Las imágenes de los saltos de gran altura, high diving en su original inglés, han sido sin lugar a dudas el espectáculo televisivo más brillante del XV Campeonato del Mundo de Natación celebrado en Barcelona.
La parte oficial y de resultados de la prueba ya ha sido comentada con su brillantez habitual a diario en este Magazine por David Fernández, pero al haber tenido la oportunidad de ser el speaker oficial de la prueba, he podido vivir el otro lado de la competición, conociendo personalmente a sus protagonistas y los preparativos, con lo que me permito ofrecer una perspectiva diferente de esos maravillosos tres días en el Port Vell.
Los saltos de gran altura eran considerados, hasta hace poco, más un espectáculo circense que una disciplina deportiva. Las primeras imágenes que tenemos son de las ferias, en las que aguerridos saltadores se lanzaban desde mástiles precarios hacia minúsculas piscinas y, en paralelo, desde 1934, los espectáculos de los clavados en la Quebrada de Acapulco, donde jóvenes de la zona arriesgaban su vida a diario por unos dólares de los turistas.
Este tipo de espectáculos suponía una salida profesional para los saltadores cuando se retiraban y dejaban su estatus amateur, pero siempre había sido un circuito marginal y alejado de los estamentos oficiales.
Se sucedían campeonatos mundiales casi en la clandestinidad, sin ningún reconocimiento oficial hasta que en 2009 la conocida marca de bebida energética Red Bull decidió apostar fuerte por esta disciplina y crear un circuito mundial, las World Series. Las pruebas eran grabadas y posteriormente editadas con un montaje espectacular. Así se hizo su hueco en las noticias de la televisión, siempre ávidas de imágenes espectaculares.
Visto el éxito popular, parecía inevitable un acercamiento entre esta la disciplina y la FINA, con mucho a ganar para ambas partes. Los saltadores conseguirían un reconocimiento oficial y mediático a nivel global del que carecían, mientras que la FINA incorporaría a su programa oficial una disciplina espectacular, con el consiguiente regocijo para sus patrocinadores visto el impacto mediático.
Con la presencia del mallorquín, juez olímpico y ex high diver, Julián Llinas en el comité técnico de saltos de la FINA se produjo un acuerdo a tres bandas entre la federación internacional, el comité organizador BCN 2013 y los saltadores, encabezados por el colombiano Orlando Duque, para incluir la disciplina en el programa oficial y hacer su debut en elMmundial de Barcelona, y el entusiasmo empezó a apoderarse de todos.
La FINA ha reconocido los saltos de gran altura como una disciplina diferente a los saltos, y a tal efecto ha creado una comisión que regulará las competiciones oficiales a partir de este mundial.
Existen bastantes diferencias entre ambas formas de saltos y una conversación con Orlando Duque me proporcionó las claves que paso a relatarles. Los saltos son una disciplina muy peligrosa, ya que el ser humano la realiza a velocidades superiores a 90 km/h sin ninguna protección. A tal efecto, imagínense ir en moto o esquiando sin casco y con solo un bañador a 90 km/h y el resultado de una posible caída.
Por esta razón, las entradas las realizan de pie, debido a que el tren inferior es mucho más fuerte que el superior, muy importante para resistir el impacto brutal con el agua, y es algo más sencillo controlar el descenso en vertical de pie que la entrada de cabeza.
Las alturas, de 27 metros para los hombres y 20 para las mujeres, determinan que sea imposible entrenar en esas mismas condiciones, por la inexistencia de seguridad. Duque, por ejemplo, suele entrenar desde 3 y 5 metros puliendo su técnica, ajustando sus saltos en las condiciones reales durante los entrenamientos previos a la competición.
Desde el punto de vista técnico, la diferencia principal estriba en la palabra control. Los mortales y tirabuzones no tienen por qué ser tan rápidos como en los saltos bajos, porque si unimos una gran velocidad de giro a la mayor velocidad de caída, es muy difícil controlar el salto y entrar en posición vertical.
Como ejemplo, en este Mundial ha habido varios saltos de cuatro mortales y medio desde el trampolín de 3 metros, mientras que desde 27 metros solo Steve Lobue intentó un salto de cinco mortales y medio, debido a esa necesidad de controlar la velocidad de los giros. Por altura, a la velocidad máxima de giro, podrían hacer hasta ocho mortales, pero sería imposible parar y la entrada se efectuaría de manera totalmente descontrolada.
