"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Los duelos entre el Barça y Real Madrid de baloncesto comienzan a ser de un nivel espectacular y bien harían las cabezas pensantes de este deporte en explotarlo como se debe. Si se hace bien, mucha gente puede enamorarse del baloncesto viendo lo que ofrecen los equipos de Laso y Pascual cada vez que se enfrentan entre ellos.
Está vez ganó el Barça y lo hizo como menos imaginaba la gente. Se decía que a ritmo y anotación alta ganaba el Madrid. Que con ritmo lento y anotación baja ganaba el Barça. El encuentro ha tenido dos caras bien diferenciadas. Los primeros dos cuartos, donde el ataque se imponía a la defensa y el Barça se ha impuesto al Madrid (46-49) . En los dos últimos, cuando las defensas han detenido el talento en pista, el Madrid ha conseguido darle la vuelta e imponerse en dicho tramo (77-77). En la prórroga todo se ha desatado y el talento ha estallado. Pudo ganar cualquiera, pero lo hizo el Barça.
Antes de llegar a las prórrogas el Barça se ha sustentado en el talento de Lorbek en la pintura, en el carácter de Pete, en la dirección de Huertas y en la intimidación y poderío de Tomic. Enfrente, el Madrid liderado por la clase de Mirotic ha hecho del rebote ofensivo su mejor arma para dar oportunidades de tiro a sus jugadores de perímetro.
La defensa de Lorbek sobre Mirotic ha sido la primera clave para ir minando la moral del Madrid. También influía el poco acierto desde el tiro libre, que ha lastrado en todo el partido a los blancos, que a través del acierto de Llull y Carroll cuando más lo necesitaba su equipo siempre se mantenían dentro del encuentro.
Podríamos destacar la dirección magistral de Lorbek, la omnipresencia de Tomic a partir del tercer cuarto, la casta de Felipe debajo de los aros, la chispa de Sergio, la irregularidad de Rudy, el físico de Navarro o mil aspectos que han hecho de este partido uno de los mejores que se han visto en la historia de la Copa.
En las dos prórrogas, el talento se ha disparado sin cortapisas. Con parciales grandes para cada equipo que volteaban el marcador el mando del partido cambiaba en apenas un minuto. Lorbek forzó para el Barça la segunda prórroga cuando lo más fácil era darse por vencido. De nuevo, aparece el esloveno cuando hay en juego un título.
En la segunda prórroga, Tomic fue el rey. Suyo es el rebote que le permitió meter a Lorberk la canasta del empate; suyos fueron los puntos que abrieron brecha en el marcador; y, sobre todo, suyas fueron las acciones defensivas que cerraron el aro al Madrid y que, a la postre, llevaron al Barça a ser merecedor de jugar la semifinal de la Copa del Rey al ganar 108-111, en un partido que se convertirá en un clásico de la competición.
* Daniel Arias.
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– Fotos: ACB
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