En la última década, el Barça ha empleado diversos sistemas de juego, pero un mismo modelo: el juego de posición, sobre el que ha aplicado evoluciones sustanciales y modificaciones relevantes, entre las cuales no han sido menores los cambios de rol de los jugadores. En un repaso muy veloz sobre esta década, vemos cómo Rijkaard despliega el juego en un 4-2-3-1 inicial que pasa a ser 4-3-3 en cuanto Xavi adelanta unos metros su posición tradicional de 4. El equipo juega con roles clásicos: cuatro defensas, un mediocentro defensivo (Motta, Edmilson, Márquez, Touré…), un volante creativo (Xavi), otro de transición (Deco), un 7 y 9 puros (Giuly y Eto’o) y construye su zona fuerte en la izquierda, donde habita Ronaldinho, factor diferencial por encima de todos. La diagonal Márquez-Ronaldinho y descarga posterior hacia dentro es el símbolo de ese equipo que se corona en París.
Con Guardiola, el juego de posición adquiere tonos máximos hasta el punto de manifestar que sus hombres han de jugar al revés de lo convencional: los delanteros defenderán; los defensas sacarán el balón con limpieza, generando superioridades; se defenderá bien solo si se ataca bien; la presión será alta; balón que se pierde, jugador más próximo que salta; y, finalmente, siempre saldrá a ganar y para ello buscará controlar balón y ritmo para no conceder ocasiones. Guardiola encajará 178 goles en 247 partidos, a 0,74 tantos por encuentro, una de las causas fundamentales de su largo éxito. Empleará el 4-3-3 al principio, utilizará el 3-4-3 como recurso estructural al final, pero el 3-7-0 con que aplasta al Santos en el Mundial de clubes simbolizará sus deseos: el Barça de los centrocampistas. Su zona fuerte empezará siendo la derecha, con la asociación mágica entre Alves, Xavi y Messi. Ya no hay apenas diagonales largas, sino superación gradual de líneas, una a una, con paciencia, buscando desordenar al contrario a partir de movimientos basculares y horizontales, casi como cantándole una nana hasta dormirle y, entonces, zas, puñalada certera. Los laterales se convierten en extremos, Piqué en un distribuidor de juego, Busquets y Xavi son quienes marcan el ritmo del adormecimiento rival, Messi pasa por falso 9 hasta que acaba jugando de todocampista, los extremos son defensores de los defensas rivales e Iniesta supura desequilibrio. El Pep Team empieza con la banda derecha como zona fuerte y acaba derivándola al centro del campo, donde acumula sus piezas más potentes. El equipo se divide en dos: los de fuera corren, pelean y se desgastan; los de dentro, diseñan, crean y ejecutan. Con la llegada de Cesc, investido en sucesor del heredero del 4, la evolución táctica y la desaparición de los roles queda a medio terminar.
Tito Vilanova empieza en 4-2-2-2, encaja piezas, difumina roles, construye otra zona fuerte en la izquierda (ya hay dos: centro e izquierda), aleja a todos del área rival y llega más que nunca. La evolución continúa.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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