La técnica de vuelo es similar, con algún elemento nuevo como el llamado barani, que es la figura que realizan para equilibrarse en el aire y preparar su entrada vertical al agua, que debe ser con los brazos por debajo de la cintura. Hasta hace muy poco los saltos solían iniciarse en posición estática, para evitar tener mas velocidad de la necesaria, pero Gary Hunt introdujo el primer salto corriendo, abriendo nuevas vías.
El grado de dificultad es diferente. En las pruebas de piscina, el coeficiente máximo intentado en este Mundial fue de 4,1 mientras que en el high diving se llegó a intentar saltos de 6,3, como el famoso triple quad de Gary Hunt (triple mortal atrás con cuatro tirabuzones)
El peligro inherente a la altura obliga a unas medidas excepcionales de seguridad, como la presencia de buzos y jetskis para evacuar al saltador en problemas. Varios saltadores me comentaron que una pequeña desviación de la vertical hacia delante provoca un fortísimo impacto en el esternón que te puede dejar sin aire y que obliga a ser extraído con gran celeridad por los buzos, que en este caso eran de la Guardia Civil.
Para hacer estos saltos no cabe duda que hay que estar hecho de una pasta especial, y el dominio de la especialidad necesita bastantes años de práctica. Por ello la comunidad de saltadores es muy cerrada y cercana por compartir esas sensaciones especiales, y posee una gran capacidad de autorregulación.
La procedencia de los saltadores es de lo más variada. Tenemos especialistas cinematográficos como el americano Kent De Mond, al que habrán visto, sin saberlo, en multitud de películas tirándose por riscos y cascadas, incluso envuelto en fuego, pero que se gana la vida en espectáculos del Sea World en San Diego, junto a su compatriota Ginger Huber, participante en categoría femenina.
Otros, como Michal Navratil, el checo que hizo el salto de Superman, se gana la vida haciendo exhibiciones en cruceros (donde también trabaja el ruso Artem Silchenko) saltando desde cualquier sitio a las piscinas.
Algunos han sido saltadores de alto nivel que han decidido dar el paso en busca de nuevas sensaciones, como el británico Blake Aldridge, que compitió en Pekín 2008 en saltos sincronizados de plataforma con el jovencísimo Tom Daley, o ex campeones nacionales como el americano David Colturi o el británico Gary Hunt.
La ucraniana Tomilina trabaja en un espectáculo en Macao, como la nueva campeona mundial, la americana Cesilie Carlton, una debutante que, cuando hablé con ella para preparar su presentación y pedirle su palmarés no se le ocurría nada, y al final me dijo que era campeona nacional de junior college (una división baja universitaria estadounidense). Cuando la vi después de la ceremonia, me dijo exultante: «From Junior College Champion to World Champion!».
También tenemos salvavidas como el francés Cyrille Oumedjkane, pero la mayoría trabaja en espectáculos acuáticos en casinos o en el Cirque du Soleil. Todos compartían la sensación de estar viviendo un sueño inimaginable hace un año, ya que competir en un campeonato mundial de su especialidad por primera vez era algo irrepetible. Hablando con ellos veías que disfrutaban cada momento, desde llevar el chándal oficial de su delegación hasta tratar con la prensa internacional, impensable hace apenas unos meses para unos artistas trotamundos.
Pero, por encima de todos, destaca el colombiano Orlando Duque, sin lugar a dudas la persona que más ha hecho por este deporte, saltando durante muchos años en los lugares más insospechados, delante de escasos centenares de personas y con una imagen muy reconocible, con una coleta larguísima que no se corta desde 1996.
Orlando es una persona exquisita, no se cansa de explicar de forma didáctica su deporte mil y una veces y ha sido pieza fundamental para conseguir este reconocimiento del high diving. A sus 38 años forma parte de la comisión técnica de high diving de la FINA, y aunque ya está en el declive de su carrera y reconoce que el británico Gary Hunt está a mayor nivel que él, su victoria inesperada fue el colofón ideal y deseado por todos en este debut mundialista de la especialidad.
