1.- A poco de empezar el tercer cuarto, España, ya veinte puntos por encima en el marcador por quinto partido consecutivo, decide ponerse en una defensa individual presionante por todo el campo. La pelota la sube Jovic en vez de Teodosic, y Navarro se encarga de defenderle. Lo hace sin tregua, acosándole, buscando robar el balón, confiando en sus piernas. Para mí, es el mejor momento del campeonato: ya intuíamos que el estado físico de Juan Carlos estaba al mejor nivel, ahora lo sabemos a ciencia cierta. A un lado dejamos sus 15 puntos en 18 minutos, su formidable porcentaje de tiro y la ayuda incluso en el rebote. Para mí, esa defensa, esa confianza, es lo que marca un nuevo futuro para este chavalín de 34 años.
2.- He empezado por la nota alegre porque la verdad es que el partido lo tuvo todo para acabar en guerra y es posible que alguna hoguera haya quedado humeando. Siempre son complicados estos últimos partidos de liguilla en los que nadie se juega nada. Algunos apuestan por rotar y dar minutos a los menos habituales, incluso sentar a sus estrellas, otros optan por seguir la rutina de los partidos anteriores. Si les digo la verdad, yo soy de los segundos. No me gusta cortar el ritmo de un equipo, especialmente cuando funciona. Otra cosa es que la apuesta inicial ya fuera de por sí arriesgada y que doblarla haya sido un poco innecesario. Claver, Abrines y Reyes claramente están fuera de la rotación; Ibaka y Sergio Rodríguez tendrán que asumir un papel secundario; y los hermanos Gasol han vuelto a jugar 56 minutos entre los dos. Magníficamente bien, por supuesto, pero con el partido decidido y de manera quizás innecesaria.
3.- El momento que mejor ejemplifica esta situación es cuando Pau Gasol sale a falta de cuatro minutos para el final del partido, justo cuando España se acaba de recuperar de un bache y vuelve a dominar con claridad. Pau se queda dos minutos en el campo y visto lo visto le pide a Orenga que saque a Claver, que ni siquiera ha saltado a la cancha. ¿Por qué no salió Claver en primer lugar? No lo sabemos. Tampoco sabemos por qué no juega Abrines, una vez decidido que lo de los dos bases más Llull como plan alternativo a los titulares no es una prueba, sino una decisión firme. Hoy funcionó de una manera muy extraña: con un 0-8 en contra nada más salir y un 7-0 a continuación encabezado por Llull y Calderón.
4.- Vuelvo a quedarme en Llull y Calderón porque su partido volvió a ser muy bueno y su progresión en el campeonato, notable. No es fácil en absoluto empezar en un rol secundario, tener un par de partidos malos y rehacerte. Llull ya no se avergüenza de ser un jugador hiperactivo: corre como un loco, defiende lo que le echen y amenaza desde el triple. Muy importante su papel en un equipo con una rotación tan limitada. Calderón, por su parte, a falta de recuperar por completo el tiro, que en un jugador de su calidad me parece anecdótico porque sabemos que tarde o temprano entrarán, ha recuperado la confianza y las ganas de mandar. Excelente noticia porque no podíamos permitir que el noveno hombre de la rotación encima estuviera tan descolocado como en los tres primeros partidos.
5.- El problema es si en el camino estamos perdiendo a Sergio Rodríguez, que es mucho perder. No sé qué le pasa y puede que no le pase nada, pero con él en la cancha el parcial fue de -13 y no es la primera vez que sucede algo así. El Chacho está serio e incómodo, esa es la sensación que da, como si la toma del mando de Ricky Rubio más la progresión de Calde le hubieran llenado de dudas. Lo que pasa es que yo del tren de Sergio no me voy a bajar a estas alturas. Si uno reniega del MVP de la pasada Euroliga, va listo. En ese sentido debería hacer algo parecido a lo de Llull: yo juego así, y a quien no le guste que se aguante. En los cruces será clave.
