Cautela, inteligencia y autoridad. Estas tres palabras definen a la perfección el modo en el que Klaus Allofs está construyendo el proyecto más interesante del fútbol alemán en la actualidad. Un proyecto que conjunta todo lo que los grandes clubes necesitan: poder financiero, estabilidad institucional, apoyo de los aficionados y, sobre todo, lo más importante en cualquier aspecto de la vida y en especial en el mundo tan competitivo en el que vivimos donde la paciencia escasea: resultados positivos.
La palabra cautela ha vuelto al diccionario del club de la Baja Sajonia. Tras años de una arrogancia desmedida a la hora de ponerse objetivos por parte tanto de directivos como de jugadores que dieron como resultado unos números mediocres, Allofs llegó con la idea clara de ir poco a poco, rodeando al club de gente con paciencia (la elección de Dieter Hecking como entrenador es un claro ejemplo), marcándose objetivos realistas e intentando lavar la imagen tan deteriorara de un club antipático a imagen del aficionado en general y de la prensa deportiva.
El objetivo de la salvación y el comienzo de la reconstrucción se consiguieron con relativa comodidad la temporada pasada. En esta, el objetivo era tan sencillo como mejorar la anterior, algo que se está superando con creces y que ha vuelto a levantar las expectativas de Champions League. Pero él es claro y sigue con su discurso cauteloso y moderado de que meterse en competición europea está planificado para un futuro a medio plazo.
Ha sido muy inteligente a la hora de utilizar los recursos disponibles, entre ellos el poderío financiero de Volkswagen o incluso la ingente nómina de jugadores que le dejaron sus predecesores. Hecking y él llevaron al primer equipo a una racha de imbatibilidad de diez partidos la temporada pasada con la misma plantilla que les dejó Felix Magath –única incorporación del internacional croata Ivan Perisic–.
Era obvio que ese número desproporcionado de jugadores en plantilla era uno de los problemas principales, y rebajó el número de más de cuarenta a principios de verano a tan solo veinticuatro en septiembre. Esta reducción de plantilla permitió a Hecking trabajar con un grupo de jugadores que por primera vez en mucho tiempo se sentían felices tanto en el club como en la ciudad, creando así una buena química entre ellos, algo poco habitual en los últimos tiempos, ya que algunos declararon incluso sentirse marginados. Y a la vez creó un ambiente de competitividad tremendo al tener todos opciones reales de jugar.
Pero sobre todo destaca la autoridad con la que está actuando en el mercado, moviéndose lo justo pero dando una sensación de control total de la situación. Parece ser que por fin alguien ha encontrado la manera óptima de utilizar el poderío sin igual con el que Volkswagen dota al VfL Wolfsburgo. Luiz Gustavo y Kevin De Bruyne son dos ejemplos perfectos del poderío y autoridad que Allofs ha demostrado en estos dos últimos mercados de fichajes.
El fichaje de Luiz Gustavo fue un aviso de la nueva política de fichajes del club, donde la calidad se impone a la cantidad. El internacional brasileño era una de las piezas más codiciadas del pasado mercado de verano, y clubes de la Premier League como el Arsenal o el Chelsea mostraron interés, además de equipos rusos e italianos, pero el jugador puso rumbo hacia el hogar de la Autostadt. Todo gracias a un cúmulo de circunstancias: las buenas relaciones entre el FC Bayern Múnich y el VfL Wolfsburgo, la tasa de transferencia y el salario ofertado, la reticencia del jugador a dejar Alemania y la necesidad de contar con los minutos necesarios para hacerse un sitio en la lista de Brasil para el mundial.
Lo de Kevin De Bruyne ha sido un golpe de autoridad y quizás un punto de inflexión en la misma Bundesliga, porque se ha impuesto a los cuatro clubes que pelean con ellos por conseguir una plaza en la Champions League: Bayer 04 Leverkusen, Borussia Dortmund, Borussia Mönchengladbach y Schalke 04. Las relaciones entre Klaus Allofs y el jugador, las posibilidades reales de disfrutar de muchos minutos antes del mundial, un proyecto sensacional y ser el único equipo capaz de acercarse al precio demandado por el Chelsea hicieron que, desde diciembre el jugador, su agente y las personas más allegadas lo tuvieran claro: el VfL es el destino correcto.
Dos casos más ejemplifican el poderío y la autoridad con la que el exinternacional alemán actúa. La manera con la que está tratando la renovación de Diego, haciendo que el jugador esté pendiente de lo que diga el club y no al revés (algo impensable hace dos meses) y la adquisición del que muchos piensan que será uno de los mejores pivotes del mundo en el futuro, el belga Junior Malanda, a coste cero y con media Europa detrás de él.
Como era de esperar, las reacciones a este resurgimiento del campeón alemán en 2009 no se han hecho esperar:
El Wolfsburgo vuelve a estar en el candelero del panorama futbolístico y esta vez no por su equipo femenino. En poco menos de catorce meses, Klaus Allofs y Dieter Hecking han vuelto a poner sobre las vías a un club que, a pesar de tenerlo todo, parecía que en cualquier momento descarrilaría. El pasado mes de diciembre, con el empate a 2-2 contra el Borussia Mönchengladbach, el club cerró la mejor primera vuelta de su historia, superando incluso aquella del maravilloso año 2009, con 30 puntos, firmando también una racha de nueve partidos imbatido en la Bundesliga, siendo esta la sexta mejor racha actualmente en las cinco grandes ligas de Europa. La prensa alemana ya habla del Bayern-Jäger.
Decía hace apenas cuatro meses que: “Quizás estamos ante la construcción de un monstruo del fútbol alemán en los próximos años”. Parece que mis palabras se están empezando a cumplir, pero como dijo Klopp, «esto no es ninguna sopresa”.
* Borja Rodríguez.
– Foto: VfL Wolfsburgo
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