Todo está yendo rápido para el medio brasileño Jorge Luiz Frello Filho, más conocido como Jorginho. Con 22 años recién cumplidos, en su primera temporada en la Serie A, ya se ha consolidado. Hace un año estaba en la Serie B junto a sus compañeros del Hellas Verona, peleando el ansiado ascenso a la máxima categoría del calcio. Meses después se ha convertido en una pieza fundamental para el Nápoles, tanto en la liga como en la UEFA Europa League.
Su primer tramo de temporada en Verona fue espectacular, contribuyendo en situar a su ya exequipo en la zona alta de la tabla. Un hecho que toma especial relevancia si hablamos de un histórico como es el Hellas Verona, campeón de liga en la temporada 84/85, recién ascendido. Anotó un total de siete goles, la gran mayoría de penalti, e hizo carburar a un equipo que poco tiene que perder peleando con los más grandes de la Serie A. En el conjunto gialloblu jugaba de pivote, en una posición bastante retrasada, por detrás del islandés Hallfredsson y su compatriota Rômulo. Su labor principal era sacar el balón desde atrás, ofreciendo apoyos constantes a sus compañeros, pero con su llegada a Nápoles todo ha cambiado.
Resulta curioso que el último partido de Jorginho con el Verona fuera en el Bentegodi ante su actual equipo. Aquel día cayó 0-3. Benítez le ha dado desde el primer día el mando de la nave, le ha liberado de sus funciones defensivas y dado total libertad. Es el único medio que no es suizo y tiene siempre a alguno de ellos a su espalda para lo que haga falta. Jorginho pide el balón, levanta la cabeza y juega fácil. Tener a un jugador así es una bendición para un equipo que sufría con el balón en sus pies, por eso el drama llega cuando falta (por ejemplo en el encuentro ante la Roma).
¿Qué aporta el brasileño al equipo de Benítez? Sobre todo un juego más horizontal. Desde la época de Mazzarri el Nápoles se había caracterizado por realizar un juego de vértigo, lanzando un contragolpe tras otro. Con el técnico español ha cambiado un poco el modelo, aunque sin renunciar del todo a ese juego descarado. Jorginho es un jugador que no arriesga demasiado en sus pases y siempre busca al compañero más cercano aunque a veces lanza a sus compañeros con pases largos. No se complica hasta que no le queda otra opción. Qué rápido se acostumbra uno a Jorginho, es como si llevara años viviendo bajo la mirada del Vesubio, y qué lento se hace el Nápoles cuando el balón no llega a sus pies. No es suizo, juega a uno o dos toques y tiene un futuro brillante por delante.
* Iñaki Lorda.
– Foto: SSC Napoli
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