Fútbol 2011-2012 / España / Liga BBVA 2011-2012
1.- Desenfreno, pasión, agitación, locura… El partido fue liquidando expresiones y adjetivos que se le ajustaran. El ímpetu apoderado de dos colosos ávidos de gol, seducidos por el hambre de la victoria para no pensar. Partido de altos vuelos, oda al espectáculo y espejo del actual estado del fútbol español. Inmensos ambos. Real Madrid y Valencia.
2.- Ambos técnicos, los maestros ajedrecistas, expusieron su guión del partido desde el minuto 1. El Madrid dominó medio primer tiempo en el juego de posición, vertical y pausado por Özil y encumbrado por Benzema, hoy partiendo desde la derecha con Higuaín como referente (muy vaporoso en sus intervenciones). El Valencia expuso un 4-2-3-1 de partida, convertido en 4-3-3 exponencialmente escalonado y condicionado a la posición de Alonso.
3.- Sin el metrónomo. Xabi Alonso quedó anulado por una defensa mixta. Siempre individual, pero no de un hombre específico. Atendiendo a la ubicación del balón para establecer su marcador. La salida, por tanto, no era limpia. Pepe-Albiol, obligados a conducir en exceso, salida lenta y recepciones incómodas y lejanas para el Real Madrid. Factores de vértigo.
4.- Cristiano leyó la situación de Xabi y, a menudo, rellenó el centro en 3/4. Siempre con Ricardo Costa detrás, que le perseguía hasta el eje imaginario que divide el campo verticalmente. Coyuntura que ofrecía el carril a Marcelo. En el campo contrario, el Valencia ganaba espacios, aprovechaba el espacio de Marcelo (brillante en el detalle, desesperante a veces en el conjunto) y obligaba a bascular brutalmente a la defensa rival. Esto provocó constantes espacios en el lugar de Xabi-Khedira, e incluso a sus espaldas, por donde llegó un medio activo de ataque ‘ché’.
5.- El Valencia desenfundó sus virtudes y dio medicina propia al Real Madrid. Ofreció repliegue, le esperó y lanzó contraataques con Parejo (sobresaliente) como promotor del robo y del inicio. Las mismas respuestas del Real Madrid. Ambos formularon el paradigma del vértigo. Se trasladaron a jugar a la Premier, en sus mejores tiempos, y ofrecieron un sinfín de idas y venidas. Cada jugada eran cien metros donde darlo todo sin pensar que un partido es una carrera de fondo. Explosiones constantes sin temor.
6.- El frenesí descansó quince minutos. En los vestuarios exactamente. Repuso fuerzas e ideas y se lanzó en busca del partido. Di María por Higuaín. El Madrid sumaba un factor de vértigo. Con espacios partiendo desde la izquierda, donde posee dos salidas; maniatado en la derecha, donde solo dribla hacia su pierna buena y estaba expuesto a constantes dos contra uno. Dotó de movilidad -su tramo en la derecha- e imprevisibilidad, un caos ordenado de posiciones en ataque. Benzema ocupa el 9 y fija, tarea que le apaga. O no le hace brillar sin espacios.
7.- Estimulante selección de mediocentros de Emery (Costa, Topal y Parejo). Los tres con el rol bien definido y sumando en lo que ha podido ser el mejor partido de todos ellos como valencianistas. Encomiables atrás, crecidos con balón para disparar las transiciones. Topal trabajó como bisagra para iniciar y fijó el sector izquierdo del ataque del Madrid para parar las acometidas de Cristiano, Marcelo y Di María al final; Parejo superó con nota el examen de su exequipo -componente emocional incluido- y Tino ejerció de centrocampista total: capaz de recuperar, distribuir en ataque y ocupar excepcionalmente bien los espacios en ambos campos. Trío magnífico.
8.- Minuto a minuto, golpe a golpe. Plano de un área, plano de otra. Podría parecer que el realizador cortaba el transcurso para ofrecer solo las ocasiones. Así era la realidad: de Guaita a Casillas. Emery recurrió a Aduriz en el inicio y éste le dio la razón. Un islote para ofrecer apoyo al contraataque, pausar de manera exigua y lanzarse de cara a portería cual manada de bisontes. El Valencia no temía, el Madrid respondía. Un descontrol único. Efervescencia por sistema. Hasta el final, donde el Madrid estuvo cerca de morder, con el corazón de la mano y su fe intacta.
y 9.- Marcelo Bielsa suele comentar: “En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre”. Valencia y Madrid interiorizaron el discurso, pegaron, percibieron a la víctima tambaleándose y fueron a por más. Ninguno noqueó, pero deleitaron al espectador en una batalla antológica. Vértigo como precepto de un frenesí extremo.
– Fotos: Ángel Martínez (Real Madrid) – Valencia CF
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