Zdenêk Zeman: “Nosotros que somos profesionales, tenemos la misión de divertir a la gente que viene a vernos. Si no se divierten, no vuelven. Así que hay que darles algo. Si se juega bien también se divierte, pero para jugar bien hay que trabajar mucho y eso no es tan divertido”.
No suele ser ameno tener que trabajar duro para lograr éxitos personales, lo será menos cuando también tienes que encargarte de las tareas asignadas a otros compañeros. Cuesta imaginar un equipo en España que exija tanto a su mediocentro posicional como el Rayo Vallecano, que es quizá el equipo más atractivo de ver para el espectador neutral por su manera de concebir el fútbol actualmente. Javi Fuego se ha encontrado en pleno ojo del huracán táctico.
Zeman y Paco Jémez comparten un ideal, no así un mismo esquema de juego sobre los teletipos de la televisión. Su prioridad es buscar siempre vivir en campo rival para lograr los objetivos pactados. En el caso del actual entrenador de la AS Roma es por gusto propio y porque su imagen más representativa es su juego alegre e incluso se desespera viviendo sin balón y lo buscan ansiosamente. Quizá la composición de la plantilla del Rayo Vallecano haya obligado al preparador canario a tomar muchas similitudes con Zeman. Un pressing elevado sobre el contrario para ensuciar y dificultar la salida de balón del rival, permutas constantes durante la fase ofensiva, defensa adelantada para ahogar al oponente y la necesidad imperante de situar el mayor número de jugadores a partir de la línea divisoria para alcanzar una zona de comodidad. Este cúmulo de características nos permitirían definir el patrón o ideología de juego del Rayito.
En un colectivo que tiende a tener un carácter tan marcadamente ofensivo, la figura del mediocentro es indispensable y su número de tareas para compensar aumenta de manera exponencial. Javi Fuego ha desarrollado gran parte de su fútbol en un territorio hostil para un futbolista de su corte y ha vivido en primera persona los cambios e incluso ahora está viviendo una etapa de moderación táctica en el conjunto franjirrojo.
La estructuración de la plantilla del Rayo Vallecano es curiosa y prácticamente llena de más coherencia la idea impuesta por Paco Jémez. Cuentan con un número bastante limitado de efectivos que sean eficaces sin balón o con una naturaleza defensiva. En la parcela ofensiva sucede lo contrario: hay un overbooking palpable de interiores y extremos, jugadores que necesitan desbordar o tener peso con el balón para alcanzar sus máximos de producción futbolística.
Los comienzos fueron con un 3-5-2, que en algunos tramos apuntaba a ser un 3-1-4-2, donde ese segundo dígito lo abarcaba el jugador criado en la Escuela de fútbol de Mareo. Tenía que lidiar y administrar un gran cantidad de espacio, ya que Trashorras, su teórico acompañante, terminaba sumándose a la temática predominante. Javi mostró capacidad de sacrificio, de abarcar y aguantar una serie de factores extremos con la particularidad de que la línea de 3 estaba conjuntada de manera habitual por Tito y Casado, siendo ambos laterales de nacimiento. No solo tenía que lidiar con los problemas de delante, ya que la falta de costumbre o adaptación de la línea defensiva apuntaba a ser insostenible a largo plazo y a pesar del buen comienzo, con 7 puntos de 9 posibles, los siguientes partidos harían que la explotación sobre Javi Fuego cesará para optar por otras variantes más habituales. Pucela dictó sentencia en la innovadora idea de Jémez con una goleada de 6-1 que demostró todas las carencias y problemas que surgían con este sistema.
Aterrizaría sobre Vallecas el 4-1-4-1 que seguía manteniendo a Javi en un estado de alerta continúo tras pérdida. Su mayor alivio se encontró en la introducción, ya de manera definitiva, de una línea de 4 defensores en contraposición a la línea de 3 defensas citada anteriormente. Ahora todos los problemas del Rayo se canalizaban en la parte delantera tras pérdida. Los números individuales del jugador nacido en Asturias seguían creciendo, seguramente porque la exposición constante a problemas ayuda en gran parte, pero su compromiso y comprensión de lo que necesitaba el Rayo ha sido impoluta. Su acierto en la toma de decisiones para anticiparse a la actividad ofensiva del rival fueron claves para que sus compañeros se acomoden sobre los dominios del rival de la manera más inmediata posible que es al fin y al cabo la peculiar manera con la que el conjunto franjirrojo concibe el fútbol.
Finalmente parece que Jémez ha encontrado una hoja de ruta para que el conjunto madrileño logre la permanencia en la máxima categoría del fútbol español. Nuevo cambio de sistema, esta vez al cada vez más común, 4-2-3-1, donde Javi ya no está solo en labores destructivas. La aparición de un nuevo inquilino en una parcela que era propiedad exclusiva de Fuego ha permitido que el dorsal número ’18’ del Rayo pueda alcanzar su singular ataraxia. Tener un hombre donde apoyarte y con el que afrontar un problema lo hace todo mucho más llevadero: Trashorras se ha destapado como su mejor socio en la base de la jugada rayista.
Su rango de acción ha decaído; ahora la imposición de compensar al bloque no es solo suya y la división del trabajo ha sido una de las mejores noticias que ha recibido desde que comenzó la presente temporada. Interviene menos, no está en ese constante estado de vigilancia que le exigía de más, pero sigue preservando su destreza a la hora de anticiparse o forzar robos a base de entradas medidas al milímetro. Es líder estadístico de su equipo a la hora de leer los movimientos del rival con un total de 45 intercepciones –2’7 por partido– y el jugador que más tackles logra por encuentro. Es un buen canalizador de juego, su golpeo en largo no pasará a la historia pero suele atinar a la hora de ejecutarlos y en corto suele ocasionar pocas perdidas para el Rayo ya que promedia un 81’3 % de acierto en pases, siendo el futbolista que más balones recibe de su equipo tras Roberto Trashorras.
El Rayo atraviesa en estos momentos su mejor racha de la temporada 2012-2013 con 4 victorias seguidas frente a equipos como Getafe, Athletic, Valencia o el siempre rocoso Levante de Juan Ignacio Martínez. Ha costado pero la odisea de Javi Fuego en Vallecas está alcanzando su clímax y empieza a disfrutar de los frutos recogidos tras un duro trabajo en sus últimos meses y que podrían suponer, de manera casi segura, sus últimos encuentros como jugador de la entidad franjirroja. Le ha llegado tarde su maduración en la élite pero tanto él como su equipo resultan sumamente estimulantes de ver. Por primera vez en mucho tiempo el Fuego apagó un incendio.
*Nota: Paco Jémez usó el 4-3-3 en Copa del Rey frente a la U. D. Las Palmas, los 3 números que conducen a Zemanlandia, pero al no darle continuidad hace pensar que es un recurso para adecuarse a según qué tipo de rivales.
* Paola Cid.
– Fotos: EFE – Rayo Vallecano
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