"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
En la segunda entrega (la primera la puedes leer aquí) dedicada a los deportes invernales vamos a centrarnos en el esquí, que en los inicios era el deporte rey de los JJ. OO. de Invierno pero que con el paso de los años ha sido desbancado en las audiencias televisivas por el hockey sobre hielo y, sobre todo, el patinaje artístico, que trataremos en las dos próximas entregas.
El esquí alpino y sus disciplinas más jóvenes como el freestyle han sido objeto de innumerables películas, llegando incluso a crear un subgénero cinematográfico, el Ski porn, que no es lo que ustedes piensan al ver el nombre, sino esos documentales sin guión alguno donde vemos bajadas y saltos espectaculares con esquís, una simple sucesión de vídeos enlazados que emiten en las pantallas de los lugares de ocio de las estaciones de forma similar a las de snowboard.
Hemos podido encontrar bastantes películas, algunas de ellas de hace casi sesenta años, e incluso algún título de prestigio dentro del séptimo arte, pero la mayoría corresponde al estereotipo de jóvenes que van a esquiar con ganas de juerga y entre alcohol, nieve y mujeres con poca ropa, derroteros por los que transcurren la mayoría.
Con el advenimiento del freestyle, la balanza de las películas se ha decantado claramente hacia estas disciplinas, dejando las clásicas como el descenso o el eslalon completamente abandonadas desde hace muchos años.
El nivel es bastante bajo, por eso hemos incluido dos ejemplos de ski porn para ilustrar el fenómeno y sobre todo para dar una muestra de la espectacularidad de las imágenes, con unos descensos y unos saltos que les van a dejar con la boca abierta.
Una característica singular en este sector es un cierto desprecio hacia el snowboard, al que consideran una disciplina inferior y, de hecho, cuando hay alguna guerra de especialidades los buenos son los esquiadores y los snowboarders son asimilados a raros y pirados.
A continuación, les invitamos a ver nuestra selección, que esperamos que sea de su agrado, con las diez películas de esquí ordenadas de peor a mejor:
Dos amigos llegan a la estación de esquí de Copper Mountain en Utah. Uno con el objetivo de ganar una carrera de esquí profesional y el otro para ligarse al mayor número de chicas.
La única razón de incluir esta unión inconexa de fotogramas, a la que me niego a calificar como película, es para avisar a incautos que puedan verse atraídos por la presencia de un imberbe Jim Carrey o de Alan Thicke (Los problemas crecen) en los dos papeles protagonistas.
El film es un publireportaje descarado del Club Med y su estación de esquí en Estados Unidos, con diversas actuaciones musicales de gente como Rita Coolidge o Ronnie Hawkins, aderezado por Jim Carrey haciendo gañotas en su primer papel protagonista. El guion, ni se le ha visto ni aparece por ningún lado.
Lo único remarcable es la presencia de un ilustre como el gran Jean Claude Killy demostrando su altísimo nivel en un descenso y, de paso, haciendo propaganda para la madre patria francesa.
Recomendable para gente que duerma abrazada a una foto de Jim Carrey. El resto, que huya de forma despavorida.
Dos academias de esquí de la misma estación entran en una dura pugna por conseguir el título de mejor academia en las competiciones invernales de la misma.
Típica película dirigida a un público ávido de testosterona, donde la gente no hace más que beber, gastar y hacer bromas pesadas mientas que las chicas pierden el sujetador con más facilidad y la misma gracia que Matías Prats haciendo chistes en antena. La película fue perpetrada por el mismo equipo que la anterior que hemos mencionado. Aquí aprendieron alguna cosa, pero no se hagan muchas ilusiones tampoco.
La ración deportiva está servida por un gran número de carreras y saltos espectaculares que por suerte conforman la mayor parte de la película. Destaca el capítulo de saltos con esquís, con innumerable piruetas de alto nivel. Por supuesto, la película finaliza en un gran enfrentamiento entre el bueno y el malo, donde vemos la bajada más espectacular de todas.
Recomendable para los seguidores de comedias universitarias de trazo grueso y sostenes inexistentes.
Un esquiador es abandonado por su novia y se hunde en la más absoluta depresión, pero la amistad con una nueva vecina le sacará del pozo.
