Dejen que la pasión les lleve, que el fútbol decida su destino final. Solo siéntense y disfruten una y otra vez del enorme espectáculo entre Wolfsburgo y Tyresö. Un partido a pelo, cara a cara, combate de cuadrilátero, a uno y otro lado, con corazón, desatados por el frenesí de una final de Champions. Un choque épico, apasionante, emocionante…
Una final que se decidió como un combate de boxeo. Cada equipo se llevó uno de los asaltos, hasta que Kessler dio el KO definitivo al Tyresö. A cara descubierta, ambos equipos se intercambiaron los golpes. Sin tiempo para respirar venía uno y otro, y otro más. Noventa minutos donde la Champions siempre estuvo abierta sin un ganador claro.
El fuerte golpe que recibió Goessling en el pómulo derecho antes del minuto 20 noqueó a las alemanas. Un hecho que aprovechó el Tyresö con dos zarpazos en solo tres minutos: 28 y 30. Apareció primero Marta, que controló a cinco metros del área, cambió de ritmo y definió con un enorme disparo cruzado. La brasileña buscaba su primera victoria y golpeaba al equipo alemán. A la siguiente jugada, contragolpe letal, magnífico, extraordinario que culminó la gallega Vero Boquete con un toque sutil de interior para poner el 2-0. El Tyresö estaba dejando pasando por encima del Wolfsburgo, que no encontraba la manera de reaccionar.
El descanso llegó como agua de mayo para las alemanas. Eran quince minutos para volver a la final, respirar, ordenar ideas y darlo todo en 45 minutos donde tenían que remontar el 2-0 adverso. Ralf Kellermann introdujo una novedad en el terreno de juego. Sacó a Wagner y entró Faisst. Más verticalidad en el ataque de las alemanas, a las que solo le valía morir para revalidar su título de la temporada pasada. Y en nueve minutos, dos puñetazos de sus dos killers. Primero Popp y después Müller. Era la final para que el espectador disfrutara, un duelo de titanes, como en el oeste a punta de pistola, esperando a ver quién apreta el gatillo en la próxima ocasión.
El Wolfsburgo estaba mucho mejor en la segunda parte. Empatar tan pronto y que quedara más de media hora con el duelo igualado dejaba a las alemanas con más tranquilidad para que la remontada fuese posible. Pero no habían celebrado el empate cuando Marta cogió el balón en el lado izquierdo del ataque del Tyresö y realizó un bello gesto técnico, con un enorme disparo cruzado imposible para Schult. Volvían a golpear las suecas y lo hacía Marta, que quería ser la protagonista de esta final.
Por tanto, al Wolfsburgo no le quedó otra que de nuevo empatar el partido. Las alemanas dieron un paso hacia delante en busca de una igualada consiguieron en el minuto 67 con un gol de Faisst. Una gran combinación en el ataque alemán acabó con la descarga de Popp a la banda izquierda para que Faisst fusilara la portería sueca. Quedaban más de veinte minutos y todo por decidir. Los dos equipos se tomaron unos minutos de respiro, porque el último asalto iba a ser demoledor.
Y aquí la final se paró. Nadine Kessler cogió el balón en el ataque derecho del Wolfsburgo, se fue hacia la portería con una fuerza descomunal, desatada para machacar al Tyresö y darle una nueva Champions a sus compañeras. Era ella contra todo Do Restelo. Nadie de las suecas pudo pararla, y se plantó a un metro del palo izquierdo de la portería del Tyresö. Su pase de gol fue majestuoso y ahí apareció la cazagoles Müller para sumar su décimo tanto en la competición y poner el 3-4 definitivo. Wolfsburgo tenía la remontada tan anhelada y que media hora antes estaba muy negra.
En los últimos diez minutos, el Tyresö lo intentó, pero se quedó en el puente 25 de abril. Tanto remar por el Tajo para que su sueño se escapara en los últimos minutos. Las penurias económicas de las suecas quedaron olvidadas durante estos noventa minutos apoteósicos, donde el gato al agua se lo llevaron las alemanas, que si el año pasado hacían la gran proeza batiendo al Olympique de Lyon, esta vez han conseguido una Champions heroica y cumpliendo la frase célebre de Gary Lineker: “El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, que lo saben jugar los brasileños y donde siempre ganan los alemanes”.
* Fran Moreno es periodista.
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