Liga BBVA 2012-2013 / Fútbol 2012-2013 / Fútbol
1.- El partido era de los que apetecía, ciertamente. Valladolid y Athletic se citaban en uno de esos choques que no suelen defraudar, de equipos comprometidos con unos principios; atrevidos y cuajados con el buen gusto futbolístico de sus técnicos. Ambos, deseosos de encarnar el papel protagonista del choque, un factor decisivo para garantizar una buena película, de esas que fluyen solas. Y es que no hay mejor manera de empezar el guión de un partido; lo que venga después bienvenido sea… Menos el temporal.
2.- La lluvia y el viento se aliaron para tratar de deslucir el juego al pie que buscan Pucela y Athletic. Ese es su fútbol: iniciar muy atrás, atraer al rival, generar superioridades pronto y, una vez batida la primera línea de presión, galopar hacia portería contraria. No es más que autofinanciarse el contragolpe; tan sencillo como atrevido. Arriesgar primero y correr después; correr para hacer daño. Fútbol atractivo diseñado por dos entrenadores que disfrutan sometiendo al rival. Pero la contingencia de hoy es doble: no vale con dominar al enemigo, también hace falta capear la tempestad en forma de lluvia y viento. El control del balón se dificulta exponencialmente y la idea preconcebida no puede ejecutarse siempre, para desgracia de ambos equipos.
3.- Aun así, el Valladolid salta mejor al césped. Más enchufados, enérgicos e inspirados. Sobre todo un Óscar que alumbra cada ataque blanquivioleta en 15 minutos geniales; se esconde a la sombra de un San José perdido en una batalla táctica que le llega muy joven. Óscar, veterano de guerra, le come la tostada por abajo y por arriba, y se ofrece como lanzador de lujo de las contras pucelanas. Jugando al ratón y al gato; así se inicia el primero, el salmantino escapa de San José que llega un segundo tarde, y la continuación hasta el gol es una combinación maravillosa de Rukavina y Guerra, que acaba con testarazo a la red. El tercero de la temporada para el delantero murciano, a gran nivel hoy.
4.- El segundo pucelano llega poco después y desde el mismo perfil. Es más, jugada calcada: inicia Óscar, de nuevo en su papel de bisagra y, otra vez, de los deficientes despejes visitantes se nutren Larsson y Alberto Bueno, autor del gol. 2-0 en 15 minutos de aplastamiento del Valladolid a un Athletic irreconocible
5.- Pero el resultado despista a los locales, que creen innecesario arriesgar y se busca sistemáticamente el juego directo: camino hacia el abismo. El centro del campo vasco, por el contrario, crece al ritmo que Ander Herrera baila y en la medida que San José deja de perseguir sombras y engancha cuatro pases acertados de lado a lado; tiempo suficiente para que en zona de tres cuartos revoloteen Muniain, De Marcos, Aduriz y una banda derecha hiperactiva. Allí, Iraola y Susaeta son una auténtica pesadilla, aprovechándose de la falta de rigor y de capacidad defensiva de Alberto Bueno, jugador determinante tanto por lo que te da como por lo que te quita. La defensa pucelana, incapaz de achicar tal volumen de centros desde ese perfil, sucumbe en el enésimo a la anticipación de De Marcos: un falso volante que llega y aparece en cualquier arista del campo.
6.- Llega el descanso tras 30 minutos de sometimiento y dominio absoluto del Athletic a su rival. El Pucela ha administrado su efímera ventaja desde un papel sumiso en el que no se siente cómodo. Pero los cambios en la reanudación sólo los introduce Bielsa: Ibai por el apagado Muniain. Cambio intrascendente en cualquier caso.
7.- Pronto llega la igualada de Susaeta en una jugada de córner desafortunada para los intereses de los de Djukic. Pero el gol espolea a los castellanos. Un hecho se vuelve decisivo: un gris, hasta el momento, Álvaro Rubio decide introducirse más entre los centrales y ayuda a la salida corta del balón. El riojano es el reloj de arena del Valladolid, filtra y decide el tempo y la continuidad del juego: jugador capital en la concepción del fútbol blanquivioleta. El problema llega un poco más arriba, dónde Óscar ya no es el faro del primer cuarto de hora: el salmantino ha desaparecido en la segunda parte. Alberto Bueno ayuda con sus caídas al medio, pero apunta otra de las carencias de los locales: la incapacidad de desbordar por banda y la falta de velocidad ofensiva. Elementos imprescindibles para hacer buena la primera fase de salida del balón.
8.- El Valladolid carece de armas afiladas; faltan los puñales habituales de Omar Ramos (banda izquierda y en el banquillo) y Patrick Ebert (banda derecha y lesionado); y sólo vive ofensivamente de los balones que aguanta Javi Guerra y de las llegadas de un Larsson más voluntarioso que acertado. También Rukavina ayuda con su recorrido por banda: lateral de manual el serbio. Con el cambio de Omar Ramos, por el citado sueco, Djukic busca un destello de calidad que desequilibre el empate, y este casi llega, pero en la pierna errónea para Omar: su derecha.
9.- Todo lo demás es un ida y vuelta vertiginoso hacía una y otra área. El mediocampo es solo una zona de transición en la que apenas hay tregua ni pases intermedios. El duelo ha devenido en una ruleta rusa que supone un ejercicio frío pero acorde a la filosofía de ambos equipos: todo o nada. Protagonistas hasta sus últimas consecuencias.
10.- Finalmente se tienen que conformar con la igualdad del reparto, con un empate a 2 que no desmerece a nadie. Sobreponerse a la desapacible noche vallisoletana ya es un triunfo en sí y buscar la victoria con el ahínco y derroche que lo han hecho ambos conjuntos es altamente elogiable.
y 11.- La clasificación continúa distanciando al Valladolid (29) tres puntos por encima del Athletic (26) en una situación comodísima respecto al descenso: gran objetivo blanquivioleta del año. Y el Athletic prorroga una jornada su lento despertar de la pesadilla que le viene martirizando desde mayo; como cuando retrasamos de cinco en cinco los minutos de la alarma que pone fin a nuestros sueños cada mañana, el Athletic ya vive su última fase antes de lavarse bien la cara y olvidarse, ya de una vez por todas, de ese maldito Radamel Falcao que de vez en cuando se cuela en sus pesadillas. Hoy no fue el magnífico equipo del pasado domingo, pero si una versión muy próxima a la de los dulces sueños.
* Diego Tejerina es periodista y entrenador.
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– Foto: Athletic Club
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