"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
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Khalid Skah (Midelt, 1967) consiguió su mayor logro deportivo en los JJ. OO. de Barcelona’92. Ganó el oro en la final olímpica del 10.000, pero lo hizo bajo una tremenda polémica, ya que su compañero Hammou Boutayeb tiró de él cuando estaba siendo doblado. La polémica persigue la vida del fondista marroquí. Esta semana se pospuso la decisión de la justicia francesa sobre una posible extradición solicitada por las autoridades noruegas. Ha sido acusado de maltrato y secuestro de sus hijos. Una historia con tintes novelescos y que bien podía formar parte de una obra literaria que utilice de ingredientes el espionaje y los servicios secretos.
Skah empezó a despuntar en 1988, cuando se alzó con sus primeros triunfos de cierto prestigio, entre los que destacó la prueba de ruta de Houlliers (Francia), una carrera con prestigio que se disputa desde al año 1972.
Un año más tarde, cuando contaba con 22 años, corrió en Bruselas en 13:17.30 (5.000), pero su gran salto de calidad lo dio en 1990 al vencer en el Campeonato del Mundo de Aix Les Bains. Ese fue su primer duelo directo con toda la armada keniana. Llegó a la última vuelta rodeado de tres kenianos y un etíope (Bulbula) y en meta logró imponerse a todos, llegando en segunda posición Moses Tanui.
Esa lucha con los atletas del este de África fue una constante de su carrera deportiva. Sus tácticas de carrera se basaban en un terrible final, que le permitió hacerse con multitud de carreras, y en una excelente colocación en el pelotón. Para lograr una buena posición no dudaba en sacar los codos. Aquel mismo año llegó a las manos después de una carrera con Wilfred Kirochi, un atleta keniano que venía de ser campeón del mundo júnior venciendo a Morceli y Cacho. El episodio tuvo lugar en un mitin en Italia.
Su medalla de oro en el cross la repetiría en el año 1991 en el mundial de Amberes, y una vez más sacaba los codos a paseo en medio de la prueba, en esta ocasión con Richard Chelimo como damnificado. Ese año lo acabaría líder del año en 3.000 al correr en 7:37.09. Pero destacó en otros dos carreras: el 10.000 de Oslo y el Campeonato del Mundo de Tokio. En la capital noruega se vio las caras con Antibo. Nunca se había visto un 10.000 tan espectacular: ritmo de récord del mundo, los corredores apurando a Domingos Castro –la liebre– para que tirara más y constantes cambios de ritmo que hacían que uno contestara a un cambio de ritmo con otro cambio. El triunfo se lo llevó Skah por su mejor final, pero es un 10.000 que quedó grabado para la historia.
En Tokio consiguió su primer gran metal en pista, al conseguir el bronce en el Campeonato del Mundo. En esa ocasión los kenianos Chelimo y Tanui llegaron delante de él en una carrera en la que se rompió desde el inicio con un ritmo cercano al récord del mundo al paso de la mitad de la prueba y que tuvo la imagen dramática de ver a Totò Antibo tambaleándose en meta por sus problemas de salud.
En 1992, en el circuito nevado de Boston, entró en cuarta posición en el campeonato del mundo de cross (ganó John Ngugi). Pero la pista era otra cosa y todo hacía presuponer un duelo entre kenianos, etíopes y Skah en los JJ. OO. de Barcelona. El 10.000 de Oslo de ese año nos había deparado un duelo entre Fita Bayissa y Richard Chelimo que hizo que encabezaran el ránking mundial antes de la cita catalana. Bayissa corrió en 27.14.16; Chelimo en 27.15.53; y el sorprendente francés, de origen portugués, Toni Martins en 27.22.78.
En Barcelona detacaban los tres kenianos, sobre todo Tanui y Chelimo, que venían de ser oro y plata en Tokio el año anterior, y los etíopes que regresaban a los JJ. OO. después de no participar en Los Ángeles y Seúl por el boicot. Sus bazas eran Bayissa y Abebe. En la final también estaban Totò Antibo y Arturo Barrios, que llegaba como recordman mundial y había sido el líder del año en 1991.
