Javier Fernández, un español entre nipones

por PABLO BELTRAN el 28 marzo, 2014 • 19:58

Javier Fernández añade una nueva medalla en su mochila y paso a paso va dejando huella de su talento, habilidad y complicidad con el público y jurado cada vez que salta a una pista de hielo a mostrar sus coreografías. Hoy, en Saitama (Japón), en el mismo recinto donde la selección española de baloncesto se convirtió en campeona del mundo en 2006, el madrileño ha cosechado un nuevo éxito en su corta y al mismo tiempo brillante carrera deportiva.

Esta vez, con motivo de la disputa del Mundial de Patinaje Artístico, donde el madrileño, afincado en Toronto, se ha colgado de nuevo un bronce, como hace poco más de 365 días en London (Canadá), localidad que acogió la edición de 2013. La medalla lograda esta mañana, en horario español (noche japonesa), restaña en parte el dolor de Fernández al verse fuera del podio de los Juegos Olímpicos de Sochi, aproximadamente cuando se cumple un mes de su clausura.

En tierras niponas ha completado el ejercicio libre con un registro final de 275.73 puntos, la nota más alta de su carrera, al batir su registro propio en un programa corto (96,42) y en la nota total, con tres cuádruples que han supuesto 179,51 puntos en el libre. Al ritmo de Peter Gunn, de Henri Mancini y del Harlem Nocturno de Earle Hagen, Superjavi ha demostrado que es un excelente competidor.

Su arte, plasticidad, sonrisa y magia con los patines le convierten en un deportista especial que España tiene la gran oportunidad de disfrutar en un momento de la historia donde, por derecho propio, el deporte invernal español recupera una senda perdida durante años. Un camino que invita al optimismo dentro de los escasos recursos que muchos deportistas, incluido el propio Javier, disponen, y que les obliga a emigrar para completar su preparación y, al mismo tiempo, entrenarse y verse las caras con los mejores.

Tras el sinsabor del cuarto puesto obtenido en Sochi, ha vuelto a conquistar un metal y ha regresado al tercer peldaño del podio, codeándose con los mejores. Es cierto que en esta cita se han ausentado el canadiense Chan –vigente triple campeón mundial 2011, 2012 y 2013– y el kazajo Denis Ten, bronce en Sochi. Sin embargo, todos los demás candidatos a conquistar una presea sí han participado. Por supuesto, el equipo japonés al completo.

Fernández, gracias a su excepcional mejora tanto en el programa corto como en el libre, y recordando que el primero hace un año era su debilidad respecto al segundo, se ha colado en un podio que no ha sido íntegramente japonés, cuando en alguna fase de la competición se ha podido visualizar que así podía pasar. Un madrileño, ofreciendo su mejor versión, superándose a sí mismo, lo ha impedido.

La plata no ha estado tan lejos: siete puntos. Es cierto que partía en el programa libre con la segunda mejor nota, tras el corto del miércoles. Sin embargo, un leve error en un combinado donde ha completado un lutz simple, en lugar del previsto triple de su programa, le ha impedido pelear por el segundo escalón del podio. Un mal menor, no como sucedió en Sochi, donde repitió el mismo salto en una actuación en conjunto más compleja, lo que le dejó sin cumplir todos los elementos mínimos y le apartó de la lucha por las medallas.

Con el registro final de 275.73 puntos ha conseguido su mejor marca en un campeonatos del mundo. De este modo, en el bienio 2013-2014 el patinador madrileño ha sido dos veces campeón de Europa (Zagreb y Budapest) y se ha colgado dos bronces mundiales (London y Saitama), además de conseguir un diploma olímpico.

Sin embargo, lo más importante es que ha evidenciado una notable progresión en los últimos 355 días, al superar los 249.06 puntos que le otorgaron la medalla de bronce en la cita mundialista en tierras canadienses. Un detalle este que ya insinuó en el campeonato de Europa de este año celebrado la capital de Hungría y que, de no cometer el citado error en Sochi, le hubiera abierto, posiblemente, la opción de colgarse un metal en la cita olímpica.

En Saitama ha certificado un broche de oro excelso a dos años de intenso trabajo sin mucho respiro y en el que ha ofrecido a espectadores, más o menos expertos en este deporte tan atractivo y complicado de analizar, instantes inolvidables.

Como si se tratase de una vajilla valiosa y a la vez delicada, donde un desliz te condena a que se rompa un plato y por tanto un bello conjunto, igual sucede con el patinaje: un mal giro, un salto mal ejecutado, una caída… detalles que te transportan del éxito y la alegría de estar en el podio, a la decepción de verte fuera del mismo.

El crecimiento competitivo de Javier Fernández, su arte, su complicidad con el público gracias a su sonrisa, gestualidad y programa musical, son tan importantes de resaltar como su madurez, un tanto impropia de su edad (22 años).

Yuzuru Hanyu (282.59), el joven japonés de 19 años campeón olímpico en Sochi, ha sido el gran triunfador en ausencia de Chan y Ten. Es más, ha logrado la mayor puntuación en un programa libre, superando la lograda el año pasada en London por Chan (280,98). Machida, otro nipón, ha ganado la medalla de plata con un total de 282.26 puntos.

El campeón olímpico e ídolo local, Hanyu, que apunta claramente a tomar el testigo de la leyenda rusa de este deporte, Evgeni Plushenko, ha sabido competir con esa exigencia adicional que supone hacerlo en casa, ante los tuyos, y con el recuerdo aún presente del triunfo olímpico. En un mano a mano con su compatriota Machida se ha colgado la medalla de oro con una mínima ventaja sobre su rival, que ha cedido el primer puesto cosechado en el programa corto. Eso sí, esta vez, no ha sufrido tanto en este ejercicio como en Sochi, al no caerse, pero ha tenido que completar una coreografía perfecta para remontar la diferencia que le había tomado hace dos días.

Javier Fernández sonreía mientras esperaba la nota definitiva, acompañado de su entrenador, Osner, y dirigiéndose a la cámara decía a sus amigos y familia a que pronto estará con ellos, para descansar. Bien merecido lo tiene. Dos años intensos, llenos de tensión, entrenamientos, competición, desgaste mental, emocional y físico lo merecen. La mochila con medallas, éxitos y admiración del mundo, también. En 2015, el Charles Chaplin sobre hielo promete nuevas emociones. Tal vez, por qué no decirlo, acompañadas de más éxitos.