De Orlando me quedo con su detalle, una vez finalizada la ceremonia, de salir a saludar uno por uno a decenas de compatriotas colombianos que se agolpaban en la salida del recinto, compartiendo su alegría con ellos. El mejor embajador que podía tener su deporte y su país.
El sistema de competición era novedoso. La categoría masculina se disputó a cinco rondas, dos con saltos de dificultad, baja e intermedia para el primer día de competición, y tres con uno de dificultad intermedia y dos saltos libres para el segundo día de competición
La competición femenina, además de efectuarse a una altura más baja, presentaba mucha más inexperiencia en las participantes, ya que todas salvo una, la alemana Anna Bader, habían debutado este mismo año y solo había habido una competición oficial en toda la historia. La participación fue decidida por invitación personalizada de la FINA, para asegurar un nivel adecuado de los participantes en este debut de la especialidad.
Para conocer mejor las interioridades de este tipo de pruebas, el director técnico de la competición, Cristian Cirera, y la directora de saltos del Comité Organizador, Ingrid Fontanals, fueron a observar una prueba del circuito mudial en las Azores para aplicar sus experiencias en nuestro ámbito.
Personalmente, aunque había sido el speaker de saltos en los mundiales de 2003 y 2013, desconocía por completo esta especialidad, ya que nunca se había realizado ninguna competición en nuestro país.
Por ello tuve el honor de tener como compañero en la narración de la prueba, para temas técnicos, al medallista de plata de trampolín de 3 metros en los JJ. OO. de Sídney, Fernando Platas, miembro de la comisión técnica de high diving de la FINA, que nos ilustró a todos con sus conocimientos técnicos, en especial al diseccionar cada salto y explicarnos lo que había funcionado y lo que había fallado.
Curiosamente, Fernando me comentó que nunca se había tirado desde una altura superior a 10 metros ni piensa hacerlo, y cuando el último día subimos hasta la plataforma de 27 metros para ver las sensaciones que se tenían, me reafirmó que seguía firme en su decisión y que ni loco se tiraba desde ahí
Si a eso le añadimos que uno de los miembros del jurado era el mítico Greg Louganis, cuádruple campeón olímpico de saltos, podemos asegurar que los saltos de gran altura han llegado para quedarse.
Como nunca se había retransmitido una prueba de saltos de gran altura en directo, hubo bastantes reuniones con TVE para ver cómo se enfocaba la retrasmisión, y cada día se realizaban los ajustes necesarios para mejorarla. A tal efecto, a petición de TVE , empezamos con un intervalo de dos minutos y medio entre salto y salto, para dar tiempo a la televisión a hacer todas sus repeticiones, pero en la final bajamos a dos minutos para hacerla más dinámica, y el éxito de audiencias parece que así lo confirma.
El éxito sorprendió a la propia empresa; todas las partes implicadas quedaron realmente satisfechas de la experiencia y Orlando Duque comentó que muchos saltadores participantes en los saltos en la piscina se acercaron y subieron hasta la plataforma de 27 metros, con muchísimas preguntas para ponderar un posible cambio de especialidad, ya que al estar incorporada de pleno derecho en el programa del mundial se abren unas perspectivas deportivas inesperadas para muchos.
El siguiente paso va a ser intentar introducir la prueba en el programa de los JJ. OO., algo que por espectacularidad entra plenamente dentro de la dirección de las nuevas disciplinas aprobadas por el COI los últimos años. En paralelo, muchos piensan que la clave para el desarrollo técnico dependerá del nivel de compromiso de China en esta especialidad. Cuando hay medallas en juego, China suele cambiar radicalmente su postura frente a las disciplinas deportivas, y en este sentido los saltos de gran altura pueden ser un objetivo apetecible para expandir su aplastante dominio en saltos a esta nueva especialidad.
Los saltos de gran altura son una disciplina que aúna el espectáculo con un factor inherente de riesgo que la hace realmente atractiva para el público poco versado. El sentido del espectáculo que tienen muchos de los participantes es un valor añadido para valorar de forma sobresaliente el debut de esta disciplina en el mundial y que he intentado trasladarles en este texto.
* Lorenzo Mejino es experto en comunicación y ha sido ‘speaker’ oficial del Mundial FINA 2013.
– Fotos: Lorenzo Mejino – BCN 2013 – AFP
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