"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
‘Mariscal‘. Buena parte de la lista de virtudes de Gabriel Alejandro Milito (Bernal, 7 de septiembre de 1980, 1,76 m, 78 kg) se sintetizan en su apodo. Milito, uno de los defensas de mayor calidad técnica que ha dado el fútbol argentino en su historia, encarna la diferencia entre lo que es un “futbolista” y un “jugador de fútbol“. La línea que distingue ambos conceptos parece nimia. La liviandad con la que se suele entremezclar ambas cosas hace que la distinción parezca extremadamente delgada. Pero es todo lo contrario. El futbolista puede ser un gran jugador de fútbol, pero hay muchos grandes jugadores de fútbol que no han sido futbolistas. La profesionalidad es un grado y Milito hizo gala de ella en toda su carrera.
Su influencia resultó decisiva en cada uno de los clubes en los que estuvo. Referente positivo. Agitador de vestuarios necesitados. Líder. El primero en llegar, el último en irse. Voz y voto calificados. Para comprender el poder y la convicción que mana de Gabriel Milito basta recuperar una anécdota. Pep Guardiola recurrió a él para que le brindara a sus compañeros del Barça la segunda parte de la charla táctica previa a la final del Mundial de Clubes 2009, frente a Estudiantes de La Plata. Encuentro en el que el Barça se impuso por 2-1 con goles de Pedro y Messi en la prórroga tras empatarlo en el minuto 88 del tiempo reglamentado.
Tras conocerse lo que había ocurrido un rato antes de aquella finalísima del 20 de diciembre en Abu Dhabi, varios de los compañeros de Milito, consultados, se mostraron incluso sorprendidos por el nivel didáctico y comunicacional que había expuesto el ‘Mariscal‘ en su improvisada arenga.
La vida de Gabriel Milito tiene el registro de una película. Gesta, furia, drama, épica, amor e identificación con una idea y unos colores. Jorge, su padre, le había llevado a él y a su hermano Diego (delantero del Inter de Milán en la actualidad) a jugar a ‘La Academia’, Racing Club de Avellaneda. Un día, Néstor Rambert, tío de Sebastián Pascual Rambert -aquel delantero del Zaragoza 1995-96-, vio a ambos en acción y se quedó prendado. Néstor era uno de los entrenadores de la cantera de Independiente y se los quiso llevar a la casa de los ‘diablos rojos’.
Es interesante que sepan que si bien los estadios de Racing Club e Independiente están separados apenas por dos calles, la rivalidad que existe entre ambos clubes no tiene límites. Los une el odio.
El anhelo de Néstor Rambert se vio satisfecho en parte. ‘Gaby‘, hincha confeso de Independiente por herencia de su abuelo Antonio y su madre Mirta (fanática de ley), se mudó con gusto. No así Diego, por cuyas venas, como ocurría con papá Jorge, transitaba sangre de color celeste y blanca.
Gabriel creció al amparo de la Doble Visera (así se conocía al estadio de Independiente). Rechazó en 1999 una venta al Olympique de Marsella por 4 millones de dólares (“Hasta los pasajes para viajar me mandaron, pero soy joven; ya tendré tiempo de irme”). Y en 2000 se erigió en capitán a los 20 años, casi tres después de haber debutado en Primera (21 de diciembre de 1997; Independiente 2 – Ferrocarril Oeste 0). Diego fue adquiriendo relevancia en el Cilindro (sobrenombre del estadio de Racing) a fuerza de marcar goles.
En 2001 ‘Gaby‘ sufrió la lesión que marcó su carrera: rotura de ligamentos cruzados de la rodilla derecha. Recuperarse le costó. Y casi no vuelve a jugar con el ‘rojo‘: el 30 de junio de 2002 finalizaba el contrato y quedaba libre, con el pase en su poder. Sin embargo luchó, se exigió, y a sólo 20 días de la fecha límite firmó la renovación. “Antes de irme de Independiente quiero salir campeón”, dijo, en respuesta al gesto del club al retribuirle confianza.
Exhibiendo un nivel sensacional como defensa central zurdo, cumplió su meta. Conquistó el Torneo Apertura 2002 con Independiente y se despidió del club el 5 de julio de 2003 (San Lorenzo 1 – Independiente 0). Gabriel Milito, el ‘Mariscal‘, se iba vitoreado la tarde en que Sergio ‘Kun‘ Agüero debutaba como profesional.
