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Atletismo / Deportes

Kenia pide endurecer los procesos de cambios de nacionalidad de los atletas

por el 1 agosto, 2014 • 16:02

 

La AK (Athletics Kenya), federación de atletismo de ese país africano, ha solicitado a la IAAF endurecer las normas que permiten que los atletas que cambian de nacionalidad puedan competir por otros países en los principales eventos internacionales. La gota que colmó el vaso fue la presencia de atletas kenianos defendiendo a Baréin en el pasado Campeonato del Mundo Júnior de Eugene. Jack Tuwei, vicepresidente de la AK, puso el ejemplo de Ruth Jebet, ganadora de los 3000 obstáculos, que es de origen keniano y que cambió de nacionalidad unos días antes del campeonato. Bajo la normativa actual, un atleta que no ha sido internacional por su país de origen tiene la posibilidad de cambiar de país. En Oregón hubo nueve los deportistas de Baréin y en su mayoría eran kenianos. Cada país solo puede llevar dos atletas por prueba al Campeonato del Mundo Júnior, pero en Eugene se dio la paradoja de que los seis medallistas de la prueba de obstáculos, tres por sexo, nacieron en Kenia. Isaiah Kiplagat, presidente de la AK, expuso el tema en el pasado congreso de la federación internacional celebrado con motivo del Campeonato del Mundo Júnior.

Generalmente, las vías de nacionalización de atletas son varias. Una es la estancia prolongada de un atleta en un país. Las emigraciones son tan antiguas como la humanidad y hay miles de personas viviendo en los países desarrollados que proceden del tercer mundo en busca de una mejor vida. Nadie pone en duda la condición de británico de Mo Farah, dado que lleva viviendo allí desde pequeño. Son cientos los ejemplos de atletas emigrados y que llevan toda la vida en el país de acogida. Muchos de los atletas de élite de distintos países son hijos también de esos emigrantes y en muchos casos con mezcla de razas. Ejemplos de esta enriquecedora realidad son Nafi Thiam (madre belga y padre senegalés), Irene Ekelund (padre sueco y madre angoleña), Tatjana Pinto (padre portugués, madre angoleña y defiende a Alemania), Munjinga Kambundji (padre suizo y madre congolesa), Nelson Évora (padre caboverdiano y madre costamarfilense) o Paolo del Molin (padre camerunés y madre italiana).

Otra vía son las nacionalizaciones por parentesco. Los británicos hicieron uso de está condición desde el caso de Zola Budd, atleta nacida sudafricana que corría descalza y que por culpa del Apartheid no podía competir a nivel internacional. El hecho de tener abuelo británico hizo que el Daily Mail pusiera en marcha una campaña en favor de su nacionalización. La celeridad en los trámites trajo consigo muchas críticas, pero finalmente participó en Los Ángeles’84 en la famosa final en la que Mary Decker acabó por los suelos. Para los JJ. OO. de Londres se volvió a nacionalizar a varios atletas que tenían poco vínculo con Gran Bretaña, pero que tenían algún antepasado británico o procedían de los territorios de ultramar. Fue el caso de Proctor, Porter o Bingham. Esta misma política es la llevada a cabo por países latinoamericanos con los hijos de emigrantes nacidos en EE. UU., como Félix Sánchez, Dudley Dorival, Bayano Kamani o Lavonne Idlette. Esta política es la que ha llevado a cabo recientemente Nigeria, que ha nacionalizado a más de una decena de atletas procedentes de EE. UU. (Mark Jelks, Cristian Cuevas-Morton…) que tienen padres o abuelos naturales de Nigeria.

