Thierry Henry es un genio. Todos lo sabemos. Sabemos que es uno de los futbolistas más grandes de la historia del fútbol francés, de la Premier League, del Arsenal. Henry pasará a la historia por los imposibles regates que ejecutaba cada fin de semana en Highbury, por sus diabluras que hacían levantar a los aficionados más fieles del equipo rival, de aquel morenito que en Inglaterra se convirtió en leyenda a base de goles. Pero también pasará a la historia por haber protagonizado uno de los momentos más controvertidos de la selección francesa: la mano ante Irlanda en 2009 que metió al equipo de Domenech en un mundial que acabó con numerosos jugadores históricos, y entre los que estaba Henry.
Pero Henry ya es historia, y Francia ya no puede depender de él. Les Bleus han tenido que experimentar un proceso de transición que se inició en la Eurocopa de 2012, con un resultado bastante pobre sobre las expectativas depositadas en ellos. Aquella derrota ante España en cuartos sigue aún doliendo en los más profundos sentimientos del aficionado francés, que sueña con volver a levantar un título en 2016, en una Eurocopa en la que esta selección ya no puede fallar si no quiere pasar a la historia como uno de los peores equipos de la historia francesa.
Los galos llegaban a Ucrania con la obligación de ir al Mundial. Había sido un rival inferior para España, y también, había tenido muchos problemas para clasificarse a la propia repesca, en la que tras varias circunstancias, consiguió obtener el factor campo a favor ante una selección con la que no había perdido en siete enfrentamientos previos, y a la que había derrotado en la Eurocopa del año pasado, celebrada precisamente en Ucrania.
La alineación inicial de Didier Deschamps evidenciaba que Francia iba a querer ir desde el minuto 1 a por el partido. Un definido 4-2-3-1- con la novedad de Rémy en ataque. Pogba-Matuidi ocuparían un también novedoso doble pivote, y Abidal y Koscielny se mantendrían en el centro de la zaga.
El partido para Francia comenzó bien. Dominio de la posesión del balón, incrementado por un Nasri muy participativo. A partir del minuto 15, las constantes llegadas de Matuidi y Pogba unidos al escaso retorno de Ribéry y de Nasri en las bandas provocó un crecimiento ucraniano, liderado por Konoplyanka, que le dio la noche a Debuchy, inadvertido en ataque tras los constantes avisos del joven y veloz extremo ucraniano.
Ucrania sacó al descubierto unos problemas que Francia lleva arrastrando desde hace mucho tiempo: el hecho de jugar con Pogba y Matuidi, que no son mediocentros puros, provoca que su espalda esté siempre descubierta para un jugador rival que es consciente de las dificultades para replegar y mantener la posición de ambos (esta vez fue Edmar el hombre elegido para esta función). Quizá, Deschamps debió jugar con 3 centrocampistas si quería juntar a Pogba y Matuidi.
En vista de sus problemas, tal vez Francia debió mover piezas antes del vendaval ucraniano en la segunda mitad. Ribéry seguía sin sentirse cómodo, gracias al espectacular trabajo de Stepanenko, un mediocentro muy limitado técnicamente pero que era consciente de que su misión en el partido era única y exclusivamente de frenar a Ribéry. Como Francia seguía dormida, con temor a arriesgar, Ucrania comenzó a soltarse con un Yarmolenko que seguía atacando la espalda de la débil defensa francesa. Y así llegó el gol de Zozuyla, en el que el jugador del Dinamo de Kiev permutó por dentro, sin oposición de Pogba o Matuidi, y conectó con Zozuyla, que batió a Lloris. Era un gol que se veía venir, y que provocó que Didier Deschamps comenzara a mover piezas, siempre tardío, algo que no es habitual en él.
Deschamps dio entrada a Sissoko y quitó a Rémy. Francia jugaría con el idéntico 4-2-3-1 inicial, pero con la variación de que Nasri esta vez iba a jugar con más libertad, para intentar solucionar los problemas en 3/4, también provocado por una gran defensa ucraniana. Nasri precisamente tuvo la ocasión más clara francesa, en una permuta clásica suya, y que provocó que Giroud bajara a recibir, y con su cuerpo, habilitar la llegada de Samir, que falló, que volvió a dejar claro que la frialdad le pesa, y que es posible que este tipo de partidos no sean para él.
