Nueve jornadas después, el Real Madrid Castilla sigue en la cueva de la Liga Adelante, colista con tres puntos (la victoria conseguida frente al C. D. Lugo en la octava jornada). Fútbol formativo en la élite, relevo generacional y el peso de un escudo que persigue la excelencia como leitmotiv, causa y efecto de su momentánea trayectoria.
Alberto Toril, sentado en la butaca del Alfredo Di Stéfano por tercera temporada, nunca se había encontrado en una situación igual desde que volviera a La Fábrica en el 2009. Tutor de un quinta de futbolistas con los que consiguió el campeonato de España juvenil –Carvajal, Álex Fernández, Morata, Sarabia…– y a los que ha ayudado a su consagración como futbolistas de primer nivel –Jesé Rodríguez y Nacho Fernández–. Todos estos jugadores necesitaron un proceso hasta llegar a su cenit, y para ninguno sus primeros pasos en el fútbol profesional, fuera en categoría de bronce o de plata, fue fácil. La temporada 2013-2014 tenía un nuevo reto para el cuerpo técnico del Real Madrid Castilla: que los resultados y las comparaciones no devorasen la proyección de una nueva camada de mirlos.
Aún no es momento de responder a dicha cuestión. Los datos reflejan muchos obstáculos, el fútbol como un microondas gigante no da tiempo para madurar al sol de los minutos de juego sino al grill de los puntos que te dan la tranquilidad del entorno. Los jugadores del Real Madrid Castilla han arrancado la liga a contramano y el tiempo corre en su contra para conseguir la salvación, el baremo de medir para quienes tienen como óptica del fútbol base que el fin justifica los medios.
El Castilla ha cambiado de cromos y, por lo tanto, vive en un proceso de constante cambio donde busca encontrarse a sí mismo. Para Toril, el fútbol es ocupar el campo de forma racional. Con Jesé, Morata, Mosquera y Cheryshev no le hacía falta llenar el campo sino atacar los espacios; la verticalidad y el talento individual hacía simple el mecanismo de un equipo de fútbol, defender su portería y marcar gol.
Esta temporada, el tiempo que sucede entre una fase y otra es más largo, requiere más orden, frialdad, templanza y genio, sí genio, posiblemente el atributo del que más carece este equipo. El Real Madrid Castilla ha dejado de jugar en carrera para pasar al pie. Para ganar así necesitas precisión y confianza, que ahora mismo no tiene, y constantes apoyos, que no se dan unos jugadores a otros.
A nivel defensivo falta contundencia y alma. A veces sus jugadores se quedan a medio camino entre presionar y replegar, otras el acoso de un jugador llega unas décimas de segundo después o una pulgada tarde, anecdótico pero decisivo.
La victoria frente al C. D. Lugo recreó el ambiente ideal de lo que pretende ser el joven Castilla. Un equipo con frescura y desborde jugando a campo abierto, un filial que juega con dinamismo desde el eje, mezclando el juego en corto con los pases en largos, amplitud y profundidad, moviendo la pelota de acá para allá usurpando el campo rival. Defendiendo desde arriba con intensidad, brío y comunicación. En resumen, un equipo que domine las circunstancias.
Por el momento, ha sido flor de un día, fruto del estado de flujo donde el viento corría a su favor, pero hasta el último partido, frente al Recreativo de Huelva, el karma parece estar en su contra. Les hacen goles cuando mejor juegan, no ven puerta ni aunque la avasallen, comenten errores que no dan lugar a misericordia, al portero se le escapa el balón de las manos y hay días en los que a los árbitros no se les levanta el banderín –nunca puede servir de excusa ni como pretexto–.
Nada de lo que está sucediendo es natural. Muchos cambios y poca rutina, la que está buscando Toril para tomar el timón de un equipo que se está conociendo. Comenzó dibujando una idea y un esquema, el 1-4-2-3-; ahora busca poner las notas en el pentagrama. Quizás aún la música del Castilla no suene a octava sinfonía, pero son los acordes de un joven músico.
Del Castilla de las transiciones al Castilla del juego elaborado hay tres futbolistas habituales de coincidencia: Casado, Borja García y Lucas Vázquez. Los jugadores son la táctica de un equipo porque son los que juegan, los que toman decisiones alrededor de un balón, los que ponen sus capacidades al servicio de un equipo. El entrenador es el encargado de poner la base para que mezclen.
En el centro del campo es donde más teclas se han tocado. Como actores secundarios han tenido su oportunidad Cristian, procedente del R.C.D Espanyol, Aguza, promocionado del segundo filial, y Lucas Torró, del Juvenil A al Castilla siendo internacional sub-19 con España. Sin embargo, la responsabilidad debe recaer en Omar Mascarell, la pausa y ascendencia del canario ha sido de lo mejor en los últimos partidos, y en José Rodríguez que desde que llegó a la élite no ha podido dar de sí todo lo buen futbolista que es. Se vislumbra que el paso triunfal del Real Madrid Castilla va a depender de la química entre estos dos mediocentros para convertirse en un equipo fiable donde Omar sea la válvula con sus pases seguros para construir juego y José Rodríguez, los pistones de un estilo dinámico e intenso tanto en defensa como en ataque, con un jugador que toque con criterio y corra de área a área como él.
De las ocho derrotas, siete han sido por la mínima y tan sólo el F. C. Barcelona B ganó al Castilla por más de un gol (2-0). Tampoco el equipo ha encajado en un partido más de dos goles. Estos datos quizás sirvan de poco cuando miras la clasificación y te ves en el fondo después de nueve jornadas, pero es un indicio de que la suerte puede cambiar de un partido a otro. Como lo demostraron frente al Lugo, uno de los mejores equipos que han visitado Valdebebas; compitieron con ellos y sacaron lo mejor de un grupo de futbolistas jóvenes que necesita el refuerzo de varios resultados positivos.
En el camino, la maduración a pasos agigantados de jugadores con un futuro próspero que tienen que alimentar la ilusión que provocan, aquí y ahora, una manera muy real de desenmascarar el fútbol de cantera en los filiales de Segunda División.
El gol tiene que aparecer pronto en el Castilla, es una obligación. La personalidad de sus futbolistas sobre el césped es una norma para poder remar hacía la tranquilidad y el rendimiento. Dentro de unos años, cuando alguno –si lo hay– saboree las mieles del éxito, a pocos les importará qué les sucedió en el camino, pero seguro que ninguno de ellos podrá olvidar el comienzo de la temporada 2013/2014 en su carrera como futbolistas. Pocos serán los mismos, de aquí a junio, cuando llegue el final de temporada; unos crecerán y otros menguarán en su senda hacía el éxito.
* Miguel Ángel Montoya es periodista. En la web: zidanesypavonesfc.blogspot.com
– Fotos: Pedro Castillo (Real Madrid)
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