Islandia, pese a su mínima extensión, ha terminado por ganarse un lugar en el imaginario colectivo. Aunque los tópicos más repetidos son acerca de su aislamiento, naturaleza salvaje y refinamiento artístico, su rendimiento deportivo no se queda atrás, especialmente si tenemos en cuenta su exigua población, con poco más de 300.000 habitantes. Los éxitos recientes en varias disciplinas, como la medalla de plata olímpica en balonmano, apuntaban hacia una edad de oro del deporte islandés, que se ha confirmado con la muy celebrada y sorprendente clasificación para la próxima Eurocopa de fútbol. Aunque otros deportes tengan su importancia, el que conocemos como deporte rey manda también en la pequeña isla septentrional. Las cifras de jugadores federados abruman si tenemos en cuenta las dimensiones del país: nada menos que unos 20.000 futbolistas bregan cada fin de semana en los estadios islandeses. Los números son testimonio de un país que no pierde la pasión por el fútbol pese a las inevitables distancias con las naciones donde hay ligas competitivas de primer nivel.
El amor por el juego nunca se reflejó en resultados llamativos de su selección nacional. De hecho, la historia reciente del país es la de triunfos pírricos (por ejemplo, el empate a cero contra una aún bisoña selección española dirigida por Luis Aragonés, allá por 2006, fue celebrado como un gran éxito en Reikiavik) e incontables derrotas. Lo que no se puede reprochar es la capacidad de sacar jugadores de talento. Dos nombres destacan si echamos la vista atrás: Ásgeir Sigurvinsson y Eiður Guðjohnsen. El primero fue un mediapunta hábil y goleador que dejó su impronta en las ligas belga y alemana y que Beckenbauer intentó nacionalizar a toda costa para que jugara con la selección alemana del Mundial 86. Fue el primer gran futbolista islandés más allá de la isla y sentó un precedente histórico. El segundo, de agradable recuerdo para los seguidores blaugranas, club con el que ganó el archifamoso sextete, es el ídolo de toda la generación que ahora ha dado el paso adelante, el jugador capaz de formar parte de plantillas de equipos de primer nivel mundial y hacerse con los más prestigiosos campeonatos internacionales.
El equipo actual no destaca precisamente por la acumulación de estrellas de gran calibre, y no merece ser analizado en virtud de los nombres que lo forman. Solo un breve apunte es importante, ya que, pese a que sí que cuentan con jugadores en equipos de cierto nivel (Finnbogason en el Olympiacos, Sigurdsson en el Swansea o Gunnarsson en el Cardiff), buena parte de los habituales del combinado islandés ejercen en clubes poco reputados de ligas menores como la sueca, turca o suiza. El triunfo islandés es el triunfo (colectivo) de un modelo y de un equipo que parece tácticamente simple, pero que esconde un enorme trabajo a nivel técnico. El sueco Lars Lagerback, que ya dirigió a las selecciones de Nigeria y Sueca, ha dado con las teclas que lo hacen funcionar, compartiendo el rol de seleccionador con el local Heimir Hallgrímsson, que se encargará de llevar el equipo en solitario una vez terminada la Eurocopa, dado que Lagerback ha anunciado su retirada.
POSICIÓN | JUGADOR | EQUIPO | PARTIDOS |
POR | Hannes Halldórsson | NEC (NED) | 8 |
LT | Birkir Sævarsson | Hammarby (SWE) | 6 |
DFC | Kári Árnason | Malmö (SWE) | 8 |
DFC | Ragnar Sigurdsson | Krasnodar (RUS) | 8/1G |
LT | Ari Skúlason | OB (DEN) | 8/2A |
Ólafur Skúlason | Gençlerbirliği (TUR) | 3 | |
MC/MP | Gylfi Sigurdsson | Swansea (ENG) | 8/5G/2A |
Elmar Bjarnason | AGF (DEN) | 4 | |
MC/EI | Emil Hallfredsson | Verona (ITA) | 6/1A |
ED/DC | Aron Gunnarsson | Cardiff (WAL) | 8/2G/1A |
Rúrik Gíslason | Nürnberg (GER) | 5/1G | |
Birkir Bjarnason | Basel (SUI) | 8/2G/2A | |
Jón Dadi Bödvarsson | Viking (NOR) | 8/1G | |
DC | Eidur Gudjohnsen | Shijiazhuang Yongchang (CHN) | 2/1G |
DC | Alfred Finnbogason | Olympiacos (GRE) | 3 |
DC | Kolbeinn Sigthórsson | Nantes (FRA) | 8/2G/1A |
Johann Gudmundsson | Charlton (ENG) | 5/1A |
Un primer vistazo a su juego, nos muestra un tradicional 1-4-4-2 como posición de partida, con una evolucion ofensiva 4-1-3-2, con un mediocentro defensivo que ejerce de pivote y nexo de unión entre el bloque ofensivo y defensivo, buscando siempre un ataque bastante vertical hacia la zona del delantero centro y la llegada de la segunda jugada, con la incorporación de la línea de tres mediocampistas ofensivos. Es en este momento en el que entra en juego la figura clave del equipo, que es Sigurdsson. El comportamiento ofensivo en los contraataques tiende a buscar la salida por las bandas, ya sea con uno de los delanteros caído a banda o con uno de los extremos buscando posibles centros al área. Islandia destaca por su poderío en los balones en largo debido a dos factores: el gran número de buenos rematadores que pueden acumular tras un centro lateral y la excepcional capacidad de Sigurdsson para incorporarse desde la segunda línea. En la imagen inferior observamos la acumulación de rematadores en el área combinada con el pivote que espera en la frontal del área para cortar un posible contraataque.