Tras el cambio de Sissoko, Benzema entró por Giroud para intentar solucionar el partido. Pero el problema seguía estando atrás, donde Pogba y Matuidi no se compenetraban y donde Abidal y Koscielny estaban siendo muy lentos. Abidal sufrió de lo lindo con Zozuyla, un incordio permanente. Benzema no solucionó en absoluto el problema francés en ataque, que proseguía añorando a un Ribéry que no fue el Ribéry que nos tiene acostumbrados. Francia no sabía qué hacer, y por ello, Deschamps dio entrada a Valbuena por Nasri a falta de 10 minutos. No sirvió de mucho, ya que Koscielny erró por enésima vez en un partido negro para él, y derribó a Zozuyla. Roja para el del Arsenal y penalti transformado por Yarmolenko, revindicando su gran partido.
Al final, Francia buscó la heroica pero ya era demasiado tarde. Un partido para reflexionar, para hacer pensar que este equipo no tiene todavía un estilo definido. El Mundial puede ser un aviso de lo que puede avecinarse en la Eurocopa de 2016, en la que Francia está obligada a ganar. No estará Henry en la vuelta, por desgracia, para salvar a Les Bleus de un desastre antológico. Dos días antes de la fecha en la que se cumplirán 20 años del desastre francés ante Bulgaria, que le dejó sin Mundial de 1994 (el último al que Francia no acude).
Ucrania se presentó ante su público sin nada a que temer. Los deberes estaban más que terminados, y el hecho de jugar una repesca ante Francia era ya de por sí un premio. Pero ellos, habituados a no conformarse con lo que tienen, querían más. Querían dar guerra, y desde el primer minuto, mandaron un mensaje a Francia: si los galos querían sacar algo del NSK Olimpijs’kyj, lo iban a tener que sudar.
Fomenko dio la primera noticia de la noche al dejar fuera a Tymoschuck y dar entrada a Stepanenko. El ex del Bayern es un jugador con una tremenda experiencia y unas cualidades tácticas idóneas para la cita ante Francia. Pero Fomenko no necesitaba experiencia, sino agresividad, garra, pundonor y sacrificio, algo en lo que Stepanenko supera a Tymosckhuk.
Ucrania salió con mucho respeto hacia el combinado galo. La derrota en la pasada Eurocopa todavía estaba en el recuerdo, y la vitola de favoritos era evidente que se decantaba a favor de Francia, y con mucha diferencia. Por ello, con la entrada de Stepanenko y con Edgar (mediapunta con un sacrificio en defensa espectacular) quiso dejarle la posesión a Francia e intentar hacer daño por las bandas.
La obsesión de Fomenko era Ribéry. Sabía como llegaba el del Bayern, sabía que en cualquier momento aparecía para generar peligro, y sabía que había que ponerle dos hombres encima para que jugase lo menos posible. Stepanenko estaba constantemente encima de él, y Fedetskiy apenas apareció en ataque, ya que la presencia de Ribéry exigía un plus mental y defensivo para que todo saliese a la perfección. Cuando Edmar aparecía entre líneas, Fomenko se dio cuenta que el espacio que dejaban Pogba y Matuidi a su espalda era muy amplio, y que se podía atacar. Por eso centró a Yarmolenko y le dio a Konoplyanka la banda izquierda para que atacase a Debuchy. Así llegaron las ocasiones más claras de Ucrania en la primera mitad. Una primera parte en la que Francia no generó peligro, en parte, por el gran planteamiento defensivo ucraniano.
El discurso de Ucrania no varió en la segunda mitad. Los ex soviéticos salieron replegados, esperando su oportunidad de romper a la contra. Fue entonces cuando Fomenko adelantó líneas, en las que Rotan jugaba más liberado, debido a las incombustibles ayudas defensivas de Stepanenko, sacando a relucir su gran capacidad táctica.
El gol ucraniano hizo que el equipo se replegara más. Dos líneas de cuatro bien definidas, y Edmar atacando a Pogba para que el de la Juventus no jugase cómodo. Como Edmar terminó fundido, Fomenko dio entrada a Bezus, que hizo que Zozuyla (autor del primer gol) comenzara un recital de 15 minutos en el que Abidal y Koscielny no pudieron pararle, hasta el punto de que el del Arsenal, lleno de impotencia, cometiera un penalti absurdo sobre él a falta de 7 minutos para el final, que dignificó el excelente partido de Ucrania, desde el minuto uno hasta el minuto 90. También ayudó Pyatov, autor de varias paradas de mérito que permitió a Ucrania dejar la portería a cero.
El martes, en Saint-Denis, los ucranianos saldrán con las mismas ganas de vencer que hoy. Una victoria merecida que falta culminar para sellar su billete a Brasil. El país de la samba espera a los guerreros soviéticos. París dictará sentencia.
* Andrés Onrubia.
– Foto: Konstantin Chernichkin (Reuters)
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