1.- “Tito Vilanova ha cambiado el estilo del Barça”. El camino hacia la verticalización lo inició el propio Pep a inicios de este mismo año (con peores resultados, eso sí). Tito está perfeccionando una variante (aún no me atrevería a catalogarla como apuesta definitiva) que se ha revelado tremendamente útil para atacar defensas cerradas, con sus servidumbres lógicas. Generar en los rivales nuevas preguntas era exactamente lo que le pedíamos al bueno de Tito, pues parecían conocer todas las respuestas. Ahora que lo está haciendo, se le critica. Me inclino a pensar que dejará de ser así cuando la variedad de recursos que está introduciendo, unida al estilo anterior, lleve a tal cantidad de preguntas que sea imposible conocer todas las respuestas, con lo que se podrá sorprender de distintas maneras.
2.- “El Barça tiene más puntos que juego”. Para empezar y, por raro que sea que esto se produzca, cada encuentro disputado esta temporada por el Barcelona ha terminado con el resultado más justo de acuerdo a lo visto en el terreno de juego (más allá de opiniones subjetivas, interesadas o no, y al margen de los goles, la manera menos mala de juzgar la justicia de un resultado es el balance de ocasiones). Además, no creo que se pueda generar una media de diez ocasiones claras por partido contra equipos que juegan encerrados aplicando todos los antídotos conocidos contra este equipo sin jugar bien. Claro que, al no respetarse todas las pautas marcadas por el mejor Barça de Pep, puede parecer que no se sigue el camino adecuado, pero esto es consecuencia de la guardiolización que hemos sufrido (mañana la analizamos).
3.- “El Barça actual ha desechado por completo el juego de posición”. Aunque ha desechado algunos principios como la salida desde atrás o el avance en cordada, seguimos viendo cómo el equipo acumula jugadores en la zona fuerte de la defensa contraria para acabar castigando la débil. O cómo se busca al hombre libre cuando la separación de las líneas del contrario lo hace posible. Así, no se ha desechado, sino que se ha pasado de la interpretación ortodoxa a la heterodoxa, exactamente igual que hizo Vicente del Bosque aunque de diferente forma.
4.- “El Barça ha dejado de ser un equipo único”. Esto ha dejado de ser así en cuanto a la aplicación rigurosa de un modelo de juego, pero nada ha cambiado en cuanto a la mentalidad, para mí el rasgo más diferencial del Pep Team. Esa voluntad de querer siempre el balón y no dejar de mirar jamás hacia la portería contraria se mantiene intacta. Fue esto lo que enamoró a los aficionados, pues la aplicación ortodoxa del juego de posición fue a los amantes de la táctica a quienes conquistó.
5.- “Cada vez se sacrifica más el estilo de juego para favorecer a Messi”. Sin ser totalmente falsa esta afirmación, cabe recordar que la máxima expresión del Barça de Pep se alcanzó en la temporada 2010-2011, en la que Leo fue siempre falso 9. Él siempre tuvo permiso para ser vertical, dado que sabe elegir cuándo serlo gracias a ser tan barçahablante como el que más. El colectivo está construido para que desate su individualidad; no es su individualidad la que destruye el colectivo. La diferencia radica en la partitura que interpretan sus socios. Si Cesc dice que a correr, él corre, pero con acierto mayúsculo, acierto que ni el propio Fàbregas puede mantener. Por ello, la mejor versión se alcanzó cuando sus socios más acertados (Xavi e Iniesta) decidían cuándo correr (muy pocas veces), habiendo tenido siempre Leo la más que rentable licencia para ser la punta de lanza vertical.
6.- “El Barça ha pasado a ser un equipo vertical”. Lo es sin duda si lo comparamos con versiones recientes. Pero, que yo sepa, para calificar de una determinada manera cualquier cosa es necesario que ese rasgo se presente, como mínimo, de manera superior a como lo hace en la mayoría del resto de cosas con las que se le compara. Y el Barça continúa siendo de los equipos menos verticales del planeta, como demuestra que sigue habiendo (aunque menos) varias posesiones de más de un minuto de duración por partido.
7.- “El Madrid ha demostrado estar por encima en cuanto a juego”. Olvidando los bufandismos, los tres encuentros disputados arrojan una igualdad máxima entre dos conjuntos con estilos opuestos (aunque ya no de manera tan radical, siguen siéndolo). Si se quiere, los blancos han dado la sensación de haber llevado a una ejecución más cercana al máximo su apuesta. Sin embargo, esto sería positivo para el Barça, todo lo contrario de lo que pretenden quienes sostienen esta afirmación. Pues si, habiendo habido igualdad entre dos equipos, uno se ha acercado más a su mejor versión que el otro, indudablemente la buena noticia es para el conjunto que tiene más margen de mejora.
8.- “Los goles encajados demuestran la fragilidad defensiva del Barça”. Si bien ya no se ataca defendiendo al no respetarse el rigor posicional ni el avance en cordada, dando lugar a más ataques del rival, las ocasiones concedidas han sido, por lo general, escasas. Y, al mismo tiempo, el acierto de los rivales, demoledor. Solo así se explica que el Spartak consiguiera marcar dos goles o el Getafe uno, por poner dos ejemplos (que podrían ser muchos más). De hecho, si el balance goles/ocasiones del equipo catalán hubiera sido tan alto como el de sus oponentes actualmente presentaría registros numéricos históricos (aunque habría ganado, empatado y perdido los mismos partidos).
y 9.- “Se ha confirmado el fin de un equipo histórico”. Esta última afirmación solo la rebatiré desde un punto de vista totalmente subjetivo, pues existen indicios racionales para su argumentación. Veamos: todos los jugadores siguen subidos a la nave con escasas excepciones, todas ellas salvables (en cuanto Mascherano recupere su mejor forma dejaremos de llevarnos las manos a la cabeza con las lesiones de Puyol; a nada que Montoya y Jordi Alba se consoliden como laterales dejaremos de echar de menos a Alves y Abidal). El entrenador conoce la táctica y el estilo de juego propio del equipo como casi nadie; simplemente plantea fórmulas para desconcertar a rivales que creían conocer todas las respuestas (dando lugar a una sentencia tan alejada de la realidad como el resultadismo, que no merece cabida en esta pieza), lo que llevará como resultado final a una mayor variedad de recursos y a la utilización, según el partido o las fases del mismo, de uno u otro manual o incluso de la mezcla de ambos.
* Rafael León Alemany.
– Foto: Alberto Estévez (EFE)
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