En ataques posicionales, siempre con el 4-1-3-2 como táctica base, es cuando afloran las virtudes de Sigurdsson. El mediapunta lleva la batuta creativa, contando además con la opción secundaria de hacer uso de su excelente disparo lejano. El objetivo final de los ataques posicionales es llevar el balón a una posición óptima de centro desde la cual aprovechar la superioridad numérica en áreas de remate. Para lograr el objetivo un lateral se descuelga y Gunnarson realiza el desdoblamiento ofensivo. Los dos delanteros ejercen de bregadores, luchando los balones con el objetivo final de facilitar la llegada de la segunda línea, en la que están los auténticos goleadores del conjunto.
El balance goleador de la fase de clasificación no deja lugar a dudas. Teniendo en cuenta que se ha enfrentado a rivales teóricamente muy superiores, del calibre de los Países Bajos, Turquía o la República Checa (el único equipo que fue capaz de derrotar a Islandia, aunque fuera en un par de jugadas fortuitas), haber encajado solamente 3 goles en ocho partidos evidencia un fortísimo bloque defensivo. La línea de cuatro, formada por Arnason y Sigurdsson como centrales, y Skulasson y Saevarson como laterales, se mantuvo estable durante los ocho encuentros. Respecto al comportamiento en fase defensiva de los islandeses, cabe dividirlo en dos fases. En campo rival, con una presión al poseedor del balón intensiva manteniendo la estructura 1-4-1-3-2, ya sea con los extremos si el balón está en banda o con los delanteros si está en el centro. Si con la presión tras pérdida primaria no se roba balón, se inicia un repliegue a posición de partida a campo propio, con estructura 4-4-2, en la que los dos puntas sirven para frenar o ralentizar el avance rival. Este comportamiento, que sobre las tablas resulta algo primario, es de una enorme eficacia gracias al tremendo compromiso de unos jugadores que siguen el libreto táctico diseñado por el dúo sueco-islandés a rajatabla.
En campo propio, el 4-4-2 se alterna con variantes en las que se retrasa o bien uno de los delanteros (4-4-1-1) o uno de los centrocampistas (5-3-2), en función de la posición del balón, siendo la segunda formación la más común. Gunnarson, además del capitán, es el líder defensivo del equipo, el que se mueve entre líneas según su lectura del encuentro. Resulta llamativa la defensa en zona mixta que usa el conjunto islandés, en la que el jugador persigue al rival siempre y cuando esté en una zona en la que pueda causar peligro, hasta obligarle a retroceder. En el momento en el que el rival se retira, el jugador islandés vuelve a su posición de origen. El conjunto tiene muy bien adquirido los fundamentos de basculación defensiva, ya que es capaz de hacer una transición constante entre las distintas variantes sin perder balones entre lineas. Si algo llama la atención es que es un equipo que jamás pierde la posición, disciplinado hasta el límite.
El día que consiguió la clasificación para la Eurocopa, entre la euforia colectiva, Lagerback declaró: «No me llamaría a mi mismo héroe. Héroes son Martin Luther King y Nelson Mandela, pero hicimos un buen trabajo». Sus palabras son un buen resumen de lo que es el equipo. Sin grandes invidualidades, sin aspavientos, pero realizando un trabajo efectivo y funcional. La gran victoria de la pequeña isla puede ser vista no tanto como una heroicidad, sino como el fruto de un trabajo a largo plazo bien ejecutado. En Francia se verá cuál es el límite de este equipo, que tiene muy poco que perder y mucho que ganar.
* Brais Acebal y Santiago Fernández.
– Foto: Michael Kooren (Reuters)
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