"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
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1.- La de hoy ha sido una derrota más, pero no ha sido una derrota más. Al fin y al cabo, el Barça no gana en Anoeta desde 2007. Por lo tanto, solo es una derrota, pero el modo en que se ha producido desemboca inevitablemente en dos orillas pantanosas: la impotencia y la decadencia.
2.- La Real Sociedad se lleva una nueva cornamenta de caza a su pared de trofeos. Ha contado con el afortunado gol que Jordi Alba le ha marcado a su propio portero de imparable cabezazo, pero a continuación ha sobrevivido durante 89 minutos gracias a la buena organización defensiva que acostumbra a ser seña de identidad de David Moyes. Primero se ha defendido en 4-4-1-1, con Canales tapando las líneas de pase de Busquets y dobles parejas sobre los interiores barcelonistas: Prieto y Bergara sobre Iniesta; Granero y Chory sobre Xavi. Más tarde no ha dudado en defenderse en 6-2-2 y el resultado es que ha sufrido poco, apenas al final.
3.- Ni sin Messi ni con Messi, el Barça no ha pisado el área local hasta el minuto 75. Hasta entonces, el juego barcelonista ha seguido unas directrices invariables: balón en los pies de Mascherano, diagonal al extremo opuesto (Pedro), intento de acceso al área bien dificultado por los laterales donostiarras y devolución al interior. Mascherano como eje distribuidor del juego del Barça es un símbolo que no necesita excesiva ampliación.
4.- Para conseguir que ocurriese así, la Real ha prescindido de cualquier presión alta. Replegada en bloque bajo, con las distintas disposiciones ya mencionadas, y con Busquets cegado por Canales, simplemente esperaba que el balón llegase a Mascherano (pues Vela se ocupaba de negar a Mathieu) para que la rueda volviera a girar. De este modo, el Barça solo encontraba como hombres libres al central argentino o a los laterales, Montoya y Alba, a cual menos acertado. Y con el balón en la banda, este Barça incluso posee menos recursos que si lo maneja Mascherano desde el círculo central.
5.- La propuesta defensiva de la Real ha tenido éxito, pues ha logrado conducir al Barça permanentemente a un “cul-de-sac”. O, lo que es lo mismo, a que fueran los laterales quienes tuvieran que dar el penúltimo pase. Y si Alba en la izquierda no ha estado afortunado y, además, ha coincidido con un Pedro errado en sus controles -que no en los desmarques-, en la derecha Montoya ha vivido una pésima noche ofensiva, malgastando todas las oportunidades, fuese por decisión o por ejecución.
6.- Así pues, los recursos del Barça, más allá de mover el balón a una velocidad tenue hasta llegar al balcón del área donostiarra, han sido básicamente tres: los cambios de orientación de Mascherano al extremo izquierdo; los centros inocuos de los laterales desde las bandas; y los pases verticales a Luis Suárez situado como “hombre boya”, desaprovechados la mayoría de ellos por encontrarse bien rodeado. No puede sorprender que el equipo haya acumulado solo cuatro disparos a portería en todo el encuentro, ni que podamos decir que solo ha pisado el área de Rulli en los últimos quince minutos.
7.- Con Messi, Neymar y Alves sobre el campo, entrando gradualmente tras el descanso, el Barça ha sido más peligroso, pero no ha jugado mejor. Si acaso, la presencia de Messi ha resultado más intimidatoria, como es lógico, pero en realidad el portero local solo ha vivido dos momentos de extremo peligro: el primero en el minuto 85, cuando Luis Suárez ha tirado un excelente desmarque a pase vertical de Xavi para quedarse solo ante el guardameta; y el segundo, un minuto más tarde a cabezazo del uruguayo tras centro lateral. En ambos casos, Rulli ha ganado el pulso.
y 8.- La derrota sufrida en Anoeta, justo el día que el tropiezo del Madrid permitía al Barça volver a ser dueño de sí mismo, llega en un momento especialmente agitado en el club catalán. Aunque el partido admita una variedad de atenuantes, el momento es convulso porque a la decadencia de los últimos veinte meses se suma ese intangible llamado impotencia. Los jugadores se han entregado por completo sobre el césped y del entrenador no cabe dudar que se esfuerza por encontrar soluciones, pero la orquesta suena cada vez peor, más desafinada, con la languidez propia de una película triste de Visconti, al modo de Andrés Iniesta, quizás el jugador que parece más triste de todos y también el más alejado de su mejor versión. Quizás todo será pasajero y Luis Enrique apartará al equipo de esta nube de impotencia que le envuelve. O quizás no.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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