1.- Lo reconozco: fui de esos inocentes que se convenció de la viabilidad del fútbol del Real Madrid en las jornadas previas a estas dos derrotas consecutivas. Hablaba de la solidez blanca, de la madurez en el desarrollo de las ideas implantadas por Ancelotti, de la facilidad para crear ocasiones de gol, de la sobriedad en el manejo de los partidos. Me nubló la vista la aparente facilidad de victoria del Madrid ante equipos de media tabla hacia abajo. Dos contrarios de altura, uno por historia y otro por momento futbolístico, refutan muchas de mis teorías y hacen florecer las carencias del sistema madridista, que gotea sangre por varias heridas.
2.- Gotea sangre a borbotones por la herida más profunda de todas: Xabi Alonso. Tardó el tolosarra en estar al mando de la plantilla madridista, se le esperó mientras se le echaba de menos como Sansón añoraba su melena. Sin una pretemporada ideal, Alonso está llegando a la fase crucial del curso con la lengua fuera, sea por sentirse desasistido en la medular, por la carga innecesaria de minutos, por su soledad en las transiciones o por un cóctel de motivos. Apenas si se le vio contra el Atlético, pasó por Málaga a tientas y fue eliminado del mapa contra el Barça, y tal cual ha seguido en el Pizjuán.
3.- El reemplazo no existe a día de hoy. En un par de años, pocos dudarán de la fiabilidad de Illarramendi para el puesto de mariscal, pero dar el relevo al chaval en una plaza tan hostil como Sevilla no era oportuno, si bien quizá sí era necesario. Alonso no resulta determinante en el juego blanco, y si eso sucede, el Madrid no existe, directamente. Hoy, sin ir más lejos, la posesión ha sido abrumadora para el Madrid, pero inofensiva a más no poder. No hay un pase de ruptura de Alonso, un desplazamiento en largo que descoloque a toda una zaga. Hay un Alonso corriendo hacia atrás sin coberturas. Sin Khedira.
4.- ¿Que no se ha echado en falta al alemán el resto de la temporada? Es posible. La fluidez que permite Modric y el desequilibrio de Di María compensan las cualidades propias de Khedira. Pero nadie entiende mejor el papel de acompañante de Alonso que el exjugador del Stuttgart, y nadie lo va a entender así. Pero que se evidencie hoy la ausencia de Khedira no es solo por mirar el centro del campo, sino las ayudas en repliegue de los laterales y los hombres de arriba. Una vez asumimos que Cristiano y Benzema están libres de toda defensa, y que Bale lo hace cuando le viene en gana, a Alonso solo le queda confiar en Carvajal y Marcelo. Mal asunto, oigan. Y claro, a Bacca le gustan y mucho los espacios y por ahí ha metido dos zarpazos.
5.- Hace muchos meses que Xabi Alonso no saca un córner en el Real Madrid. Con el once tipo, el que repetimos ya de carrerilla, el lanzador es Di María, alternando con Modric o Bale. Se añade, cuando está en el campo, Isco. Alonso siempre se queda unos metros más atrás de la frontal del área. Ancelotti lo quiere para cortar los contragolpes. Lo cortó hoy una vez, pero el Sevilla insistió y ya no pudo hacer nada. Reyes y Bacca estaban ya en carrera hacia el gol.
6.- Gotea sangre el Madrid en la extrañísima dependencia de Di María para acuchillar al rival con algo diferente, con un recorte, una pared o una carrera persiguiendo al Correcaminos. Sin el Fideo, Ancelotti prefiere casi siempre la estabilidad que otorga Illarramendi. Control, ante todo. Pero hay momentos en los que ya parece una publicidad subliminal a la marca de preservativos. La sensación de dominio con Xabi, Luka e Illarra es absoluta, porque solo el Barça y el Bayern serían capaces de pelear la posesión a esos tíos. Pero no hay un enlace con los tres de arriba.
7.- Ese enlace tiene que ser, porque no queda otra, Benzema. El francés tiene que asomarse a la medialuna del área y tocar e irse, con lo que el Sevilla, que no tiene un entrenador cualquiera precisamente, sabe que con encerrar a ese enganche en una jaula tiene domado al animal que lleva el Madrid dentro. Benzema está espectacular este año y es normal y casi obligatorio buscarle, pero no puede ser la única alternativa.
8.- Para que nos hagamos una idea de la situación del francés, echemos un ojo a las zonas centrales del Sevilla. Fazio y Pareja en la defensa; M’Bia, Iborra y Rakitic en la medular; Marin y Reyes cerrando. Y entre todos ellos sobrevivía el chico callado de Lyon. A los lados estaban Bale y Cristiano y por detrás, siempre por detrás, Xabi, Luka e Illarra. Juego siempre volcado hacia el medio sin rupturas internas en el mismo y con la única salida por la banda que intentaba encontrar Modric con Marcelo.
9.- El balón tiene un poder embaucador incalculable. Siempre que hay un equipo que lo posee durante más tiempo que el adversario, ese equipo será considerado como el que ha sido superior, sin discusión posible. Pero pensemos en frío una cosa: ¿por qué deberíamos considerar al Real Madrid superior hoy al Sevilla? ¿Por el número de remates a puerta? La mayoría han sido lejanos. ¿Acaso el plan rojiblanco no se ha ejecutado a la perfección, justo al contrario que el plan madrileño? Es infinitamente más vistoso mover la pelota e hipnotizar al que mira que correr detrás del esférico objeto de deseo y esperar una oportunidad, pero ello no significa que se haya jugado mejor o peor.
10.- Al contrario de lo que sucedía con Jesé Rodríguez, al que aquí consideramos en su momento como una pieza ya sumada al esquema de Ancelotti (incluso, más que al esquema, al juego, a las ideas), a Gareth Bale le sucede absolutamente todo lo contrario. Aparece y para eso está. La fluidez del juego se pierde cuando el balón se para en sus pies. Siempre amaga con disparar, cambia la idea del juego pausado sin un motivo claro. Si no encuentra espacio para el tiro, vuelve sobre sus pasos, suelta la bola y hay que volver a empezar. Después del goteo de sangre de Alonso, esa es la segunda herida más grave del Madrid: la irrelevancia de Bale.
11.- No lo quitó Ancelotti cuando el Madrid estaba atascado, falto de ideas y en el momento ideal para ajusticiar a un Sevilla excesivamente pasivo. Metió a Isco en el lugar de Illarra. Pero Isco sigue sin ser Seedorf, y eso habría que ir asumiéndolo. Necesita oler área, no tener que correr quince metros para tenerla delante. El malagueño tiene que tener a su vera a los delanteros para poder serles útil. Isco siguió jugando donde Illarra, lo que acabó siendo un cambio posición por posición, sin ser la permuta ofensiva que necesitaba el Madrid. Emery metió a Fernando Navarro para jugar con defensa de cinco y se acabó el partido para el Madrid.
y 12.- Goteaba una gotita de sangre el Sevilla cada vez que Rakitic fallaba un pase y varias gotas cayeron al pasto del Pizjuán. Pero noventa minutos sin Rakitic son molto longo. Tenía que aparecer el capitán sevillista, en algún momento, en un destello, aunque fuera puntual. Y rompió a Pepe, rompió el partido y quién sabe si la liga. Ese sombrero de espuela lo expió de todos los fallos anteriores, y acabó el partido siendo el comandante en plaza que requerían los locales, que no sufrieron hasta el pitido final.
* Jesús Garrido es periodista.
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