Los atletas kenianos sabían que si querían derrotar a Skah lo tenían que descolgar antes del final. Uno de los técnicos kenianos llegó a reconocer a Skah que si faltando seis vueltas no lo habían descolgado, no había nada que hacer. La experiencia había demostrado que de llegar juntos las opciones de victoria eran nulas. El fondista marroquí tenía que esperar las maniobras de sus rivales, sabía que aguantando la victoria era suya. En los primeros compases tiró William Koech, en teoría el tercer keniano, y pronto Chelimo empezó a darle relevos. La estrategia keniana era la prevista: trabajar como un equipo para descolgar a Skah.
La primera vez que un equipo keniano trabajó como un verdadero equipo fue en los JJ.OO. de México’68, cuando Ben Jipcho tiró los primeros setecientos metros para endurecer la carrera y así favorecer los intereses de su compatriota Kip Keino.
En Barcelona’92, Chelimo intentó infructuosamente descolgar a Skah. A los 6.000 metros solo quedaban tres atletas en cabeza: Chelimo, Skah y Koech. El primero en descolgarse fue Koech y la prueba quedó en un mano a mano entre Skah y Chelimo. A falta de poco menos de seis vueltas, Skah tomó el mando, pero pronto le adelantó su rival. A falta de tres vueltas se produjo el momento más polémico de la carrera, al ser doblado Boutayeb, compatriota de Skah que había logrado dos años antes vencer en el 10.000 de los Goodwill Games (un acontecimiento multidisplinar impulsado por el gigante de los medios de comunicación Ted Turner).
Boutayeb se colocó detrás de los dos líderes y durante doscientos metros y a falta de mil metros se puso delante de ellos marcando el ritmo. El estadio empezó a silbar y abuchear la actitud de Boutayeb y este decidió apartarse y dejar que tomara nuevamente el mando Chelimo, pero a falta de seiscientos metros volvió a ponerse a tirar del dúo de cabeza hasta la vuelta final. En los últimos ciento cincuenta metros atacó Skah y se hizo con la victoria. Chelimo fue segundo y Abebe fue tercero, seguido de Antibo y Barrios.
Los abucheos eran atronadores y buena parte del estadio puesto en pie estiraba el brazo e inclinaba el pulgar para abajo, como símbolo de desaprobación. En un principio, Skah fue descalificado al considerar los jueces que había recibido ayuda de su compatriota, pero finalmente el jurado de apelación revocó la decisión inicial. En menos de 24 horas Skah había pasado de tener la medalla de oro a perderla y finalmente recuperarla.
En el vídeo de la carrera se ve claramente que Skah y Boutayeb hablan, pero según Skah era para decirle que se iba a meter en problemas.
Los abucheos y la polémica continuaron en la entrega de medallas y la delegación keniana llegó a amenazar con el abandono de los JJ. OO., cosa que finalmente no se produjo. Después de Barcelona se disputó el 10.000 del mitin de Bruselas, donde Khalid Skah no pudo participar por un veto llevado a cabo por los representantes de los atletas kenianos, que hicieron piña para evitar la participación del campeón olímpico.
Skah continuó su carrera deportiva y volvió a tener momentos importantes, como su victoria sobre Gebreselassie diez días después de que el atleta etíope batiera el récord del mundo en 1994. Logró la plata en el Campeonato del Mundo de Gotemburgo de 1995, precisamente detrás de Gebreselassie, el título mundial en el Campeoanto del Mundo de Media Maratón de Oslo de 1994 y el bronce en ese mismo campeonato en 1998 (Uster, Suiza). En Atlanta’96 quedó séptimo y en el Campeonato del Mundo de Sevilla’99, noveno.
