"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
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La ciudad más escocesa de la Premier League, hablamos de Newcastle, es una ciudad gris donde predominan los nubarrones y la lluvia apenas cesa durante todo el año. Unos nubarrones que parece que se han establecido sobre St. James Park, el curioso estadio que cada jornada liguera se llena para ver a sus magpies revolotear sobre el césped.
Nos remontaremos al comienzo de la era Pardew, allá por diciembre del 2010, cuando el técnico inglés tomaba el relevo que dejaba el gran Chris Hughton, el hombre que había dirigido al equipo en la temporada récord del ascenso a la Premier League, el retorno de las urracas a la máxima categoría del fútbol inglés. Sin embargo, las relaciones con el dueño no eran buenas, y pese a que los resultados se habituaban a los objetivos del club, se decidió no continuar con él. Y Pardew cumplió, al menos en el comienzo de su dirección.
Su primera temporada completa fue muy buena, disputó con los grandes de Inglaterra los puestos de Champions League hasta final de temporada y al final se tuvo que conformar con la clasificación para la Europa League. Y entonces empezaron a llegar los nubarrones de los que antes hablábamos. Los nubarrones y los franceses.
Todo empezó con una mala planificación; una plantilla corta para cuatro competiciones no era sostenible. Y se demostró. Los malos resultados llegaban, la plantilla era corta y algunos jugadores no daban el nivel para jugar en la Premier League. Había que reaccionar, pues el abismo del descenso se veía cada vez más cerca. Se fichó mucho en enero, lo que significaría el comienzo de este Newcastle afrancesado, pero el mal juego continuó. APardew se le había renovado por las próximas ocho campañas el verano anterior. Las dudas empezaban a llegar. Al final se consiguió salvar la temporada, pero el club no ha escarmentado: otro verano prácticamente nulo en incorporaciones y otra temporada que promete ser difícil para el equipo norteño. Ahora veremos por qué.
Pese a ser un equipo con muchos jugadores de calidad, con jugadores que rompen y deciden partidos, con jugadores que prometen mucho, no acaba de arrancar el Newcastle de Alan Pardew.
El problema no es la portería. Uno de los mejores porteros de la Premier League se encarga de custodiarla: el internacional neerlandés Tim Krul, desde 2006 en el Newcastle. Se consiguió asentar tras varias cesiones necesarias para su progresión y ahora es un pilar fundamental del equipo. Un seguro en la portería que saca dos o tres buenas manos por encuentro.
Ahora sí, llegamos a una parte delicada de la plantilla: la defensa. La línea de cuatro tiene nivel hombre por hombre, pero en el aspecto táctico es un horror. No se compenetran y los fallos se suceden, provocando numerosos goles del equipo contrario. Si alguno de nuestros lectores es seguidor del fútbol belga encontrará similitud entre la defensa del Newcastle y la del Anderlecht; parece que el equipo bruseliense se ha contagiado del problema que afecta a los de Pardew, un problema que el entrenador británico no es capaz de solucionar.
Pero una línea defensiva con Debuchy en el lateral derecho, Coloccini y Yanga-Mbiwa como centrales y Davide Santon como lateral izquierdo no puede ser tan horrible, diréis. Pues lo es. El Debuchy que enamoró con Francia y con el Lille, aquel jugador que llegó a pretender el Real Madrid, ha desaparecido. En la otra banda, el italiano Santon prometía mucho en el Inter, pero no ha cuajado buenas temporadas en el club inglés, es muy irregular. Y lo de la pareja de centrales es muy extraño. Coloccini tiene experiencia y se debería compenetrar bien con Yanga-Mbiwa, que aporta juventud y un físico espectacular, pero no funcionan juntos, al menos de momento.
Llegando al centro del campo hay que resaltar que a finales de agosto se pasó miedo en Newcastle. Y eso que el miedo en el norte se dice que es más escaso. Pero la sombra del Arsenal planeaba sobre St. James Park. El club londinense ofreció casi 12 millones de euros por Yohan Cabaye, una cifra irrisoria para el nivel que ha demostrado el francés en la Premier League. Sin embargo, mientras se negociaba, el centrocampista no disputó dos partidos de liga con la camiseta blanquinegra y el equipo lo notó una barbaridad. Al final se quedó, pero el miedo continua porque una lesión inoportuna del exjugador del Lille destrozaría al Newcastle, que no tiene un sustituto de nivel en el centro del campo. Todo esto ha llevado a reconvertir a Jonás Gutiérrez a todocampista para acompañar a veces a Cabaye y a veces a Tioté. Incluso, en otras ocasiones, Pardew dispone un trivote con Tioté-Cabaye-Jonás u otros jugadores como Anita o Sissoko, menos habituales en esa posición, en lugar del argentino.
Y por fin llegamos a la zona de ataque, la mejor del Newcastle. La llegada de Rémy ha permitido a Pardew volver a su esquema favorito, el clásico 4-4-2. Cissé y Rémy forman una gran punta de lanza, pero andan escasos de balones, y así se reduce mucho su efectividad. Hatem Ben Arfa llega desde segunda línea, siendo sin lugar a dudas el jugador más desequilibrante de la plantilla, y en este comienzo de campaña ha demostrado estar en un momento de forma espectacular.
Los fichajes del invierno pasado han permitido que el fondo de armario gane en calidad. Jugadores como Gouffran, Ryan Taylor, Bigirimana, Marveaux o Shola Ameobi son los recambios más utilizados por Alan Pardew. Un Alan Pardew al que ya se cuestiona pese a que su contrato indique que le queda mucho por vivir en la ciudad más escocesa de Inglaterra.
* Irati Prat.
– Fotos: Ian Hodgson (Daily Mail) – Action Images
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