"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Repasando notas, encuentro las siguientes: formación permanente de triángulos de pase; evitar el pasar por pasar; a bola perdida salta el jugador más próximo; ser anchos para buscar profundidad y crear pasillos interiores; generar ‘hombres libres’ a partir de la conducción que atrae rivales; buscar la superioridad en centro del campo siempre a partir del balón; hombres a diferentes alturas para crear líneas de pase; presionar todos los fueras de banda; el concepto de un extremo más un punta; la delantera rival no pasa de medio campo; esfuerzo, esfuerzo, esfuerzo; la idea ofensiva condiciona todo el juego: se defenderá según la forma en que se ataque; 5 segundos de presión tras pérdida; objetivo: construir superioridad tras cada línea del rival…
Son algunos aspectos específicos que componen la identidad del juego contemporáneo del Barça. Cuando hablamos de modelo de juego hablamos de gran cantidad de pequeños detalles y factores que lo componen y que deben ser ejecutados de manera coordinada, colectiva, rápida, intensa y continuada. Si un número elevado de factores se incumplen o se cumplen parcialmente o con intensidad, velocidad o precisión reducidas, el juego palidece. Y el Barça es juego por encima de todo, con lo que si falla lo esencial el equipo se queda en muy poquita cosa. Si repasamos las notas mencionadas, tendremos la impresión que varios de estos factores se incumplen; otros se practican pero a baja intensidad; y solo algunos se continúan ejerciendo. Pero ya no desde la colectividad, sino desde el individuo, buscando soluciones sueltas. A partir de ir dejándose pequeños detalles por el camino, el juego actual se ha desnaturalizado tanto que resulta irreconocible, especialmente para los jugadores, que parecen el actor aturdido que pierde momentáneamente la memoria en un ataque de pánico sobre el escenario. Roura y los jugadores saben mucho mejor que nosotros que su juego de hoy no tiene mucho que ver con lo que fue y debía seguir siendo. Está en sus manos.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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