"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Iba para buen extremo. Gracias a su velocidad innata, a su buena toma de decisiones y a su técnica propia de un chico formado en La Masia era una amenaza para cualquier contrario, especialmente si dejaba espacios a su espalda. Cinco minutos tardó el Camp Nou en percatarse de ello en su debut en este estadio. En una imagen que simboliza la situación actual en la defensa del Barça, Alba se imponía a Alves en un centro lateral que a punto estuvo de terminar en gol. El de L’Hospitalet sería la mayor amenaza valencianista en aquel choque premonitorio, que como tantos otros Guardiola-Emery (en Barcelona) terminaría con una victoria clara culé pese a haber sufrido lo indecible en el juego, especialmente en el primer tiempo.
Pero no sería hasta el año siguiente (2011) cuando el técnico vasco daría con la tecla definitiva al retrasar su posición al lateral. Era una decisión valiente, casi temeraria, pues estamos hablando de un chico de 1’69 que no destacaba especialmente en la fase defensiva y que ya constituía una amenaza poderosa como extremo. Pero su crecimiento en defensa fue exponencial, a la par que multiplicaba su amenaza ofensiva. Llegando desde atrás, Jordi Thunderball se hacía completamente imparable en carrera y era una amenaza de tal entidad que los rivales preferían mayoritariamente resguardarse a buscar sus posibles lagunas defensivas. Pero también las mismas iban desapareciendo, como confirma el hecho de que ante los duelos más exigentes era Jordi quien ocupaba el lateral y Mathieu, su infatigable socio, el extremo. Su capacidad de reacción y su crecimiento para hacer las coberturas y en el uno contra uno defensivo lo convertían en un bastión muy difícilmente superable atrás, lo que, unido a su amenaza ofensiva, llevó a que aquella banda izquierda del Valencia saliera airosa ante rivales como Barça o Madrid.
Pero su consagración definitiva no llegaría hasta la Eurocopa. Dando al equipo la profundidad por el costado izquierdo que había perdido por el derecho, fue el único jugador profundo de la España posesivo-defensiva de Del Bosque. Cuando todos la pedían al pie, él corría al espacio como un galgo, dando la solución definitiva. Tan definitiva como la asistencia a Xabi Alonso contra Francia en un partido prácticamente sin ocasiones o como el segundo gol contra Italia en la final. Y es que esa es otra: define como un delantero. Así, asistido por los brillantes centrocampistas españoles, pudimos contemplar una versión todavía superior, siendo tal vez el hombre más irreemplazable del equipo, pues aportaba una solución única. Su desembarco en Can Barça sonaba más que prometedor y el precio pagado por él (14 millones, justificados por restarle solo un año de contrato), a ganga.
Y vaya si ha cumplido las expectativas. Es esa bala que irrumpe por sorpresa, la que Messi siempre había buscado cuando los contrarios le negaban cualquier opción de progresión o disparo al hacer la diagonal. Ese jugador capaz de abarcar toda la banda izquierda, sin invadir los pasillos interiores, y permitir que el teórico extremo izquierdo pueda ser un centrocampista más o delantero centro. Ese lateral que sabe elegir los momentos y tomar las mejores decisiones, ya consistan en dar la asistencia definitiva o, simplemente, en pasar atrás. Ha sido tal su impacto que el Barça se ha convertido en un equipo que vuelca su juego en la banda izquierda, lo contrario de los últimos años. Es cierto que tiene algunas lagunas, como pérdidas en el centro del campo, algunas dificultades para cerrar el segundo palo en centros laterales o cierta tendencia a perseguir siempre al poseedor en la fase defensiva, pero en ningún caso son insalvables ni decisivas. Así, es también un activo importante en defensa (ya ha salido airoso de los duelos contra Navas y Di María, los mejores extremos a los que se enfrentará en la Liga). Y, a diferencia de lo que ocurre con la Selección, es atrás donde más se le necesita en Can Barça. Y es que, si los primeros se pasan de horizontales, los segundos de profundos. Claro que su aportación es tal que algún día toda la banda será para él y el equipo tendrá que reformarse para adaptarse a ello. Pero, seguramente, aún no esté preparado para dar el giro a la izquierda.
* Rafael León Alemany.
Seguir a @_rafaleon_
– Fotos: EFE – Mundo Deportivo
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal