"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
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1.- Este Barça juega a sobrevivir. A que concluya la temporada sin más decepciones ni heridas, dejando el título liguero como botín y cien interrogantes, tantos como puntos aún puede lograr. El equipo está hecho una piltrafilla, noqueado tras la paliza europea, y semejante estado colectivo desemboca en constantes retratos individuales, para el elogio o para el martirio.
2.- Más que interrogarse sobre los veinte mil fichajes inminentes, en semanas próximas habrá que profundizar en cómo se ha llegado hasta aquí, cómo fue posible que el equipo de las ideas claras llegase a semejante punto de confusión hasta hacerse casi irreconocible. Apático, sin ritmo ni concentración, como vaciado de energía anímica (cuya repercusión finaliza en las piernas), este Barça es un sucedáneo, sostenido por ciertas exuberancias individuales y por el pavor que infunde la sombra de Messi cuando aparece en lontananza.
3.- El equipo de Tito ya no somete al rival con el balón, juega a correr, largo y separado, sin poseer los atacantes adecuados para ello, Tello al margen. Las consecuencias de no someter al rival son múltiples: se hace difícil presionar tantos metros cuadrados, los repliegues resultan blandos por difíciles y las espaldas de los laterales se tornan caóticas por desequilibrio. Las áreas son dos flanes, sí, pero porque el Barça hace tiempo que dejó de someter y dominar a los rivales para adentrarse por un camino al que no se le advierte salida.
4.- Al Betis le han bastado dos sopapos para hacer temblar el Camp Nou. El primero ha pillado al Barça apenas saliendo del anestesista. Sin saber ni donde estaba, la defensa al completo se ha desvanecido, propiciando el gol de Dorlan Pabón. Ya aposentado, oliendo a vestuario tras haber errado hasta cinco ocasiones clamorosas, el Barça ha sido nuevamente empitonado en otro minuto final, aunque el disparo de Rubén Pérez poseía tal contundencia que resultaba imparable para cualquiera.
5.- Entre ambos tantos, Iniesta. Sacaba el balón Piqué, se movía Song con acierto, pero era Iniesta quien cargaba con todo: de aguador a asistente, tal era su recorrido vital. ¿Box to box Iniesta? Sería exagerado decir eso. Quedémonos en que tuvo que ser todo, lo que habla bien de él y mal del conjunto, en ese tránsito de equipo coral a simple suma de individualidades.
6.- Pese a todo ello, el equipo de Tito podía llevar ventaja clara, incluso sin haber sometido al Betis como en tiempos pretéritos. Por simple calidad había creado hasta cinco ocasiones mayúsculas, de las que tres se le fueron a Villa por el sumidero, otra a Iniesta rozando el larguero y la quinta a Tello golpeando directamente en el travesaño. Suficiente para haber vivido tranquilos, pero no para esconder las carencias en los conceptos colectivos. El equipo, sencillamente, es un desorden.
7.- Messi oculta esos problemas. Si no estamos equivocados, ha sufrido tres incidentes musculares en el último mes, mermando su participación como se vio sobradamente. Basta su presencia para remontar otro partido espeso, pues cada balón que toca es una pepita de oro que saca bajo el lecho del río. Semejante extraterrestre ha sido demasiadas veces coartada este curso, sin que entrenador y equipo consiguieran crear las adaptaciones que exigía el crecimiento del asesino de adjetivos.
y 8.- Al Barça le queda terminar la travesía y reponerse. Se ha hecho daño esta temporada aunque, paradójicamente, todavía pueda ser campeón igualando el récord histórico de puntos. Inmersos en las pesadas semanas de las altas y bajas mediáticas y de los análisis individuales, a entrenador y director deportivo les corresponde revisar la libreta donde están anotados los errores que han desfigurado al conjunto. En esas notas figuran las respuestas. Ellos saben cómo se ha llegado hasta aquí y decidirán cómo salir del laberinto. O no.
– Foto: Álex Caparrós (FC Barcelona)
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