1.- Ha ganado el Barça un partido que se preveía difícil y se le puso complicado como pocas veces: bajo el diluvio, el Sevilla de Rakitic estaba empujando a Song a los infiernos y a Valdés contra sus redes y la noche tenía el color de las pesadillas para los del Tata Martino, que ni iba ni volvía. Vulgarizado en su juego, o normalizado si se prefiere una expresión más suave, el Barcelona daba una tercera muestra de fragilidad, tras las expresadas ante Levante y Real Sociedad hasta que Leo Messi dejó para su infinito álbum de gestos prodigiosos dos controles inverosímiles que acabaron con toda resistencia.
2.- Durante media hora, Rakitic fue el dueño del partido y lo puso donde quería. Solo le faltó cerrar el marcador. Movió a Song a su antojo, sacudió a la defensa visitante y colocó el balón en todas las cabezas que deseó. Aunque tuvo a un buen Bacca que llevó de cráneo a Bartra y Piqué, a Rakitic le faltó un Kanouté o un Luis Fabiano para sajar en canal al Barça, anonadado, disminuido, nuevamente impactado frente a un rival que le apretaba arriba.
3.- Luego empató Alexis, en posición ilegal y rematando como en aquella vieja figura torera del salto de la rana, pero no cambió la inercia aunque los barcelonistas suspiraron tan profundamente que los cielos multiplicaron el caudal lluvioso, descerrajando sus cañerías. Y entonces apareció Messi como tantas otras veces, solo que se le ocurrió hacer un control que sonaba imposible bajo el chaparrón y ese gesto, que en cualquier otro estaría destinado al fracaso, se convirtió en el bálsamo que calmó al Barça, además de adelantarlo en el marcador.
4.- Diez minutos más tarde, Messi repitió gesto y control (y gol) y al Sevilla se le oscureció el horizonte: habían bastado dos controles para pasar del dominio de juego y marcador a sentirse apaleado hasta el tuétano. Ahora bien, siendo majestuosos, los controles de Messi no llegaron solos, sino fruto de dos factores decisivos que se combinaron con acierto: Iniesta tomó el mando y Pedro y Alexis abrieron los espacios. Entre los tres crearon nuevamente las condiciones para que Messi se moviera como necesita. Y les correspondió con creces. Pero el primer mérito fue de quienes decidieron volver a jugar para Messi.
5.- Probablemente la comprensión de estas circunstancia sea más positiva para el Barça que el propio resultado, que de por sí es excelente, por la amplitud, por la buena presencia del Sevilla y por lo apretado del campeonato. Pero siendo magnífica la victoria, más lo es que un grupo de jugadores haya tomado la decisión de reconstruir un hábitat favorable para Messi. Pedro y Alexis comprendieron de nuevo que su tarea primordial consisteen desbrozar la maleza. Y no cabía dudar que Iniesta lo supiera y bien que se encargó de facilitarle la vida al argentino, al que buscó y encontró donde más daño puede hacer.
6.- Esta búsqueda por reencontrar condiciones favorables para la explosión de Messi, sin embargo, no llega ni se produce a través del juego posicional, lo que ni es bueno ni malo, sino mediante contragolpes. En el modo clásico, el equipo de Martino no consigue construir dichas ventajas para Messi, que vive ahogado en un mar de rivales, e incluso parece tan impaciente como la mayoría de compañeros. Las ventajas llegan al contraataque, acción en la que los cuatro mencionados, más Fàbregas, se manejan con acierto y precisión. El único inconveniente reside en que dichos contraataques solo pueden ejecutarse si el posicionamiento del rival lo permite y facilita. La ambición del Sevilla lo propició; oros días será más complicado.
7.- A Unai Emery y sus muchachos se les ha quedado el semblante de la ocasión perdida porque el Sevilla ha jugado bien, incluso muy bien durante el primer tiempo, encajonando y enojando al Barça, arañándolo con saña y encontrando todos sus puntos débiles, pero a base de desaciertos acabó derrumbando, del mismo modo que el Barça se retiró con un gran triunfo a base de eficacia y pegada, no en vano metió cuatro goles en sus cinco remates a portería.
y 8.- Los jugadores del Tata Martino se muestran en buena forma. Uno a uno, la mayoría de ellos atraviesa un momento positivo y al equipo solo se le echa en falta precisamente eso: los mecanismos organizativos que hacen poderoso a un equipo, su potencia como colectivo. Los jugadores están físicamente pletóricos, técnicamente casi bien y continúan siendo grandes competidores. Más que una cuestión de estilo o de plan, de variantes o de variables, posiblemente el momento actual sea clave para que el entrenador tome ya la decisión final sobre si las individualidades vuelven a poner todo su talento al servicio del gran cazador. Es decir, si vuelven a jugar todos para Messi y con qué instrumentos se hace eso.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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