Insufrible película de los años ochenta que conviene ver con tapones en los oídos. Con la estética de aquella época y con un guion más nefasto que el realizado por Yola Berrocal –cualquier niño de cinco años haría uno más serio–, conocemos la historia de Lane Myer (John Cusack), el clásico perdedor al que las desgracias se le van acumulando después de que su novia le deje por el idiota triunfador de turno.
La película se salva por algunos toques entrañables en la música y el vestuario, con un detalle que no pasará por alto a los seguidores de Freddy Krueger, y por ciertas escenas de esquí que, sin ser de primera categoría, sorprenden por su ingenuidad. Destaca la acrobacia final entre Cusack y su vecina francesa y el descenso final.
Recomendable para los estancados en la década de los ochenta y los amantes del humor absurdo.
Una vieja estación de esquí recibe una oferta de un multimillonario para comprarla y convertirla en una urbanización de lujo. Para conseguirlo sabotea la seguridad de la estación con ayuda de unos secuaces, mientras que el equipo de pisteros y de seguridad de la estación intenta evitarlo.
El título español de la película indica claramente sus intenciones: se trata de la lucha de compradores contra los lugareños y vemos multitud de descensos a lo loco con todo tipo de saltos y caídas impresionantes.
El look de los noventa le añade un importante toque kitsch al film, que llega al final esperado por todo el mundo, en especial el sufrido espectador, que desea que finalice cuanto antes.
Recomendable para trabajadores de pistas de esquí y nostálgicos de los noventa.
Un joven esquiador se dirige para participar en la Copa del Mundo de Freestyle, primero para clasificarse y luego para competir con los mejores del mundo.
Hot Dog es el nombre popular que recibía en sus inicios el esquí de estilo libre o freestyle, que estaba compuesto por tres especialidades: el esquí artístico, los moguls y los saltos, que formaban un especie de triatlón blanca. La película es el mejor ejemplo para conocer estas tres especialidades, ya que vemos muchas imágenes de las tres y a un nivel remarcable.
El resto de la película es una profusión de fiestas, ligues y chicas Playboy desnudas que alegraran los ojos del público masculino entre las secuencias de nieve.
Éstas destacan un poco del resto de las películas del mismo estilo por mostrarnos el esquí artístico, disciplina caída algo en desgracia tras el veto a su inclusión en el programa olímpico.
Recomendable para amantes del freestyle y suscriptores de Playboy.
Documental que narra las andanzas de un grupo de esquiadores extremos por varios rincones del mundo.
Clásico orgasmo de imágenes de YouTube, impresionante estéticamente pero frío y vacío en cuanto al mensaje.
Grabado en los seis continentes a lo largo de dos años, un grupo de esquiadores sumamente hábiles se desliza por los corredores más vertiginosos en una demostración de habilidad y talento que no dejará indiferente al amante de esta especialidad.
Hay que resaltar los paisajes sublimes de Marruecos, Groenlandia, Chile o Alaska, por citar varios ejemplos, en los que el cámara exprime hasta la última gota de la belleza natural. Parajes inhóspitos y recónditos que harán las delicias de los que disfrutan en la naturaleza, si bien poder descender por esas pendientes o ejecutar esos saltos está reservado únicamente para los expertos. Aunque quizá lo que más les llame la atención sea el descenso por un pueblo, con innumerables malabares entre coches, pasarelas y pasos de cebra.
No nos olvidamos de atizar a los responsables del documental por el mensaje absolutamente hipócrita que nos quieren colar, ya que insisten en concienciar a la ciudadanía sobre el calentamiento climático o la necesidad de vivir de una forma más sostenible pero se olvidan de que van a esquiar en moto de nieve o helicóptero, que además les transporta por el mundo. Ya está bien.
Muy recomendable para los incondicionales del vértigo.
Una joven refugiada noruega queda a cargo del pianista de una orquesta de swing. La chica se encapricha del pianista y lo sigue hasta la estación de esquí de Sun Valley, en Idaho, donde debe tocar.
