperaba algo similar a lo que pasaría a finales de este 2015, cuando Benzema, no sabemos si por imprudencia o por beneficio propio, metió en serios apuros a uno de sus mejores socios dentro del campo.
Benzema, tan criticado siempre por no cantar la Marsellesa –Tony Parker tampoco lo hace con la selección de baloncesto y es un ídolo local– y por no rendir al mismo nivel con la selección que con su club, no podrá contar para la selección, salvo milagro, en la próxima Eurocopa, un torneo llamado a coronar definitivamente al canterano del Olympique Lyonnais. La federación ha apoyado como era de esperar a Valbuena, pese a que su rendimiento en Lyon está siendo endeble. Aun así, con Deschamps ha rendido al máximo nivel y es imposible pensar en una Eurocopa sin Valbuena. Si finalmente Francia no puede contar con Benzema, ¿tendrá opciones de hacer algo grande en la Eurocopa? Repasemos.
Karim Benzema, al máximo nivel, es probablemente junto a Luis Suárez el mejor delantero del mundo. Su pausa, su calidad y su temple a la hora de afrontar situaciones de riesgo lo colocan en el olimpo de los mejores. En cuánto a calidad, tampoco hay un jugador en la actual selección francesa que se asemeje a Benzema. Quizás Griezmann, que atraviesa el mejor momento de su carrera, se acerque al del Real Madrid, pero a día de hoy, su rendimiento con Francia está muy por debajo del nivel que muestra con el Atlético de Madrid.
El gran beneficiado de este entramado es Olivier Giroud. El exjugador del Montpellier es el máximo goleador francés del año 2015 –lleva 30 goles– y vive un momento dulce tras clasificar con un hat-trick al Arsenal a octavos de la Champions League. Pero seamos realistas: Giroud es un delantero quizás de nivel mundial, pero no hecho para liderar a la selección francesa. Aun así, a Francia le da un alivio a la hora de disputar balones largos y que este mejore el juego de cara de la selección –algo que hace de maravilla Benzema–.
Otras opciones a corto plazo son Martial, Gignac, Lacazette o Haller. El primero, poco a poco, está asumiendo el rol de jugador importante dentro de la selección, y en el partido del pasado mes de noviembre ante Alemania jugó el que hasta ahora es uno de sus partidos más completos de la temporada. Queda la duda de saber si tiene la capacidad de asumir un rol más primario.
Por su parte, André-Pierre Gignac ha ganado la lotería tras la sanción a Benzema. A día de hoy es el tercer delantero tras Benzema y Giroud para Deschamps, y tras los sucesos de los últimos días, se postula como uno de los favoritos a acompañar a Giroud en la punta del ataque. Gignac, a pesar de jugar en México y en una liga menor a las occidentales, está gozando de unas cifras bastante altas. A su vez, Lacazette, que la temporada pasada sorprendió al ser el máximo goleador de la Ligue 1 –mucha culpa fue de Fékir también por asistirle–, ha recuperado el mejor nivel tras su no inclusión en la última convocatoria realizada por Didier: seis goles en los últimos siete partidos para él; un mensaje al seleccionador. Por último, la opción Haller gusta a la federación, pero todavía es pronto para llevarle sin tan siquiera haber debutado con la absoluta.
Una de las incógnitas dentro del aficionado francés es la de saber si Nabil Fekir, quizás el mejor jugador de la Ligue 1 la temporada pasada y uno de los máximos culpables de que el OL pelease la Ligue 1 hasta el final con el PSG, podrá estar disponible para la próxima Eurocopa. El canterano del Lyon se fracturó la tibia en un partido con la selección el pasado mes de octubre. Si los plazos se cumplen (seis meses), Fekir volverá a los terrenos de juego el próximo mes de marzo. A priori, puede ser un jugador que tape el hueco que deja Benzema. Su juego se asemeja al del jugador del Real Madrid. No entiende de sistemas defensivos, se los carga con su poderosa zurda. Si Francia puede contar con él, el combinado nacional aumentará sus posibilidades de finalizar campeón.
Los próximos meses serán cruciales en el devenir de Benzema. Si Les Bleus no pueden contar con él pierden a más que un líder, un jugador que marca las diferencias en cualquier posición del campo. Veremos si finalmente la justicia le da la razón o, por el contrario, se queda sin una de las Eurocopas que más esperanza ha avivado en Francia.
* Andrés Onrubia.
– Foto: Alexandre Debbache (OGC Nice Médias)
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