"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Por segundo día consecutivo el HSV Hamburg ha dado la campanada en el Lanxess Arena de Colonia, donde se ha proclamado campeón de la Champions League de balonmano, competición a la que se clasificó gracias a un wild card. Si en las semifinales doblegó al Kiel, favorito en todas las quinielas, hoy ha cumplido ante el campeón de la Liga Asobal, el F. C. Barcelona Intersport (29-30).
Agarrones, golpes, lucha… En definitiva, el partido arrancó como una auténtica batalla. Las defensas se sobrepusieron a todo ataque y, cuando no fue así, aparecían Johannes Bitter y Daniel Saric, hoy guardián de la meta azulgrana, para remediarlo.
El conjunto español saltó a la pista con una defensa 6-0 muy profunda para evitar el lanzamiento de la primera línea alemana, que se había revelado muy efectiva. El central croata Domagoj Duvnjak, autor de doce goles ante el Kiel, se marchó al descanso con un único tanto tras cuatro lanzamientos. Únicamente Marcin Lijewski pasaba de los dos goles en ese momento, pero le hicieron falta siete disparos para superar tres veces a Saric, una de ellas desde los siete metros. Con este balance podría decirse que la táctica planteada por Xavi Pascual funcionó a la perfección.
En el otro lado de la pista, Martin Schwalb partía con el 5-1 habitual, con Igor Vori en el adelantado. Rápidamente vio que este era un partido de lucha, por lo que optó por copiar el planteamiento de su homólogo azulgrana. También funcionó en su caso, solo Siarhei Rutenka consiguió anotar con cierta regularidad. Al descanso, cuatro goles llevaban la firma del bielorruso.
Las exclusiones se sucedieron durante la primera media hora, dos para cada bando. Incluso Igor Vori mereció haber sumado una segunda, pero los colegiados pensaron de otro modo.
El Barcelona Intersport marchaba hacia el vestuario con dos goles de ventaja (11-9). Habían ido por delante durante toda la primera parte, con un colchón de entre uno y dos tantos, pero aún quedaba mucho por decidir en el Lanxess Arena.
Tras la reanudación, la defensa azulgrana se mostraba más lenta y menos contundente, mientras que Lindberg disponía de un siete metros para devolver la igualdad al marcador. El danés se encontraba nuevamente con Saric, mientras que Rutenka tenía más suerte en el otro lado, cuando anotó una pena máxima a pesar de que Bitter conseguía rozar el balón (12-10). A continuación, Víctor Tomás anotaba al contraataque, una novedad en la finalísima europea, para poner a los suyos tres arriba, un margen también desconocido hasta el momento en este duelo.
Máxima ventaja para los azulgrana, que seguidamente encajaban un parcial de 0-3. La poética del deporte hacía que el encargado de poner el empate a 13 fuese Duvniak, tras una primera parte para el olvido. Además, el gol del croata traía otra buena nueva para los suyos, una superioridad numérica por la exclusión de Juanín García, quien intentó desequilibrar al central cuando estaba a punto de perforar la red barcelonista.
Con un jugador menos, los de Pascual volvieron a meter la directa, y habrían vuelto a ponerse tres arriba de no ser por el pie milagroso que Bitter le sacó a Tomás. Los ataques de ambos conjuntos brillaban por primera vez en este partido, con una constante alternancia de parciales goleadores. Esta vez tocaba que el conjunto hamburgués devolviese las tablas al marcador, pero esta vez la cosa fue a más. A Igor Vori le llegó su primer balón cómodo en los seis metros y logró borrar el cero que reflejaba su casillero anotador. El Hamburgo conseguía así su primera ventaja.
Las tornas se cambiaban, el Barcelona Intersport pasaba a estar a remolque del rival, que conseguía ponerse dos arriba. Se trataba de los peores minutos de los azulgrana, momento perfecto para que Xavi Pascual pidiese tiempo muerto y diese entrada a Dani Sarmiento y Arpad Sterbik. El revulsivo funcionó a la perfección: el canario soltó un latigazo para anotar su segundo gol del encuentro, mientras que el guardameta encadenó tres meritorias paradas para cerrar la hemorragia. La última de ellas servía a Víctor Tomás como punto de partida de un contraataque que acabó en gol, para poner de nuevo el empate (20-20).