6.- El otro que se nos está quedando un poco atrás, como comentábamos, es Ibaka. Ayer el incendio se sofocó in extremis, pero hoy no ha habido manera: estaba completamente desquiciado en la pista. Como repetían los comentaristas –excelente, por cierto, José Miguel Antúnez, gran revelación–, Ibaka no es un pívot suplente más: es un All-Star en potencia de la NBA y eso no es cualquier cosa. Hay que buscarle, hacerle sentir importante, no obligarle a que todos sus tiros sean de cinco a siete metros… meterle en una dinámica no ya de rotación, sino de liderazgo de la unidad suplente. No parece que se esté haciendo, no sé hasta qué punto las molestias físicas del primer partido tienen que ver, pero su cara no indica eso precisamente.
7.- Todo esto, ojo, es lógico. Cinco partidos en seis días, la tensión de la competición, incluso la placidez de la victoria constante y aplastante levanta estos debates que deberían ser secundarios. No lo son porque todo lo demás va bien y hay miedo precisamente a que eso se tuerza en cualquier momento. El equipo pareció cansado al final del partido, no solo físicamente, sino mentalmente, como si necesitara un plus de energía, de alguien que quisiera salir a comerse la cancha, como hizo Abrines con ese mate tras rebote ofensivo. Una tensión que fuera más allá de pelearse con Djordjevic. El entrenador no lo consideró necesario y dobla así su apuesta. Nadie está diciendo que no sea ganadora, solo advertimos de los peligros que se corren con jugadores que rondan o superan ampliamente los 30 años y tienen aún cuatro partidos por delante. El más importante, esperemos, el último.
8.- Por cierto, qué fácil es pelearse con los serbios. Lo llevan en la sangre. Djordjevic pecó de histrión y mejor no ponerse a su nivel. Los jugadores, como siempre, duros. Por eso quiero ver a Abrines y a Claver en partidos así, porque son partidos plácidos en el marcador pero tensos en la cancha. El único que esta vez no se quiso meter en líos fue Teodosic, ese genio necesario pero con unas lagunas y un morro importante. Durante los primeros cinco minutos se dedicó a flotar a Ricky Rubio, como supongo que le indicaría su entrenador, pero más que flotar lo que hacía era no defender, sin más. No amenazaba líneas de pase, no hacía segundas ayudas… y así Rubio se hinchó a conectar con los pívots como si jugara solo y a buscar su tiro favorito, el único que anota con fiabilidad, el de cinco metros en suspensión tras bote.
9.- Más sobre Ricky: su partido fue extrañísimo. Empezó muy bien, siguió muy mal, volvió sublime y se perdió de nuevo. 12 puntos, 7 robos, 6 asistencias, 4 rebotes… pero 5 faltas y 7 pérdidas, la mayoría casi por aburrimiento, por desconcentración o por buscar la jugada imposible para animar un poco el cotarro. La importancia del base sobre el equipo, con todo, se volvió a notar: +33 con él en la cancha, y eso que tuvo un momento en el tercer cuarto en el que se fue mentalmente del partido y sumó hasta tres pérdidas seguidas y dos faltas que provocaron su cambio.
10.- Rudy Fernández. El multiusos. Nunca sé dónde ponerle en la crónica porque está en todos lados. Maravilloso mundial el suyo, como el de casi todos los jugadores exteriores, tan bajo sospecha tras los partidos de preparación. Acostumbrados a que los pívots sumen 60 puntos por partido, el hecho de que hoy metieran 36 entre los cuatro y aun así el equipo ganara fácilmente lo dice todo del equilibrio que se va alcanzando. En defensa costó más, pero no era el partido. Al final fueron solo 73 puntos encajados, la mayor cifra desde que empezara la gira a principios de agosto.
y 11.- Empieza el mundial. Todo esto de arriba, todo lo de las anteriores crónicas, todos los resultados… no sirve de nada. O sirve para llegar a este momento en plenitud y sin dudas. O con las menos posibles. El primer rival, Senegal, no debería presentar resistencia. Su estrella, Dieng, lleva un par de partidos jugando agotado y D’Almeida se ha consolidado como un buen base, pero no creo que pueda con los tres españoles. Perdieron holgadamente contra Argentina y no veo arsenal suficiente para poner en apuros a España. Ahora bien, a partir de ahí, a cara de perro. Dudas, inseguridades, minutos tensos en los que puedes necesitar más balas de las que pensabas. Esperemos que esas balas estén cargadas.
* Guillermo Ortiz es filósofo y escritor.
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