Aunque Messi lleva una temporada sin ejercer de falso 9, las dificultades de adaptación de Alexis en el ataque del Barça no han menguado. Mientras Messi se empleaba en esa posición etérea que inventaron Sindelar, Hidegkuti y Pedernera hace un montón de décadas, su coordinación con el resto de atacantes resultó problemática, salvo con Pedro, un camaleón en materia de adaptabilidad. Lo fue con Ibrahimovic, por supuesto, y de aquellas tensiones surgió cierto síndrome que pareció afectar a Villa, dubitativo entre hacer de Villa desde el costado o de asistente puro de Messi. No siempre acertó el asturiano en la decisión adecuada y eso generó runrunes variados y cierta sensación de que cuanto más crecía Messi más mermaba Villa. Su profunda ausencia desde Navidad tuvo, pese a todo, un efecto positivo: hubo coincidencia general en la importancia de Villa como atacante. Así que las miradas recayeron en Alexis, cuyo desempeño resultó agridulce: fantástico en algunos partidos (como en el del Bernabéu en Liga), gris en otros, ausente en varios por lesiones dispares.
Hoy, Alexis es más incógnita que hace un año. No por sus condiciones, sino por la capacidad de adaptación. Sabemos que en profundidad incrementa su potencial, como ocurriera en ese encuentro que menciono, cuando se ocupó él solito de los tremendos centrales merengues, estirando al Barça a través del eje vertical, fijando a dicha pareja y provocando el giro de toda la defensa blanca. Pero también hemos visto, especialmente en este breve inicio liguero interruptus, sus dificultades partiendo desde la banda. Alexis no padecía en Italia estas dificultades porque Udinese no enfrentaba tantas defensas organizadas como las que plantean los rivales del Barça, pero aquí las cosas son como son y ese punto de partida desde la banda y hacia dentro le está generando mil dificultades. Acostumbra a decidir bien en su primera acción y con menos fortuna en la segunda, preso del «síndrome Villa«, dubitativo entre ir a por Messi o a por la portería.
Ahora mismo resulta difícil prever hacia dónde tirará Alexis. En los últimos años hemos visto adaptaciones de todo tipo al Idioma Barça: Yayá Touré tardó un suspiro; Dani Alves tres meses; Abidal, un mundo; y Mascherano necesitó una reconversión radical de posición. No hay una norma fija en ese proceso: los hay que nunca entendieron a qué juega el Barça por más horas que pasaron en ese vestuario. De Alexis cabe esperar una correcta adaptación, visto que el pasado curso ya hubo ratos brillantes. Probablemente necesitará ubicarse más en profundidad que en la banda y asimilar que asistir a Messi no es equivalente a pleitesía ciega, aunque eso le suponga recibir algún grito, sino que debe combinar su trabajo como bulldozer desbrozando maleza con su misión como percutor y detonador. No debiera agobiarse, pero tampoco dormirse: el Barça de Tito tendrá paciencia con él, pero también un reloj que va marcando las horas que faltan para la adaptación total. Tic tac, tic tac…
– Foto: Reuters
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