1.- La Champions es especial. “En mis visitas aquí, he aprendido que no se puede dominar el partido durante los oventa minutos”, había declarado Guardiola en la previa, y por lo sucedido en los primeros minutos del choque ante el Arsenal se puede decir que estaba en lo cierto. Los de Wenger saltaron al campo con una intensidad apabullante que se llevó por delante a un adormecido Bayern que apenas tuvo jugadas para asentarse sobre el terreno de juego. La competición de clubes más carismática del mundo lo había vuelto a hacer. Lo que sobre el papel pintaba como una eliminatoria de clarísimo pronostico, de pronto parecía totalmente abierta. La considerable distancia de calidad entre ambos equipos se había visto reducida a su mínima expresión y el Emirates rugía emocionado. Özil se internó en el área por la izquierda y fue derribado por un Boateng que parecía no terminar de entender lo que estaba sucediendo. El Arsenal había merecido ponerse por delante y el mundo se preparó para vivir un partido mucho más emocionante de lo que había sido anunciado. El silencio después del fallo de Özil fue estremecedor. El encanto había desaparecido.
2.- Con el impulso inicial del Arsenal ahogado por las circunstancias, el partido tomó un camino mucho más predecible. Wenger paró a su equipo en un 4-2-3-1 que mutaba en un 4-4-2 con líneas muy juntas cuando el Bayern tenía el balón. Özil y Sanogo, los dos puntas, se pegaban a la línea de mediocampistas con el objetivo de taponar el carril central y aislar a los dos centrales bávaros en la base. El recurso no es nuevo. El primero en utilizarlo fue el Hertha de Berlín en su visita al Allianz Arena y desde entonces una larga serie de equipos lo ha puesto en práctica contra el equipo de Guardiola. Tanto Boateng como Dante tienen serios problemas para superar líneas mediante el pase, por lo que el Bayern suele atascarse cuando ambos se ven obligados a asumir la gestión del juego. Por suerte para ellos, Pep ha ideado una solución que ha venido introduciendo poco a poco en las últimas jornadas. Ayer la pudimos ver en su máxima expresión.
3.- El mecanismo es el siguiente: los laterales suben cuarenta metros, arrastrando a su marcador consigo y generando un espacio en la banda donde Kroos puede recibir con comodidad. Mientras tanto, los extremos del Bayern centran su posición y amenazan la espalda de un doble pivote que no sabe si seguir a Toni o quedarse protegiendo la zona. El que más lo sufrió durante el partido fue Flamini, El francés sabía que si salía a tapar a Kroos, entonces Götze y Robben iban a quedar totalmente libres en la zona de tres cuartos, por lo que decidió asumir una postura intermedia. Grave error. En su afán por evitar ambas cosas, el ‘20’ se quedaba siempre a medio camino y las recepciones a su alrededor se multiplicaron. Kroos se hizo con el control del partido y, haciendo gala de su espectacular rango de pase, comenzó a filtrar balones por todo lo ancho del campo. El Bayern se plantaba en la frontal del área de Szczesny con una facilidad pasmosa.
4.- Las medidas de Guardiola para solventar la salida de su equipo fueron más que positivas, pero el de Santpedor no estuvo tan acertado en otras zonas del campo. Pep sorprendió colocando a Javi Martínez de mediocentro en desmedro de Lahm, que pasó a ocupar el lateral derecho. Es difícil descifrar los motivos detrás de esta decisión, pero lo más probable es que Guardiola haya querido reducir lo más posible la influencia de Mesut Özil sobre el desarrollo del partido. El alemán es posiblemente el mejor jugador del mundo administrando transiciones y suele moverse por todo el ancho del terreno de juego buscando zonas donde recibir para disparar los contragolpes. Lahm viene realizando un magnifico trabajo defensivo en el centro del campo, pero su habilidad para llegar a las ayudas dista mucho de las de un Javi Martínez que es un especialista achicando espacios.
