Eusebio Cáceres luchó por la medalla hasta el último salto, pero se quedó con con la miel en los labios después de firmar, posiblemente, el mejor concurso de su vida, con un peor salto de 8.09.
El salto de longitud siempre fue la prueba en la que más cuenta la inspiración. El ejemplo más manido es el de Beamon, que tiene de marca personal sus famoso 8.90 y de segunda mejor marca, 8.33. Comprobando los récords del mundo se puede observar que solo hay cuatro hombres que hayan batido el récords del mundo después de Jesse Owens. Esto no acontece en ninguna otra disciplina. Es evidente que uno tiene que llegar en forma a la gran competición, pero siempre hay un componente de aleatoriedad en los saltos. A este elemento se une un poco de suerte: cualquiera de los seis primeros de hoy hubieran sido medallistas en Londres hace un año. Cáceres compitió de manera magistral marchándose de Moscú después de realizar tres saltos, entre clasificación y final, por encima de los 8.25, pero en una final apretada y de mucho nivel no logró alcanzar los metales. El nivel fue tan exigente que nunca un sexto puesto de un mundial había saltado 8.22.
Farah cumplió con los pronósticos y se llevó su segundo oro del campeonato, completando un lustro en el que acumula tres oros mundialistas, dos olímpicos y una plata mundialista. En los dos últimos años ha estado invicto en el 5.000 y 10.000 en grandes campeonatos.
El duelo femenino en 200 se quedó en un paseo triunfal para Fraser-Pryce porque su principal rival y favorita para la victoria, Felix, se quedó fuera al romperse a los 50 metros de carrera. En el lanzamiento de peso hemos vivido el eterno duelo entre el estilo giratorio, mayoritario en EE. UU. y el líneal, más europeo. El triunfo, como en todos las últimas ediciones de grandes campeonatos, fue para Europa de la mano del alemán Storl. En el martillo vivimos un concurso apasionante entre Lysenko y Wlodarczyk que ganó la rusa.
La final se planteaba como una lucha por un cetro que quedaba vacante después de que los tres medallistas de Londres no fueran a estar presentes. La supremacía de la longitud estaba en juego. El favorito era Menkov por dos motivos: había saltado 8.42 y había saltado siempre esta temporada por encima de 8.27, algo muy complicado ya que en todas las pruebas hay algún tipo de bajón o unas simples malas condiciones de viento.
El ruso encabezó el concurso desde su tercer salto, en el que se fue a 8.52, marca que ya se presumía inalcanzable para el resto de competidores. Posteriormente saltó 8.56, lo que le dio una victoria incontestable. La lucha por detrás estuvo muy emocionante, con un Cáceres que saltó 8.25 en el segundo y 8.26 en el quinto, pero que fue superado primero por Gaisah, que saltó 8.29 en el cuarto, y por Rivera, que saltó 8.26 en la quinta ronda. Un cuarto puesto que dejó un sabor agradable porque su comportamiento atlético es irreprochable y porque posibilidad de conseguir su primera medalla internacional en categoría absoluta se escapó por u centímetro. En categorías inferiores lo ha ganado todo, pero le falta consagrarse con un metal en categoría absoluta. En el lado positivo hay que quedarse con su actitud, siempre positiva, con su crecimiento como atleta y sobre todo con su proyección de cara a Río de Janeiro’16. No ha conseguido medalla pero sí ha conseguido competir espectacularmente: con cuatro de sus seis saltos habría sido medallista en Londres.
El título es para Menkov, atleta consagradó que cuenta con victorias todas sus actuaciones este verano, excepto la Universiada de Kazán (Rusia), donde saltando 8.42 se quedó segundo ya que el hoy bronce Rivera se fue en esa ocasión hasta 8.46. Gaisah hizo su concurso del año y le dio a los Países Bajos otra medalla inesperada y al igual que la de Schippers en el heptatlón, con suspense hasta el último momento. Gaisah es un atleta de Ghana que lleva toda la vida viviendo en los Países Bajos y que se nacionalizó un mes antes del campeonato del mundo. Su salto fue una auténtica sorpresa, ya que en sus sus últimas ocho competiciones no había superado los ocho metros incluyendo la clasificación. Solo suoeró la barrera de los ocho metros en tres ocasiones en toda la temporada estival.
Rivera se hizo con el bronce y le dio la tercera medalla a México en su historia en pruebas dentro del estadio sin contar marcha ni maratón. Las otras dos fueron las de Cárdenas y Guevara, ambos en el 400.
