1.- El Real Madrid empató y casi dejó al Athletic culminar su enésima remontada en San Mamés no por la expulsión de Cristiano Ronaldo, titular venidero hasta que el vendaval del derbi madrileño de Copa del Rey absorba la atención mediática nacional. No fue solo por la despiadada voluntad impuesta por los rojiblancos sobre el campo durante hora y media, que también tuvo su grandísima parte de culpa. Fue, en realidad, por la incapacidad madridista para encauzar un partido encarrilado por un canal que llevara las aguas de la victoria a buen puerto. Modric y Xabi se hundieron entre gabarras encabritadas y el Madrid no supo aguantar.
2.- La trascendencia real en el partido de la expulsión de Cristiano Ronaldo se resalta en la nulidad ofensiva del Real Madrid a partir del susodicho instante. No hubiera sido la primera vez en los últimos años que el Madrid encuentra oro jugando con diez jugadores. Pero sin Cristiano, el ataque no existe. Se transforma en una utopía inalcanzable para los atacantes que continúan, que se consideran a sí mismos insuficientes para pellizcar al rival, aun cuando pudiesen hacerlo sobradamente. Cristiano es un faro que guía a la armada blanca en la ofensiva. Si su luz se apaga, la armada se pierde.
3.- Hay frases que se repiten una y otra vez y acaban cansando al oído, retumbando en la cabeza como un recuerdo negativo que queremos borrar de nuestra memoria. Pero no por ello dejan de ser verdad, y verdades como que si contra el Madrid cometes un fallo, te la va a clavar doblada. Es tan imperdonable el fatal despiste de Iturraspe que precede al gol de Jesé como verdad es que el partido de Ander Herrera es para recordar durante muchos años. Su mala suerte es que coincide en generación con Busquets y Javi Martínez, de lo contrario actuaría como referente en la medular de la selección española.
4.- Las tres gabarras del centro del campo bilbaíno fueron botadas a los pocos minutos de empezar el partido, y la libertad reinante dejó campo abierto para que el Madrid buscase solucionar la noche por la vía rápida. Aparecieron Iturraspe, Herrera y Rico en la ría de Bilbao a tiempo, cuando la tormenta blanca comenzó a escampar. Desde ese instante, hasta el final, ellos gobernaron las aguas contra viento y marea, imponiendo su superioridad física a las tímidas naos que parecían los centrocampistas madridistas. Los tres trabajaron sin pausa tanto en construcción como en destrucción.
5.- Ander Herrera se ha rescatado a sí mismo en el momento propicio de la temporada, justo cuando en unos meses se empiezan a dilucidar los caminos de unos y otros equipos. No fue un inicio de curso excelso el del exzaragocista, parecía no contar para el Txingurri, incluso, pero Ander está alcanzando la madurez futbolística y su paciencia y laboriosidad le han permitido ir entrando progresivamente en el equipo hasta no solo asentarse, sino también liderar el proyecto de Valverde. No se escabulle del barro cuando se debe meter en él, roba balones, los asegura y los sirve, todo ello regado con elegancia.
6.- Este tipo de partido, de ritmo altísimo y rival agobiante, viene de perlas para analizar las carencias del equipo de Ancelotti. En situaciones favorables, o menos tensas, el Madrid se muestra maduro y tranquilo, inconstante en el juego, pero con las ideas claras. En esos derroteros, mantiene la pelota con inteligencia y lleva el peso del juego con cierta holgura (todavía verde). Si se le presiona y se le agobia, el Madrid todavía no sabe gestionar la posesión, no junta jugadores alrededor de la pelota para dar desahogo al juego y vive de recuerdos del pasado, como son los destellos eléctricos de sus jugadores determinantes.
7.- Al sentirse rodeado y casi superado, la precisión se reduce intensamente y las limitaciones del Di María como interior se exponen desnudas al público crítico. Hay momentos en los que el Fideo no encuentra el término medio entre el ataque y la cobertura de su espalda, entre el apoyo a Modric y Alonso en el medio y el despliegue junto con Cristiano en el margen izquierdo. A priori, un costado con Marcelo, Di María y Cristiano en línea debía haber amargado la existencia a un lateral improvisado (si es que De Marcos es un lateral improvisado, porque este chico hace lo que se le pida, y muy bien). Sin embargo, el rendimiento de ese trío ha servido para ensalzar la figura del ’10’ rojiblanco, insuperable atrás y con aliento suficiente para llegar arriba con Susaeta.
8.- Lo que no concuerda con el rendimiento y la intensidad altísimos del Athletic son las ocasiones reales sobre la meta de Diego López. Si hablamos de paradas del arquero gallego, prácticamente solo podremos contar la realizada en la segunda intentona de Ibai Gómez, calcada a la del gol del empate. El juego está, los recursos existen, pero las oportunidades no aparecen. ¿Qué es? Carlos Martínez, de Canal Plus, dice que falta “finura” en los metros finales, cierta pausa en la búsqueda del último pase, que el Athletic se desboca cuando se interna en el área o en sus suburbios. Puede ser. También influye que el estado de forma de Ramos y Pepe sea magnífico, más allá de las paredes inmaduras que tiró el andaluz con Ibai.
9.- El primer tiempo fue rojiblanco de cabo a rabo, pero tras el descanso el Madrid salió mucho más metido en el juego, más enchufado al partido. Las energías (e ideas) renovadas por Di María en el descanso le ayudaron para encontrar su hueco en el partido. Pudo atar más y mejor a Mikel Rico y se encontró a menudo con Marcelo. Y Jesé, del que no hubo noticias en cincuenta minutos, olió sangre y apareció en el momento justo para asestar el bocado. 20 años, primer año en primera y tres goles: Camp Nou, Mestalla y San Mamés.
10.- A un Athletic de similar intensidad, solo un poco inferior, el Atlético de Madrid lo eliminó en la Copa del Rey venciendo en ambos envites. Se está hablando que este Atlético no es el mismo de los primeros meses de campeonato, que ya no vence convenciendo, pero sigue ganando, y ganando bien. El rigor defensivo del Real Madrid será un gran aliado para los blancos, porque si el Atlético impone una marcha tan alta como la de hoy de los vascos en las semifinales de copa, el Madrid va a sufrir hasta la extenuación por controlar alguna fase de los dos partidos.
y 11.- La liga sigue siendo cosa de unos pocos, este año es de tres, ¿pero no les parece que los partidos grandes están siendo (casi todos) realmente grandes? Se agradece que los Athletic-Real Madrid no sean un paseo del equipo blanco cada vez que se crucen, sin que por ello se entienda un aversión a un triunfo holgado del Madrid. Hablamos de una tensión y un suspense propios de los grandes clásicos de nuestra historia futbolística. Lo mismo se puede decir del Barça-Valencia, o del Real Madrid-Atlético de la primera vuelta. Los grandes partidos hacen grande a nuestra liga, y recuperarlos es un gigantesco placer.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Rafa Rivas (AFP)
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