Los países más desarrollados siempre se han visto beneficiados por estas políticas. Británicos, franceses y norteamericanos, entre otros, llevan decenas de nacionalizados a lo largo de su historia, pero el proceso de fichaje de atletas ha tenido un vuelco en las últimas décadas. La política expansiva y sistemática la inició Catar, que llegó a contratar a Stephen Cherono (Saif Saaeed Shaheen) por cantidades que rondaban el millón de dólares. Esa política la siguieron otros países del golfo, fundamentalmente Baréin. Los cataríes anunciaron en 2013 su idea de no volver a llevar a cabo nacionalizaciones masivas. Sin embargo, Baréin continúa con la contratación de jóvenes valores. Turquía es otro de los países que más se ha visto beneficiado de esta política de fichajes. Atletas de origen keniano y etíope ((Elvan Abeylegesse, Polat Arikan, Ilham Ozbilen) son los que más medallas han conseguido para Turquía. Estás políticas de fichajes exprés se ha extendido y generalizado en muchos países. Los mánagers funcionan como intermediarios y son ellos mismos los que van ofreciendo atletas a los países receptores de esas nacionalizaciones. El último país que se ha incorporado a esta moda es Rusia, que ya ha anunciado que a final de año ya tendrán nacionalizados a cuatro atleta kenianos: Evans Kiplagat, Isaac Kipkemboi, Nicholas Chepseba y Amos Kibitok. Estos atletas fueron reclutados por Rusia el pasado invierno con la intención de reforzar su medio fondo masculino, que está en franca regresión. Su único atleta destacado en esta especialidad en los últimos años ha sido Yuri Borzakovski. Además, el que fuera campeón olímpico en 800 anunció recientemente su retirada del atletismo. El proyecto inicialmente constaba de una fase de aprendizaje en la que se les obligaba a aprender cultura y lengua rusa. Valentin Maslakov, máximo responsable del atletismo ruso, había criticado la nacionalizaciones exprés llevadas a cabo por otros países, pero ahora se suma a esta tendencia generalizada.

Un caso anecdótico y singular fue lo acontecido en Australia. Se trata de uno de los países más avanzados, deportiva y económicamente, del mundo. Su imagen deportiva creció muchos enteros después de lo vivido en los JJ. OO. de Sídney. Para muchos fueron los mejores de la historia hasta Londres 2012. Su nivel organizativo y deportivo está fuera de toda duda, pero si nos atenemos a lo que está sucediendo con su federación de atletismo, las cosas son un poco distintas. Las aguas bajan turbias y la última decisión por parte de la federación ha sido apartar del cargo de director técnico a Eric Hollingsworth por unas críticas a Sally Pearson. Pero no es nada nuevo. Uno de los temas más criticados en Australia fue la gestión de las nacionalizaciones y sobre todo el caso Kucheryanu. Un episodio acontecido antes de los JJ. OO. de Londres.

Alex Parnov es un entrenador ruso que emigró a Australia en 1996. Allí empezó a entrenar a un grupo de saltadores entre los que destacó Steve Hooker. También entrena a Alana Boyd y a su sus hijas Liz y Vicky. En diciembre de 2010, año y medio antes de los JJ. OO., se planteó, por parte de Hollinsworth, la posibilidad de contratar al saltador ruso Sergey Kucheryanu. El pertiguista se trasladó a Australia y empezó a entrenar con Parnov. Su idea era asentarse en Australia y competir con este país en los JJ. OO. de Londres. Por ese motivo no dudó en llevarse a su mujer y a su hija. La idea ilusionó a los responsables del atletismo australiano, que no dudaron en prestar todo su apoyo al saltador ruso. Los dirigentes australianos consideraron que era mejor invertir en el fichaje de un atleta de talla mundial antes que hacerlo en el desarrollo de atletas locales. El fichaje tenía dos ventajas a los ojos de los dirigentes aussies: uno era la contratación de un atleta del máximo nivel y el otro era que serviría para darle a Hooker un buen compañero de entrenamientos de cara los JJ. OO.

Durante un año se invirtió una buena cantidad de dinero en Kucheryanu. Entre 50.000 y 100.000 dólares es el coste estimado que tuvo para las arcas australianas la inversión en el ruso. Pero meses antes de los JJ. OO., Kucheryanu regresó a su país y acabó defendiendo los colores de Rusia en Londres. La situación perdura hasta hoy en día; de hecho, está seleccionado por el equipo ruso para participar en el próximo Campeonato de Europa que se celebra en Zúrich.

La excusa alegada para su marcha fueron motivos familiares, pero tuvo un peso muy importante el hecho de saber que finalmente no iba a poder competir por Australia en los JJ. OO. por las medidas que previamente había establecido la IAAF para el cambio de nacionalidad de los atletas. Las críticas arreciaron ya que Australia había estado financiando la estancia de un atleta que iba a defender a Rusia en los JJ. OO. y que iba ser rival de Steve Hooker.

* Óscar Fernández Villar.




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