"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
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“Khedira, sin dudas. ¿Por qué? Porque ha jugado en el centro del campo, y de central, y siempre top”.
La llegada de Luka Modric al Real Madrid parece ser tremendamente beneficiosa no solo para el global, sino para un futbolista en concreto. Sami Khedira tuvo que haber disfrutado y mucho en el último partido ante el Granada. Luka fue titular, pero no en la base, si no en sustitución de Özil. Mourinho lo reconoció más tarde en rueda de prensa: Modric comenzó ahí para que coja forma, para que se suelte portando una camiseta que te exige y mucho. Y eso le benefició sobremanera a Khedira. Aquí, en España, anhelábamos ese mediocampista alemán que llegaba al área en cada jugada de ataque de la Mannschaft. En Madrid, ni rastro de aquella visión. Parecía otro futbolista, diferente. Tenía otras obligaciones, pocos espacios. Pero ahora debe asumir nuevas responsabilidades y ejercer un rol que ha cambiado.
Nada más comenzar el partido se comprobó. Modric baja a la base, impaciente. Él vive por y para el esférico. Quiere recibir el balón, incluso iniciar la jugada y conseguir fluidez. Khedira se aprovecha de la situación y sube, ocupando el espacio que ha dejado su nuevo compañero, su máximo aliado en el equipo. Acababa prácticamente todas las jugadas en el área, y por supuesto, por delante de Luka. Llegó a tomar tintes exagerados para el Bernabéu: nunca había visto a un Khedira tan arriba. Pero claro, su incapacidad técnica le impide finalizar las jugadas de forma excelsa. Si tuviese ese punto de calidad a la hora de finiquitar podríamos estar hablando de un todocampista de los de antes.
Pero Mourinho en rueda de prensa pronto disolvió esa asociación. Confirmó que Modric jugará en la creación. Y uno se pregunta: ¿Y Khedira? Si Mourinho opta por el actual 4-2-3-1 y no miente en la posición del recién llegado, Khedira no tendría hueco. Pero si bien decide adaptar el estilo a un 4-3-3, Khedira podría ser un interior de lujo. En el otro costado Modric y en el eje Xabi. ¿Y arriba? Queda una posición, dando por hecho que Cristiano Ronaldo y uno de los dos delanteros ocuparían dos puestos: Di María, Mesüt –e incluso Callejón– se rifarían el puesto restante.
Lo que es imposible de negar es que Mourinho ha evolucionado en su estancia del Real Madrid. Llegó con la vitola de técnico defensivo, pero la situación, el espacio y el cómo le han obligado a transformarse. Se dice que un entrenador juega a y con lo que tiene.
La duda que planea sobre el Santiago Bernabéu es si veremos al croata, a Özil y a Xabi juntos en el 4-2-3-1. En el 4-3-3, seguro. Özil puede ser un duro competidor de Di María este año si su técnico se decide por esa alineación que el año pasado era defensiva (Khedira-Xabi-Lass) y que esta campaña se podría convertir en puro espectáculo. Özil en la banda muestra un irregular resultado, pero cuando eso se convierte en positivo el alemán muestra un rendimiento muy alto.
Lo que sí es seguro es que Mourinho contaba el año pasado con 14 titulares (Coentrao, Lass e Higuaín como añadidos a los 11 habituales) mientras que las impresiones a comienzo de temporada es que ahora son 15, a falta de ver qué pasa con Essien. Callejón es otro para Mourinho. El portugués es conocedor de la capacidad del canterano y ya ha dado a entender que si la temporada pasada entraba en las rotaciones, en esta va a ser uno más del equipo titular. Y tener hasta cuatro jugadores titulares en el banquillo te aporta recursos infinitos.
Va a seguir siendo importantísimo para Mourinho. Si bien el año pasado era vital para el Real Madrid jugando prácticamente todo, va a verse relegado un escalón. Al igual que Modric, Özil, Di María, Benzema o Higuaín, jugará y mucho. No es quizás el preferido de la afición, ni el que más titulares periodísticos recoge, pero su función en el Real Madrid es imprescindible.
Es un todoterreno. Es uno de los mejores. Imposible de penetrar, es un grado enorme de dificultad el superarle con balón. Ahí está su mayor virtud, pero no la única ni tampoco la que le proporciona la confianza de su entrenador. Nunca se le ve cansado, y eso que junto con Özil se podría afirmar que era el que más kilómetros por partido corría la campaña anterior. No es veloz, pero es muy fuerte. Con casi 1.90 de estatura aporta tanto defensa aérea como peligro a balón parado. No es el mejor rematador, pero ya de por sí intimida.
Xabi agradece que fuese Sami y no Lass su escudero. Pero simplemente porque la diferencia era abismal. Tácticamente, el francés era un desastre. Quería abarcarlo todo. Con su capacidad física llegaba, pero no a todos lo sitios. No era de extrañar que Lass en el minuto 30 tuviese ya una tarjeta, con la obligación de calmar su apetito táctico. Khedira no. Khedira sabe en qué posición ha de estar en el momento oportuno, perdiéndola en pocas ocasiones. Derrocha conocimiento al lado de Xabi, formando –si el tolosarra está bien físicamente– una pareja envidiable. Poco ha tardado el alemán en leer lo que conlleva la llegada de Luka. Y es otra de las virtudes del alemán, su inteligencia futbolística.
Es su gran déficit. Hay momentos en que llega a cortocircuitar la circulación de balón del Real Madrid. No tiene un gran pase, pero se defiende en el envío en largo. No es un gran goleador ni cuando llega al área con frecuencia, porque no tiene esa calidad para acabar la jugada. Pero intimida y provoca que se descubran espacios. Aun así, él juega con sus limitaciones y aprovecha al máximo sus virtudes. La realización de su trabajo dentro del campo no es la más apreciable, pero la idea era: “Si no has visto a Khedira y el Madrid ha hecho un gran partido defensivamente es que él ha sido de los mejores”. Porque como decía Mourinho, el alemán es top, a pesar de que nunca llegará a optar al Balón de Oro.
* Carlos Jiménez Barragán es periodista. En Twitter: @CarlosJimenez_B
– Fotos: Pedro Armestre (AFP) – EFE
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