La amargura del último derbi en San Mamés

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La amargura del último derbi en San Mamés

por DIEGO TEJERINA el 23 febrero, 2013 • 12:02

1.- Cierra sus puertas. El vetusto San Mamés, único estadio presente en toda la historia de la Primera División del fútbol español, será demolido para dar paso a una nueva y moderna obra arquitectónica. Cimientos más robustos y gradas renovadas sobre los que revivir nuevas experiencias. Para cuando eso suceda, del viejo San Mamés sólo quedarán recuerdos, anécdotas y partidos que rescatar entre el polvo. Muchos derbis también. Y pocos tan amargos como el último en La Catedral.

2.- De inicio, Philippe Montanier sorprende con la suplencia de Carlos Vela. El mexicano es, a día de hoy, un jugador imparable. Uno de esos fenómenos a los que todos los expertos en fútbol internacional esperan con los brazos abiertos desde aquel Mundial Sub17 de 2005 en el que presentó su zurda al mundo. Más de 7 años y muchos vaivenes después, Carlos Vela es para la Real lo que Messi al Barcelona. Y que Philippe Montanier lo ate al banquillo el día del derbi se asume como una broma de mal gusto. En realidad el galo busca jugar con un punta fijo y posicional como Agirretxe, algo que viene haciendo en sus últimas visitas ligueras. Aunque tampoco se entiende que no encuentre acomodo al mexicano en una línea de creación en la que Chory y Griezmann son la movilidad, y Xabi Prieto la pausa.

3.- Bielsa, por su parte, no sorprende ni en su once ni en su estilo. Apuesta por lo de siempre; viste a sus jugadores de maratonianos y los esparce por todo el césped, buscando cubrir cada arista del campo del mismo modo que mina Lezama de picas cada mañana. Sólo concibe el juego desde ese protagonismo que asume con decisión a partir del minuto uno. A campo abierto consigue ser un equipo largo y amplío. Y en ese contexto es capaz de arrollar al rival a base de kilómetros, fuerza y empuje. Hasta que la fuerza aguante…

4.- Desde el pitido inicial el partido se convierte en un correcalles muy del gusto del Athletic. Con espacios, los rojiblancos aguijonan al rival como abejas rabiosas, acudiendo a los huecos de forma hiperactiva, muy en especial un De Marcos que definitivamente ha abandonado cualquier labor de creación para convertirse en un alborotador inmejorable; pero esa largura del equipo también despeja el camino al rival. Una Real Sociedad que vive agazapada, esperando lanzar a área rival con cada robo toda la calidad que contiene su tercera línea.

5.- Esa es la hoja de ruta de los visitantes, que guardan dos ases en la manga: la calidad que viste sus jugadas en zona de finalización; y el desgaste progresivo de un Athletic demasiado valiente, que sigue correteando por todo el campo sin contemplaciones. Y es que los leones sufren el mal de quien no sabe medir su gallardía. Como las liebres de las maratones que saben que a ese ritmo aguantarán 30 o 35 pero nunca los 42,195 kilómetros de la prueba. Algo así sucede con este Athletic de frenesí; que corre por encima de su umbral desde el primer minuto, y agoniza en el tramo final: cuando los partidos se deciden.

6.- No obstante, en el período inicial el Athletic es un equipo que asusta. Llega en oleadas e inunda el área rival de jugadores. Son ataques de más empuje que calidad, pero tremendamente peligrosos por la incapacidad de los txuri urdines de sostener semejante estampida. Como en el gol local, se incorpora el lateral izquierdo (Aurtenetxe) y remata el extremo izquierdo (Ibai) pisando área desde el lado contrario. Muy difícil de controlar para el rival.

7.- Pero muy complicado también de autogestionar sin llegar a lastimarse. Es un fútbol con tintes anárquicos: muy rico en ataque por lo que te da ese “desorden”, pero peligroso en fase defensiva. Quizá sea por eso la Real iguala tan pronto el gol inicial. Chory y Griezmann, agazapados al rebufo del Athletic, se fabrican un gol en dos impactos: centro y cabezazo. Calidad.

8.- Tras el descanso ya se observa a un Athletic mucho más difuso. Ya no es aquel equipo vitaminado de la primera parte, su zancada parece más corta, y la imprecisión es una constante en sus acciones. Los donostiarras, por el contrario, son capaces de tomar tímidamente el timón en la medida que Illarramendi decide que quiere ser importante de verdad en el partido. Poco a poco se empieza a imponer a un mediocampo rojiblanco en el que Ander Herrera se pierde en mil y una protestas que le alejan del juego. Y llega el gol de Agirretxe propiciado por un fallo de bulto de Raúl Fernández que reabre el debate (otro más) de la portería. Es sólo el minuto 70 de partido y la liebre ha visto como no sólo no ha sido capaz de despegar al rival, sino que éste le ha sobrepasado con sorna y suficiencia. Palo durísimo.

9.- Para más inri, Carlos Vela pisa San Mamés con aviesas intenciones, con 25 minutos por delante en los que reivindicar su fútbol. Para entonces el Athletic es ya un equipo vaciado. Nunca entregado en un derbi, pero sí desfondado. Ya no hay partido. Menos aún desde el minuto 76 en el que Vela termina por enrabietar a los locales: incapaces de comprender por qué el fútbol recompensa tan poco su enorme esfuerzo.

10.- La Real, por el contrario, vive su momento dulce de la temporada. Aupada de forma definitiva a posiciones europeas y con la creencia de que Montanier, a quién se llegó a bautizar de “Guardiola francés”, es definitivamente el hombre indicado para gestionar la indudable calidad que alumbra el juego de este equipo. Una única derrota (en el Santiago Bernabéu) empaña los últimos 15 partidos ligueros txuri urdines, y la sensación constante de ir a más. Sin límites, con la Champions a tiro.

y 11.- San Mamés, por el contrario, se despide de derbis de la forma menos deseada y la afición apenas se pronuncia; obviamente no hay aplausos ni vítores a los suyos, pero tampoco críticas ni silbidos a una mediocre temporada. Como respetando a los suyos y a su entrenador por lo ofrecido la temporada pasada, en la que llenaron la Vieja Catedral de los últimos recuerdos dignos de mención. Mejor quedarse con ese sabor de boca que con la amargura del último derbi.