La diferencia de imagen que gozan la ciudad de Valencia y el barrio madrileño de Vallecas es abismal. Los tópicos relacionan la primera con ciudad de las ciencias, corrupción y cierto conservadurismo político. Ese imaginario común sitúa al segundo entre la imagen del barrio obrero de clase baja y los recuerdos de Poli Díaz, un boxeador del pueblo, con mensaje, pero ligado estrechamente al mundo de las drogas y en sus peores días a la pornografía.
El conocido entrenador colombiano Pacho Maturana decía aquello de que «se juega como se vive», y posiblemente Nuno y el Valencia y Paco Jémez y el Rayo Vallecano sean dos de los entrenadores y equipos que consiguen relacionar su fútbol con su entorno vital. En ambos casos el reflejo con los tópicos de sus ciudades se llevan en cierto modo al terreno de juego.
Rayo Vallecano y Valencia se enfrentaban en la jornada inaugural de la Liga BBVA y sus entrenadores volvían a reencontrarse. Ya lo habían hecho anteriormente en los banquillos, sin embargo, su relación ya venía de lejos. Hay que remontarse a 1996 y hay que ir a A Coruña, donde dos jóvenes Nuno y Paco Jémez se conocieron al compartir equipo en un Deportivo que se encontraba en sus años de bonanza.
El presidente de ese equipo, un duro negociador como Augusto César Lendoiro, fue el primero en poner a prueba el poder de persuasión de Jorge Mendes. El famoso agente contaba solamente con Nuno en cartera y consiguió llevarlo al banquillo gallego, lugar que ocupó como eterno suplente, no como entrenador. Portero de reflejos, apenas conoció días de gloria en la primera división española, donde disputó 37 partidos en cinco temporadas, y 33 de ellos fueron en su año cedido a Osasuna. Vocación o no, tras una carrera plagada de suplencias, el paso a los banquillos fue algo natural, válgase la ironía, y en Valencia tuvo su gran oportunidad.
Aquel Deportivo lo dirigió ese año durante los primeros 23 partidos el polémico entrenador John Benjamin Toshack. El galés no tenía pelos en la lengua con nadie, ni directivos, ni técnicos ni jugadores, ya fueran propios o ajenos. Ofensivo por ideales, Toshack tenía un Deportivo agresivo y expeditivo atrás, con Paco Jémez como uno de los estandartes de esa idea, aunque en aquella temporada no fuese un fijo en el once titular. El ahora técnico del Rayo Vallecano mostraba la misma dureza sobre el césped que ahora muestra con la palabra cuando tiene que apuntar a alguien o algo. Seguramente se quedara del galés con ese estilo directo y a veces chocante en los banquillos.
El Valencia y el Rayo reflejan ciertas simbiosis entre sus entrenadores y sus entornos. Nuno refleja modernidad, levanta ciertas sospechas por su relación con Jorge Mendes, quien tiene en el Valencia hasta siete jugadores bajo su paraguas, y su equipo se viste por los pies, seguramente por herencia de su época como guardameta, dando prioridad a la defensa para luego poder atacar mejor. Por ello podría sorprender que el empate a cero en el campo del Rayo no le contentara y mostró airadamente sus quejas por no poder contar con un central como el que tenía hasta la fecha: Nicolás Otamendi.
Curiosamente, al que sí contentó el empate a cero fue a Paco Jémez. El del Rayo no pidió hombres, sus quejas ya las tuvo durante este verano tan irregular para el conjunto de Vallecas donde puso en el grito en el cielo contra sus futbolistas tras el 5-0 que le endosó el Albacete, contra su directiva por obligarle a tener un jugador chino en plantilla para contentar al patrocinador y contra su director deportivo por traerle un futbolista para la posición que el equipo tiene mejor cubierta. El técnico rayista, conocido por su clara vocación ofensiva, no se molestó por un partido sin goles.
Paco Jémez se puso el mono de trabajo como bien dicta el carácter del barrio donde entrena, y tras un verano entre polémicas y exabruptos más dignos de un boxeador que de un entrenador de fútbol, consiguió que su Rayo jugara como estaba viviendo, algo que también consiguió el Valencia. En el caso del madrileño con la tranquilidad de dejar atrás los dolores de cabeza del mercado estival y en el del portugués con la tensión de tener todavía deberes por hacer.
* Iñaki García.
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