5.- Los resultados de la medida fueron mixtos. Özil sufrió bastante para encontrar zonas donde recibir, lo que le llevó a firmar una primera parte más bien discreta. Hasta ahí todo bien, pero el problema del Bayern fue que notó más de lo esperado la ausencia de Lahm en el centro del campo. Una de las principales razones por las que Pep coloca a su capitán en el núcleo de operaciones es que puede ocupar en cualquier momento la posición de interior sin ningún problema. Esto lleva a constantes rotaciones entre los tres mediocampistas del Bayern, que con Javi Martínez en el campo no podían realizarse. Este problema repercutió directamente en la fluidez de la fase ofensiva del Bayern, que se volvió más previsible que de costumbre. El Arsenal se veía obligado a replegar hasta su área, pero una vez ahí defendía con cierta comodidad. Guardiola probablemente hubiera firmado esta situación si a cambio aseguraba el cero en la portería de Neuer, pero como el Bayern no lograba desordenar a su rival cuando tenía el balón, al perderlo la presión no surtía su efecto y el Arsenal logró salir ocasionalmente.
6.- En esas estaba el partido cuando Kroos, cuya actuación iba in crescendo, se inventó un maravilloso pase para encontrar a Robben solo dentro del área. El neerlandés recibió más libertades que nunca para moverse por el campo y las supo aprovechar a la perfección. Su desmarque culminó en un penalti más expulsión que terminaría decantando el duelo a favor de su equipo.
7.- Tras el descanso, Guardiola olió sangre y decidió explotar al máximo la inferioridad numérica de su adversario. Como el 4-4-1 del Arsenal había obligado a Özil a pegarse a la banda, Lahm regresó al centro del campo y Javi Martínez pasó a jugar de central. El Bayern se paró en un 4-2-3-1 con Thiago y Götze permutándose en la banda izquierda y Robben en su posición habitual en el extremo contrario. Si la lesión de Gibbs ya había debilitado la defensa del Arsenal, la presencia de Özil por delante de Monreal convirtió la banda izquierda gunner en un caramelo que Pep no iba a desaprovechar. Rafinha pasó a jugar de falso lateral metiéndose hacia adentro y generándole incontables unos contra uno a Robben que sembraron el pánico en la retaguardia local.
8.- Pero eso no fue todo. Lahm ocupó el doble pivote junto a Kroos y entre los dos se encargaron de administrar la salida de balón bávara con mucho acierto. Lo sorprendente fue que, una vez llegados a la zona de tres cuartos, era Lahm el que adelantaba su posición, dejando a Kroos como teórico mediocentro. Como Toni estaba dulce, Pep quiso explotarlo al máximo dándole el mayor espacio posible para ejecutar. Lahm arrastraba una marca y Kroos quedaba solo en la frontal del área. ¿El resultado? El exjugador del Leverkusen probablemente haya firmado una de las mejores actuaciones de su vida. No solo dominó el encuentro a dos alturas, sino que lo hizo desde dos perfiles distintos, demostrando una creatividad y un acierto que rozaron lo paranormal. El Bayern abría el campo y el balón iba de un lado al otro, pasando siempre por los pies del ’39’, que marcaba el ritmo del ataque. En una de esas Kroos recibió con tanto espacio que decidió disparar a puerta. Como no podía ser de otra manera, la clavó en la escuadra. Era su noche.
y 9.- Si Koscielny y Mertesacker no hubieran estado tan acertados, el Arsenal podría haber sufrido tranquilamente una goleada histórica. El gol de Müller, que selló el 0-2 final, no hizo más que certificar sobre el papel lo que todo el mundo ya daba por hecho: la eliminatoria está prácticamente finiquitada. El Bayern tiene pie y medio dentro de cuartos de final y su cartel de máximo favorito sigue intacto. No solo cuenta con recursos casi infinitos, sino que hasta ahora su entrenador ha sabido encontrar soluciones a todos y cada uno de los retos que se le han presentado a lo largo de la temporada. Eso sí, harían mal en confiarse. Anoche, la Champions League volvió a demostrar que, aunque sea por unos escasos quince minutos, ningún resultado es seguro.
* Ignacio Archondo.
– Foto: FC Bayern
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