El Real Madrid tenía todo listo para su fichaje. Contrato de 4 temporadas y pago de 3,5 millones de euros a Independiente. Sin embargo, al momento de anunciarlo, se echó atrás. La entidad explicó en un comunicado emitido el 21 de julio de 2003: “Habiendo realizado el imprescindible reconocimiento médico y tras rigurosas exploraciones, el cuerpo médico del club considera que, teniendo en cuenta la intensidad y la frecuencia de los esfuerzos exigidos por el Real Madrid, no puede garantizar el máximo rendimiento del jugador durante las cuatro próximas temporadas”.
Sin embargo, en los pasillos del estadio Santiago Bernabéu, otra versión daba vueltas. El presidente Florentino Pérez se había arrepentido de ficharle porque Gabriel no había tenido un buen desempeño en un partido amistoso entre Argentina y Uruguay, e incluso había tenido el infortunio de marcar un gol en propia meta.
Tras la condena pública del Real Madrid sobre el estado físico del jugador, apareció el Zaragoza para acometer su fichaje. El 17 de marzo de 2004, casi 8 meses después de la negativa del Real Madrid a ficharle, ‘Gaby‘ lideró al Zaragoza en la final de la Copa del Rey frente a los ‘Galácticos‘ de Pérez, tumbando al Real Madrid en la prórroga y alzándose con el título 2003-04. El 24 de agosto cayó el doblete. El Zaragoza venció al Valencia en Mestalla (1-3) tres días después de haber caído (0-1) en La Romareda, y ganó la Supercopa de España.
Gabriel comandó al Zaragoza hasta el 19 julio de 2007, día en que fichó por el Barça y fue presentado. Víctor Muñoz y Raúl Longhi (actual técnico del equipo filial del Espanyol), entrenadores suyos en el equipo aragonés, casi se emocionaban al hablar de él. De todo lo que aportaba al plantel y de lo mucho que ayudaba a sus compañeros a ser mejores cada día.
Diez meses después de que el FC Barcelona adquiriera sus derechos por 20,5 millones de euros por 4 temporadas y colocara una cláusula de rescisión de 90 millones de euros en su contrato, volvió a lesionarse de gravedad. Sus rodillas, la izquierda primero, y la derecha después, le hicieron pasar un calvario durante más de un año y medio, pero su enorme fuerza de voluntad y el ánimo inagotable de su familia obraron el milagro. El 30 de noviembre de 2009 recibió el alta médica y el 7 de enero de 2010 volvió a jugar. Su propia épica le tenía reservado participar activamente de los éxitos del Barça que maravilló al mundo entre 2010 y 2011. Luego, disputar la Copa América 2011 con la selección argentina fue una suerte de rúbrica para su trayectoria. No hubo título, ya que la albiceleste fue eliminada por penaltis por Uruguay en cuartos de final, pero su triunfo fue llegar, después de tantos sufrimientos.
Al regreso a Barcelona y tras conocer de labios de Guardiola que no tendría participación en el equipo, decidió que era el momento de cumplir con el objetivo que se había fijado al salir de Argentina: retornar a Independiente. El Zaragoza le ofrecía el triple del dinero que ganaría en el club que le vio nacer, pero el amor era más fuerte.
Se encontró con un club arrasado en todo sentido. Futbolístico, económico e institucional. Su aporte fue mucho más importante fuera de la cancha: donó 50.000 dólares para que el club construyera un gimnasio profesional. Aconsejó a la joya del equipo, Patricio ‘Pato‘ Rodríguez, que firmara contrato. Peleó por el dinero del plantel, primero con el expresidente Julio Comparada -acaso el peor directivo que haya pasado por la presidencia del club en toda su historia-, y luego con Javier Cantero, actual mandatario, honesto, quien trata de reconducir la situación y devolverle la grandeza perdida a la institución.
Pero el 12 de junio de 2012, “agotado física y mentalmente”, Gabriel Alejandro Milito anunció su retirada del fútbol profesional. 13 títulos entre Independiente, Real Zaragoza y FC Barcelona dan lustre a su periplo, más un Campeonato sudamericano Sub-20 obtenido con la selección argentina juvenil.
Su último partido lo disputó el 17 de junio de 2012, frente a San Lorenzo (0-0), el mismo rival ante el que se había despedido antes de emprender su aventura europea.
Ahora, mientras disfuta llevando a sus hijos al colegio High School de Quilmes cada día, hace el curso de entrenador. Los grandes referentes no deberían irse nunca del fútbol. Por suerte, el fútbol mismo les da y nos da la posibilidad de continuar aprendiendo y disfrutando de ellos. Aunque sea desde otro lugar.
* Roberto Martínez es periodista y escritor. En Twitter: @romartinez70. En la web: toqueygambeta.com
– Fotos: Aragón Sport – Reuters
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