Richard Chelimo conseguiría batir el récord del mundo al año siguiente y ganar el bronce en Stuttgart’93, pero se retiró del atletismo en 1996, con tan solo 24 años. Kiptanui, su primo, comentó que su retirada fue debido a la decepción de ver que no llegaba a lo más alto. Regresó a su antigua profesión de militar en el ejercito keniano y pronto empezaron a llegar noticias de que su estado de salud se estaba deteriorando. Había subido mucho de peso y se dedicó a la bebida. Se hicieron rápidos paralelismos con la carrera de Henry Rono. Su cuerpo no aguantó los excesos y falleció a la temprana edad de 29 años fruto de un tumor cerebral.
Skah vivió durante buena parte de su carrera en Noruega, donde pasaba los veranos, llegando a fichar por el B.U.L., uno de los mejores clubes nórdicos. Por ese club compitió en innumerables competiciones, individuales y algunas de relevos, como la Holmenkoll Stafetten.
La controversia siempre le persiguió. Uno de los asuntos más turbios llegó después de unas acusaciones por parte de la fondista Aissa Dghoughi, que después de dar positivo remitió un correo a la IAAF en el que se declaraba dispuesta a colaborar y denunciaba prácticas dopantes de varios atletas, entre los que aparecía Skah como proveedor de productos dopantes.
Skah se casó con una ciudadana noruega, Anne Cecilie Hopstock, durante su estancia en el país nórdico y fruto de esa relación nacieron dos niños que tenían ambas nacionalidades. El conflicto vino derivado después de la separación de la pareja en el 2006. Vivían en Marruecos y la justicia noruega concedió la custodia de los niños a la madre. Sin embargo, los niños estaban en Marruecos y al ver que Skah no los entregaba fuerzas especiales sacaron a los niños del país. La operación no dejó nada a la improvisación: lograron contactar con los niños (Tarik y Selma), que desaparecieron de Marruecos en el 2009. Su siguiente aparición pública fue en una televisión noruega contando la historia en 2010. Los adolescentes narraron cómo lograron escapar de la casa de su padre después de que él se convirtiera cada vez más estricto. Según su versión de los hechos, Skah llegó a mantenerlos encerrados en una habitación. Lograron hablar con su madre y esta se puso en contacto con la embajada de Noruega en Rabat. Las autoridades noruegas dijeron que los niños salieron corriendo de la casa de Skah y, temiendo por sus vidas, buscaron refugio en la residencia del embajador y de allí marcharon para Noruega, pero el caso volvió a los titulares de los periódicos cuando la ministra de defensa noruego, Grete Faremo, reconoció la participación de dos militares, que estaban de vacaciones. Los jóvenes fueron llevados por el equipo de rescate a la embajada, donde pasaron varias noches para después salir en un yate camuflado que los trajo a España y de ahí ya pudieron emprender el vuelo a Noruega.
Skah, conocedor de los hechos, apareció delante de la prensa ofreciendo una recompensa de medio millón de dólares (365.000 euros) a la persona que le trajera a sus hijos de vuelta.
Marruecos denunció la acción del gobierno noruego y los acusó de vulnerar la Convención de Viena sobre la actividad diplomática al participar en lo que califican una salida de los niños fraudulenta, y pidió al país nórdico que tomara medidas contra los que actuaron en esa operación.
Este verano se produjo el penúltimo episodio, cuando Skah fue detenido en el aeropuerto de Orly (París) acusado de amenazas y violencia contra su exesposa y sus dos hijos. La orden procede de Noruega, que ha pedido la extradición a Francia. Estos días debía considerar un tribunal francés la posible extradición, pero finalmente se ha pospuesto para febrero de 2014. Tendrá que presentarse ante las autoridades francesas cada quince días y no podrá salir de la región de París.
Skah ha declarado que no es culpable sino “una víctima”. “Yo no soy un secuestrador. Los secuestradores son las autoridades noruegas. Es triste. Es inhumano. Prefiero morir antes que ser extraditado”.
En febrero tendremos un nuevo episodio.
* Óscar Fernández Villar.
– Foto: George Herringshaw (Sporting Heroes)
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