1.- A cada peldaño que sube el Barça va perdiendo un jirón de fútbol aunque todavía le quedan los futbolistas. Futbolistas grandiosos. Lo que fue un modelo de juego ha desembocado en acciones individuales, algunas de ellas brillantes como la exhibición de Sergio Busquets sosteniendo en solitario un andamiaje que amenazaba ruina ante el resoplido bético. El equipo que se ordenaba con el balón ha pasado a desordenarse de cualquier manera, con o sin, fuera o en casa, ante un grande o frente al colista, evaporado el juego. Le queda la inspiración individual, que es inmensa porque tiene talento como para parar un tren.
2.- Azúcar. Eso es el ataque del Betis. Inocente de toda inocencia. Solo desde la blandura de la gominola puede entenderse que perdonara el Barça en todas sus llegadas del primer tiempo y lo amnistiara literalmente en el segundo, cuando las camisetas parecían haberse cambiado por el camino y sometió al cuadro local a un castigo importante. El Betis se derrotó a sí mismo, más que por los dos primeros goles recibidos, por los que no transformó.
3.- Del Barça no puede explicarse con preciosión a lo que jugó. Buscó la portería rival, bien defendida por Adán, un guardameta casi desahuciado que ha revivido notablemente. Encontró pronto la ventaja en el marcador en una acción individual de Alexis que tuvo características endemoniadas: se fue de tantos rivales en tan poco espacio que se antojó una acción de dibujos animados. Alexis posee esa virtud: capaz de enredarse en sí mismo en momentos sencillos y, al mismo tiempo, capaz de resolver la jugada más enigmática con la frialdad del matemático. La resolución de sus acciones siempre contiene una dosis de incertidumbre. En este caso, protagonizó una tarde espléndida, como opaca fue la de Pedro en el otro costado.
4.- En medio solo hubo Busquets porque Xavi e Iniesta se ahogaron contra el 4-1-4-1 verdiblanco. El Barça sobrecargó su juego por la derecha y tuvo unos buenos minutos iniciales, con el triángulo Xavi-Alves-Messi hiriendo el costado bético. Aunque quedara retratado en los dos primeros goles, Jordi Figueras marcó de manera excelente la línea defensiva visitante y estuvo fino y seguro al corte, anticipando la mayor parte de las cargas de Messi. Luego falló en los mencionados dos goles.
5.- Al Betis le bastó presionar un poco la salida de balón barcelonista para gripar al equipo del Tata Martino, que a partir del 1-0 fue incapaz de someter a los visitantes ni de circular el balón con limpieza. Más aún, Vadillo y Leo Baptistao se encargaron de amenazar seriamente el costado derecho del Barça, donde Alves hacía aguas y Bartra y Mascherano ejercían de bomberos, alternando acciones precisas con errores clamorosos. Por exceso de anticipación en unos casos, por precipitación en otros, la pareja vivió una tarde agitada y hasta angustiosa.
6.- La raíz del problema estaba delante de la pareja. Sin instalarse en campo ajeno ni dominar y someter al contrario, los centrocampistas del Barça eran superados sin cesar. Es sabida la dificultad blaugrana en la transición defensiva, pero en este caso resultó abrumadora. Si Xavi atacaba con precisión, defendía con la mirada, al igual que Iniesta, obligando ambos a Busquets a otro ejercicio de funambulismo sin red. Tanto tuvo que multiplicarse y ejercer de salvavidas que el Camp Nou acabó rendido a su sabiduría.
y 7.- Tan partido estaba el Barça que el Betis se sintió poderoso. Calderón introdujo a Rubén Castro y Jorge Molina y pasó a marcar el ritmo ante la pasividad de los jugadores del Barça que parecieron imitar la de sus directivos en los asuntos de enjundia. Al Betis le ajustició la blandura rematadora y su torpeza defensiva, aunque aún le dio tiempo para desnudar nuevamente el andamiaje del Barcelona, equipo que ahora mismo depende mucho más de la energía anímica que de su modelo de juego. En realidad, el equipo se ha encomendado a las individualidades.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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