Querido Fede,
¡Menudo día! Leí tu carta de ayer sobre la renovación de la pareja de capitanes -los humanos, les llamas- y también la del extraterrestre Messi y pensando en responderte apareció a media tarde, con tu e-pístola recién publicada, una noticia aún mejor: el regreso de Abidal. El regreso desde ese largo viaje que emprendió contra su voluntad. Para el barcelonista, la felicidad era algo muy parecido a eso: capitanes con aroma a eternidad, el asesino de adjetivos atado para toda la década y el “rey de Wembley” de vuelta a casa. La Arcadia blaugrana.
El despertar ha sido cruel. La vida es ese misterio que tenemos entre manos sin saber muy bien por dónde resolverlo, como uno de esos electrodomésticos de bolsillo que se encasquillan sin que uno acierte a desmontarlo. ¡Pum! Tito. Con cuatro letras está todo escrito: Tito. Ya ves: de la Arcadia al Infierno, de Virgilio a Dante Alighieri. Voy a decirte algo: nunca se podrá contar la verdadera historia de este equipo memorable del Barça. No hablo de la historia externa, que esa sí, la de los títulos, los triunfos, el juego, las victorias y derrotas, la del fútbol, en definitiva. Todo lo visible. Pero será imposible -y me alegro que así sea porque eso pertenece a la intimidad- describir el mundo de sentimientos contradictorios que habrá vivido este puñado de gente, mecidos severamente por un péndulo perverso que les lleva de la gloria al drama sin tiempo para respirar. En realidad, nada distinto al resto del mundo, salvo porque a base de hablar de ellos como semidioses es fácil confundirse y creerles inmortales.
Como todos. Son como todos, claro. ¡Menuda obviedad! Aunque ya sabes que lo más obvio es invisible a nuestros ojos modernos, cegados por tanta llamarada vana. De vez en cuando la vida nos besa en la boca, decía Serrat. De vez en cuando la vida nos tumba en la lona, dice Zubizarreta. Y así transitamos, del beso al golpe, de la luz a la cruz, del sol a la nube, maldita sea, Fede, pero es que hemos venido a esto. A levantarnos de la lona para ser besados de nuevo. Tito.
En vigilia, 19 de diciembre de 2012
«Como una hierba silvestre que vuelve a erguirse lentamente después de haber sido pisoteada, la vida vuelve, siempre vuelve». (Ismael Díaz Galán)
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