Vehículo cinematográfico al servicio de Sonja Henje, triple campeona olímpica de patinaje, que forma parte de una serie de películas hechas a su mayor gloria. Hemos elegido esta porque el esquí predomina sobre los números de patinaje habituales en sus películas, de los que solo hay uno y al final. La película, como todas las suyas, es ingenua y bobalicona, pero su encanto es indudable y supera a muchas comedias de la lista en calidad cinematográfica.
Además, podemos disfrutar con numerosas actuaciones de la orquesta de Glenn Miller interpretando sus grandes éxitos, entre los que hay que destacar la coreografía de Chatanooga Choo, Choo. Una auténtica maravilla.
Hay bastantes escenas espectaculares de esquí, aunque los materiales de los años cuarenta van a hacer frotarse los ojos a más de un esquiador actual.
Recomendable para amantes de Glenn Miller y curiosos por el pasado del esquí moderno.
Documental sobre las espectaculares proezas de un grupo de esquiadores extremos por todos los confines de la tierra, sobre todo en Alaska.
El mejor representante del fenómeno del ski porn, realizado de forma espectacular en unos escenarios verdaderamente alucinantes que les van a dejar con la boca abierta de principio a fin y con una altísima calidad de imagen en alta definición.
El documental nos muestra tanto descensos extremos por canales casi verticales de montañas como bajadas en nieve virgen polvo de casi dos metros de profundidad. Veremos saltos espectaculares en trampolines gigantescos de nieve, preparados específicamente para poder conseguir triples y cuádruples giros que a los amantes de la nieve les va a poner la adrenalina por las nubes. Eso sí, de película no tiene nada, y los patrocinadores ocupan más espacio en los títulos de crédito que los propios esquiadores, pero consideramos que no podía faltar una muestra de este estilo en nuestra selección.
Recomendable para amantes del esquí extremo y de los saltos imposibles.
Dos amigos deciden abandonar su vida rutinaria en Detroit y se embarcan en una aventura vital como instructores de esquí en la prestigiosa estación de Aspen.
Otro título que todo amante del esquí no se debe perder. No solo por las escenas deportivas, numerosas, espectaculares y excelentemente grabadas, sino porque la historia es digna y permite completar el producto con una nota destacable. Dos amigos del alma dejan la estabilidad y la seguridad y apuestan por el vértigo y la adrenalina en una decisión arriesgada.
Uno de ellos pronto conocerá las mieles del éxito tanto personal como profesionalmente, lo que le acarreará unos problemas desconocidos e inesperados, mientras que el otro caerá en las cloacas de la delincuencia para experimentar todo tipo de penurias. La mezcla entre el drama y el deporte está conseguida, y a su vez se ve salpicada por las inevitables gotas de amor.
Una película que no se puede perder si le gusta el esquí.
Un esquiador de Colorado se empeña en llegar a la cima del esquí alpino pese a las dificultades que habrá de superar en el deporte y en la vida.
Recomendable película apoyada en dos gigantes de la interpretación como Robert Redford y Gene Hackman. Está centrada en las competiciones de descenso de esquí alpino, pero completamente alejada de las superproducciones de Hollywood, por lo que su estilo peculiar de semidocumental sorprende y atrapa.
Las escenas deportivas merecen mucho la pena por la belleza de los paisajes, la adrenalina de la velocidad y las diferentes reflexiones que van provocando en el espectador. Queda clara la importancia del espíritu de sacrificio para progresar en una carrera deportiva, aunque al mismo tiempo haya ciertas carencias afectivas, pero lo más impactante reside en la soledad del deportista. Lo efímero del triunfo. Y para ello deberán esperar hasta la última escena del filme.
Imprescindible para los amantes del esquí, la velocidad y las sensaciones que provoca el deporte.
Esta segunda parte dedicada a los deportes de invierno nos ha servido para ahondar en las reflexiones maduradas en la anterior entrega. El esquí, en sus diferentes modalidades, cuenta con la gran ventaja de apoyarse en la potencia de la naturaleza, con unos paisajes que no tienen competencia. Por el contrario, cuesta encontrar películas profundas y de gran calado, de modo que las comedias absurdas y los recopilatorios de YouTube son una constante. Volvemos a lo de siempre: el incondicional no se percatará de la poca calidad de sus películas.
* Mikel Madinabeitia (periodista) y Lorenzo Mejino (experto en comunicación).
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