El Andrés Iniesta que juega con España es más influyente que el que se viste de blaugrana. ¿Estoy en lo cierto o mi afirmación es exagerada? ¿Fruto de una impresión engañosa? No estoy seguro, pero es mi sensación: siendo fortísima su influencia en el juego del Barça, me parece incluso superior la que ejerce sobre la selección española. Pienso que es por la presencia colosal de Messi, a cuyo lado cualquier fenómeno mundial palidece. En la selección, sin un Messi ni nadie que se le parezca, el potencial de Iniesta crece. Es el futbolista que atrae a todos los rivales. Es el Imantador. Basta ver las fotografías del partido ante Italia o frente a Croacia para cerciorarse de este calificativo: Iniesta atrae cuatro, cinco, hasta seis rivales; se mueve entre ellos como quien baila entre lobos y libera a los compañeros. Hay una imagen del partido contra Croacia donde se ve a los 10 jugadores de campo rivales con los ojos fijos sobre Iniesta. Siete de ellos están encima o próximos a él, intentando tapar todas sus salidas: de hecho, solo puede salir hacia atrás, lo que indica una de las dificultades que padece la selección española, con muchos hombres atrás y pocos por delante del balón. Lo que resume la foto, con el campo totalmente inclinado hacia la banda izquierda, es la influencia gigantesca de Iniesta en dicho colectivo.
¿Por qué ocurre con menor intensidad en el Barça? Porque la energía cósmica (perdonen la expresión utilizada; es por llamarlo de algún modo) que genera Messi absorbe toda la dinámica del equipo, sea el ritmo del mismo, la distribución posicional o incluso el propio sentido del juego. Messi, como fenómeno fuera de serie, acapara de manera absoluta no solo el protagonismo y la influencia, sino que incluso pasa por encima del modelo de juego en aras de su eficacia extrema. Bueno, una afirmación así puede condenarme por herejía y no querría eso, así que matizaré: Messi es tan excepcional y su rendimiento tan abrumador (73 goles con el Barça, 82 en el curso) que nadie en sus cabales podría ni debería intentar frenar semejante caudal. No solo frenarlo; Guardiola lo estimuló y ahí están sus excelentes resultados. A cambio, eso no lo dudemos, futbolistas como Iniesta vieron reducida su capacidad de influencia. Reducida, no desaparecida. Para visualizarlo, pensemos en las fotos habituales en el Barça: es Messi quien atrae a cinco rivales por lo general, no Iniesta, al que ya sabemos capaz de hacerlo, como ocurre estos días.
Un último apunte. ¿Es malo que ocurra esto? No necesariamente. Pero sí es motivo de reflexión, en especial por si algún día alguien cuestiona por qué parece ser más influyente Iniesta con la selección que en el propio Barça, donde ya lo es y mucho, pero algo menos.
– Fotos: Christof Stache (AFP) – Eduardo Ustariz
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