Los de Schwalb volvían a coger la delantera, pero también veían cómo Vori sufría una nueva exclusión. A pesar de contar con uno menos, el Hamburgo abría una brecha de cuatro goles en cuestión de un minuto, liderados por un Michael Kraus que en la segunda parte vivía sus primeros minutos en esta Final4.
Aún con superioridad, Sarmiento se armó de valor para asaltar la meta rival, con un siete metros y la exclusión de Matthias Flohr como resultado. Como es habitual, Rutenka no falló, solo ante el guardameta rival.
Quedaban cuatro minutos por delante y el Barça aún perdía por dos (22-24). Los blaugrana veían que el título se alejaba y volvieron a la intensidad defensiva de la primera mitad. Nuevamente Tomás ejercía de capitán y ponía el empate, situación que también se daba con 30 segundos por jugarse. Ambos equipos contaban con 25 goles, pero Rutenka tenía en su mano conseguir la novena Champions League para la vitrina culé.
Además de poética, el deporte entiende de justicia, por lo que Bitter detuvo el lanzamiento del bielorruso. El conjunto alemán, con un fondo de armario muy inferior al de su rival, no merecía perder así.
En el primer tiempo de la prórroga el parcial fue de 1-3 para el conjunto alemán, con dos goles de Dubniak que podrían haber sido tres si no hubiera aparecido Sterbik, por un solitario gol de Juanín García por el bando rival. El leonés se encargó de poner nuevamente un empate que duró poco en el elctrónico. Minuto 69 de juego y balón para el Barça, que veía cómo los lanzamientos de Gurbindo y Juanín se estrellaban contra Bitter, mientras que el de Sarmiento se marchaba por encima de la portería defendida por el alemán.
Final del partido, primera Champions para el conjunto del norte de Alemania, actualmente quinto clasificado en la Bundesliga. Pero el deporte no entiende de números sino de méritos, y los de Martin Schwalb merecieron levantar ese trofeo más que nadie tras plantar cara a los dos gigantes del balonmano continental.
El Kiel alemán llegaba a esta Final4 como vigente campeón y principal favorito a levantar el trofeo. Era la tercera vez que el conjunto alemán llegaba a la fase final de Colonia desde el cambio de formato en la temporada 2009/10. En las dos anteriores ocasiones se había proclamado campeones, pero ayer fue el Hamburgo el que despertó de su sueño a los hombres de Alfred Gislason, que hoy encajaron ante el Kielce polaco una nueva derrota (31-30; 19-12 al descanso) en la lucha por el tercer puesto.
Para conseguirlo, el conjunto dirigido por Bogdan Wenta mostró su mejor cara desde el pitido inicial y cruzó el ecuador del primer tiempo con una renta de nueve goles (14-5), una situación impensable hace dos días. La defensa del conjunto polaco funcionaba, la portería defendida por Slawomir Szmal también y los extremos se mostraban infalibles de cara a la portería rival. La pareja croata formada por Ivan Cupic y Manuel Strlek se combinó para anotar diez goles en la primera media hora, mientras que el diestro Mateusz Jachlewski se sumaba a la fiesta anotando tres más.
Así, el marcador reflejaba una diferencia de siete goles al inicio de la segunda parte, pero aún quedaba media hora por delante. Con Daniel Narcisse y Filip Jicha a la cabeza, el conjunto alemán recortó poco a poco las distancias, aprovechando un periodo de cinco minutos que el rival pasó sin anotar. Consiguió ponerse a un gol, incluso tuvo en las manos de Momir Ilic el empate a 30 segundos del final, cuando mandó al larguero un lanzamiento de siete metros. Las esperanzas alemanas finalizaban con ese fallo. El Kielce conseguía su primera victoria en una Final4 de la máxima competición europea de clubes.
* Gonzalo Carpio del Saz.
– Fotos: www.ehffinal4.com/en/
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