Felix se rompió y eso supuso que el paseo de Fraser-Pryce. La jamaicana logró alzarse con el triunfo con una marca muy cercana a lo que había realizado en Londres, pero al no contar con la norteamericana enfrente, todo fue más sencillo. La verdadera lucha estaba por la segunda posición entre Ahoure y Okagbare. El duelo dejó a a la marfileña con su segunda plata, después de la conseguida en el 100, y a la nigeriana con su segundo metal después de la plata en longitud. El 200 volvió a refrendar que Okagbare es una atleta que no rinde igual en la alta competición que en los mítines previos a las grandes citas, y en sentido contrario sucede con Fraser-Pryce, que completa un doblete que solo se había realizado dos veces en toda la historia.
El pirata Majewski y el alemán Storl están dispuestos a aguar la fiesta a los norteamericanos año tras año. Desde Berlín no gana un norteamericano una final de un gran campeonato. Da igual que lleguen bien, mal o regular, los europeos siempre acaban venciendo. De los últimos cinco grandes campeonatos los europeos llevan cuatro triunfos, por uno de los norteamericanos. Los rankings anuales siempre están en manos de los norteamericanos, pero los títulos se vienen para el Viejo Continente.
En esta ocasión el vencedor fue Storl, que el revalidó título después de vencer en Daegu y quedar segundo en Londres. Su currículum no puede ser más espectacular por todo lo que lleva acumulado en muy pocos años: ganó el título mundial juvenil júnior y ahora ya lleva dos en categoría absoluta. El triunfo estuvo rodeado de polémica, ya que en su mejor lanzamiento en principio fue considerado nulo, pero después de ser revisado en vídeo fue dado por bueno. EE. UU. apeló, pero su protesta fue rechazada.
Además de diferente técnica, Storl tiene una constitución física distinta a los norteamericanos. Una comparativa de peso lo dice todo: Hoffa, medalla de bronce, pesa 140 kg; Storl, 120kg. Precisamente Hoffa fue otro de los grandes derrotados, ya que Canadá sumó otra medalla gracias a Armstrong, que alcanzó los 21.34.
Heidler cayó en la clasificación y dejó la final un poco más huérfana de lo esperado. Lysenko y Wlodarcyk eran las únicas atletas que parecían que podían luchar por el oro, y así fue. Ambas se quedaron muy cerca del récord del mundo y a 36 centímetros una de la otra. La rusa Lysenko logró su tercer gran título consecutivo después de ser oro en Daegu’11, Londres’12 y ahora Moscú. Su temporada no había sido extraordinaria; venció competiciones pero con lanzamientos en el entorno de los 72 m,pero ya había avisado en su campeonato nacional con un lanzamiento de 78.15.
La polaca, había estado muy regular durante toda la temporada pero un poco a la sombra. Hizo un extraordinario concurso con dos tiros por encima de 77.50. El bronce es para Wenxiu, que repite el metal de Pekín, Osaka y Daegu.
EE. UU. volvió a vencer en un gran campeonato tras perder hace un año en Londres. Es su octava medalla de oro en un campeonato del mundo. Su hegemonía se basó fundamentalmente en dos hombres: McQuay y Merritt, ambos medallistas en la prueba individual.
La lucha por las otras dos plazas de podio estuvo reñida entre Jamaica y Rusia, y se dirimió en el último metro a favor del equipo isleño. Bélgica decidió poner todo su arsenal en las primeras postas y logró entregar en la segunda posición a falta de 400 metros, pero Oyowe, su última relevista, no logró aguantar y entraba en quinta posición.
La carrera se desarrolló como estaba previsto. Salieron a ritmo muy lento: a 2.45.12 el 1.000/8:27.79 por el 3.000. Todo iba lento, con los etíopes ausentes, como esperando un final para Alamirew, que se había mostrado más rápido que ninguno de sus compatriotas en las últimas competiciones. Todo transcurría lentamente hasta que se enfiló el último mil, donde primero los kenianos y después Farah impusieron un ritmo demencial hasta la llegada a la última vuelta, donde Soi, posiblemente el más rápido de los kenianos, estaba completamente desfigurado y colocado a cola de pelotón. Error táctico que pagaría en los metros finales. Farah, por contra, estuvo colocado de manera perfecta hasta que aceleró a falta de 700 m y luego atacó de manera brutal en los últimos 400. Su última vuelta no fue excesivamente rápida, 53.21, pero su último 1.000 fue el más rápido de la historia: 2:22.29, ritmo de 3:33 el 1.500. Difícilmente tengan otra opción sus rivales; es el más rápido, es el que en mejor forma está y vaya rápida o lenta la carrera no hay manera de hacerle hincar la rodilla. La lucha fue muy bonita por las migajas que dejó Farah, es decir: la plata y el bronce. En esta ocasión el ataque le dio la plata a Gebrhiwet, atleta que está todavía en edad júnior. Koech, que había competido muy bien en los trials kenianos pero no tan bien en las reuniones del circuito, ganó el bronce. Lagat fue sexto. Es evidente que los años pasan para todos y que ya no tiene la velocidad que tenía hace un lustro. Supongo que el final de su carrera está cerca. Rupp entró noveno y Hill, décimo. EE.UU logró meter a tres atletas entre los diez primeros.
