Es una constante. Cada vez que el Barça consigue vencer por un amplio margen, el experto de guardia consulta la estadística y constata que el rival ha cometido pocas faltas. Una vez vista, poco le importa lo que haya sucedido en el partido: la «comodidad» (entre comillas porque un marcador abultado no implica necesariamente que haya sido un partido cómodo) con la que ha vencido el conjunto catalán se ha debido a la poca intensidad del oponente. A que ha salido entregado, se atreverá a afirmar incluso algún atrevido con esa simple estadística. E incluso puede que alguna vez acierte, pero no será frecuente. Y ello porque si la estadística nos muestra que el Barça ha recibido pocas faltas, se debe siempre al primero de los siguientes factores y, en ocasiones, también al segundo y/o al tercero:
1. La ley de la ventaja. El equipo culé siempre quiere seguir jugando. Ello se debe a su propia filosofía de juego: prefiere la continuidad a las interrupciones y el juego en corto al balón parado. Por ello, no es extraño que, al final de un encuentro, haya habido más faltas que han dado lugar a la ley de la ventaja que las anotadas en la estadística.
2. Acierto del Barça. «A mí me enseñaron que, si recibíamos faltas, era porque no movíamos lo suficientemente rápido el balón«. Pocas frases reflejan mejor que ésta, pronunciada por Pep Guardiola, la filosofía de juego de su ex equipo. Ojo: ello no quiere decir que no se sufran patadas. En línea con el punto anterior, se puede seguir jugando pese a la falta gracias a que el balón ha llegado a su destinatario. Y es que, si se juega a velocidad de crucero, por más rápido que trate de robar el balón el contrario al emisor, cuando llegue ya no estará el cuero y cometerá falta.
3. Acierto del contrario. Exacto: la mayoría de rivales que más daño hacen al Barça cometen pocas faltas. Y es que la mejor manera de defender a los Messi, Iniesta y compañía no es ir a por ellos, sino flotarles: cerrarles el espacio para que les resulte más difícil encontrar esa rendija que saben encontrar como nadie. En contraste, un contrario que haga muchas faltas, además de cargarse con tarjetas si el árbitro aplica el reglamento, se expondrá a ser superado al abandonar su zona para intentar recuperar el esférico.
Pero claro, el mirar más allá de lo que está a simple vista, pese a que sea engañoso, no forma parte de los valores de la sociedad actual. Al menos, los que queremos ver más allá deberíamos preguntarnos más a fondo qué significa la estadística cuando el oponente del Barcelona ha cometido pocas faltas. Incluso es posible que alguna vez sea porque el contrario no ha jugado con la intensidad necesaria, pero no será sino la excepción que confirme la regla expuesta.
* Rafael León Alemany.
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