Los Juegos celebrados en Suecia marcaron un antes y un después en la historia del olimpismo. La organización no cometió los errores de sus predecesores, reduciendo eventos y centralizando todos los deportes en un período de apenas tres semanas. Además, el pueblo sueco hizo suyos los Juegos y encima tuvieron la suerte de que en Estocolmo luciera un sol radiante durante la celebración de las pruebas. La edición de 1912 sirvió de modelo y el olimpismo empezó a crecer a partir de entonces.
Una de las novedades fue la celebración de los relevos 4×100 y 4×400, que se mantienen en la actualidad. En la anterior edición de 1908 se disputó el llamado “relevo olímpico” que constaba de entregas de 800, 400, 200 y 200 metros, respectivamente. En Suecia se celebró el 4×100 y allí homologó la IAAF el primer récord del mundo oficial de esta disciplina.
El 4×400 (comúnmente conocido como relevo largo) parece que nació en los Estados Unidos, pero el 4×100 (o relevo corto) fue una idea netamente europea. La espectacularidad de esta prueba es evidente, siendo muy complicado a la alta velocidad a la que van los atletas poder hacer la transmisión del testigo en apenas 20 metros. Uno de los mejores equipos ha sido siempre Italia, que realizan unos cambios portentosos sin tener velocistas entre los mejores del mundo (con la excepción de Pietro Mennea).
En 1908 un equipo alemán (Berlín Team) había establecido la mejor marca mundial hasta el momento, con un crono de cuarenta y cuatro segundos exactos. El 12 de mayo de 1912 sus compatriotas del TSV München 1860 corrieron en 43.9 en Múnich. El cuarteto estaba formado por Emil Ketterer, Otto Bäurle, Hans Haggenmüller y Erwin Kern. Una semana después, otro equipo germano (SC Charlottenburg) mejoraba esa marca hasta 43.5 en Berlín. Sus autores: Otto Röhr, August Sandvoss, Willy Schöltz y Richard Rau.
En la primera semifinal de los Juegos, el equipo norteamericano terminaba en 42.2, mejorando la marca de los alemanes. Pero serían descalificados por cambiar el testigo fuera de zona. El equipo británico (David Jacobs, Henry McIntosh, Víctor D’Arcy y William Applegarth) realizaba 43 segundos justos y dejaba en el olvido la marca de los germanos.
La segunda semifinal fue de una gran calidad. Suecia mejoraba la marca de los británicos con 42.5, con un equipo formado por Ivan Möller, Charles Luther, Ture Person y Knut Lindberg. Hungría también bajaba de los 43 segundos, con un tiempo de 42.9.
Pero quedaban los alemanes. Suya fue la tercera semifinal, recuperando la mejor marca mundial. La IAAF inició el historial oficial de los récords del mundo con el equipo formado por Otto Röhr, Max Herrmann, Erwin Kern y Richard Rau. La plusmarca mundial: 42.3.
Pero los alemanes no consiguieron el título olímpico, al ser descalificados por no entregar el testigo en el sitio que tocaba. Realizaron la misma marca que los británicos (42.4), pero a pesar de las reclamaciones e impugnaciones que realizaron, el veredicto de los jueces no cambió.
Un siglo después, el avance de los materiales, la tecnología y el profesionalismo de los atletas ha hecho que se haya podido correr en cinco segundos menos que en aquellos tiempos.
* Joan Pelayo es juez-árbitro de atletismo, especialista en pértiga y miembro fundador de la AEEA.
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