Ha sido la mejor clasificación por ahora. Hasta quince atletas se fueron por encima de los 60 m y la marca de corte se situaba en 60.39. Solo una atleta, Babaranda, no consiguió la clasificación directa. Además, las marcas en las mejores no dejaban lugar a dudas de que viviremos una final apasionante. Abakumova fue la atleta más destacada y logró unos magníficos 69.09. Es lo máximo que se ha lanzado en la historia en la clasificación de un mundial con la nueva jabalina. La australiana Mickle, que lleva una temporada extraordinaria, se fue hasta 65.73 y Viljoen lanzó 64.51.
En un principio parece todo destinado a un duelo EE. UU. contra Sally Pearson. Las norteamericanas Rollins y Harper parecen las principales bazas norteamericanas. Rollins corrió en 12.55 y Harper salió con un vendaje en una rodilla y parecía no estar muy satisfecha con sus 12.84. Pearson solventó la clasificación con solvencia al realizar 12.62.
Primera ronda sin sorpresas y en la que destacaron el doble campeón de la Universiada de Kazán (Rusia) Jobodwana, que corrió en 20.17. El mismo tiempo que realizó Gemili en otra serie. Los principales protagonistas causaron una buena impresión excepto Spearmon, que tendrá que mejorar mucho si quiere estar en la final.
Pero la noticia de las series masculina estaba en el récord de España que realizó Bruno Hortelano al correr en 20.47 en la tercera serie clasificatoria. La prueba fue dominada por Weir, uno de los candidatos a las medalla, con 20.34. El nuevo plusmarquista español batió el récord de España de Sergio Ruiz (20.51), batido hace dos meses en Salamanca. La marca de Hortelano fue la octava mejor en la serie clasificatoria. Curiosamente dos de los tres récords de España batidos este año en España han sido batidos en la distancia del doble hectómetro. Sergio Ruiz corrió en 20.88.
Curtis Mitchell venció con 19.97 en la primera semifinal y Weir quedó segundo con 20.20. Hortelano corrió en 20.55, lo que lo dejaba apeado de la final pero cerraba una actuación sobresaliente. La segunda semifinal fue dominada por Bolt, que simplemente salió a controlar la carrera. El registro del jamaicano fue de 20.12. Segundo entró Jobodwana, que está causando una sensación fantástica. El atleta de Sudáfrica entrena en el Jackson College en Estados Unidos. Gemili venció con 19.98 en la tercera, con Ashmeade segundo. Se quedaron fuera Young, Spearmon y Vicaut, entre otros.
En un principio todos las favoritos cumplieron el pronóstico y se clasificaron para la final. Pero al mediodía se conoció la descalificación del equipo Jamaicano porque su primera relevista pisó la línea interior. El favorito para el oro es EE. UU., pero la lucha por la plata y el bronce estará reñida entre Rusia y Gran Bretaña. El mejor tiempo en esta ronda fue el de Rusia: 3:23.51.
En la primera quedó eliminado uno de los grandes favoritos, Leo Manzano. El medallista en Londres llevaba una temporada irregular y hoy se confirmó que no estaba bien. La carrera la venció Asbel Kiprop con 3:43.30, seguido de su compañero Silas Kiplagat (3:43.52). La sopresa en esta primera semifinal fue la clasificación del escocés O’Hare. En la segunda seminfinal también se produjeron sorpresas y se quedaron fuera atletas de gran nivel, sobre todo Souleiman, Iguider, Birgen y Ozbilen. La serie la ganó Chepseba con 3:35.88. Buena impresión la causada por Centrowitz. El norteamericano había competido de manera muy irregular en sus pruebas previas al mundial. Destaca la presencia de cuatro atletas de europeos en la final: O’Hare, Ingebrigtsen, Carvalho y Tesfaye.
Montaño decidió, como siempre, que la carrera saliera rápida. Sus parciales fueron de 26.95 y 56.33 (200/400) en una primera semifinal que se ganó con un tiempo final de 1:58.92. Brenda Martínez quedó segunda pisando los talones a su compatriota. El estilo de Montaño es conocido y seguramente tendremos una final rápida. En la segunda semifinal ganó Sum con Savinova pegada a sus talones. Entran tercera la campeona mundial júnior, la estadounidense Ajee Wilson. En esa semifinal no corrió Akkaoui.
* Óscar Fernández Villar.
– Fotos: Robert Ghement (EFE) – Reuters – Christophe Karaba (European Pressphoto Agency)
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