La NBA es un producto que se vende bien, muy bien de hecho. A modo de píldoras, la mayoría de la gente es capaz de hablar de esta liga; la NBA está en todas partes. Los telediarios prefieren incluir un Top 5 de jugadas de la noche que hacer un resumen de la Liga Endesa, los niños juegan a baloncesto con pelotas de los colores de Estados Unidos, los adolescentes visten las camisetas de sus ídolos (los hayan visto jugar o no), los mayores aún están hipnotizados por una época anterior en que la NBA era la luna y son capaces de mantener conversaciones de cómo Corbalán y compañía un día plantaron cara a unos universitarios que estaban liderados por un tal Michael Jordan, además de idolatrar a Magic Johnson y Larry Bird, que siguen ejerciendo de mitos para una generación. Y si aún no se ha vendido bien el producto, la NBA se encarga de recordarte lo buenos que son dándote como regalo un partido en Europa para que los mejores equipos de aquí sueñen por un día con formar parte de ese circo e intentar acabar definitivamente con una leyenda que cada vez cojea más, y con su cojera se expande y llega a nuevos mercados como el asiático, que todavía vive hipnotizado.
Sin embargo, hay un fenómeno curioso que ocurre cuando se mira con ojos primerizos (y europeos) esta competición. Es ese momento en el que lo mitológico choca con la realidad y algún conocido acude por primera vez a un streaming y ve un partido cualquiera de temporada regular y se desengaña. Lo lógico es que con las expectativas al 200% tras ver cientos de videos de highlights, con héroes de videojuegos, con la experiencia de que hay jugadores que aquí en Europa eran estrellas y allí son carne de banquillo porque están los mejores y por lo tanto son unas bestias… Con todo ese bagaje se ve un Philadelphia 76ers contra Memphis Grizzlies y si no odias la NBA tras casi dos horas y media de inaguantable partido, visto desde el punto de vista europeo, es que tienes algo de sadomasoquista. Por no hablar de las horas de emisión. Eso curiosamente no pasa con el All Star, posiblemente el partido más inaguantable de la temporada pero como se hacen mates continuamente lo aceptamos, lo disfrutamos y no analizamos que directamente no hay atisbos del baloncesto que conocemos.
Pues bien, ese supuesto partido descontextualizado entre Sixers y Grizzlies, para mucha gente le desmitifica la NBA y empiezan a acudir a los tópicos más habituales: “No se juega a nada”, “Es un continuo 1 contra 1”, “Muchos mates en las repeticiones pero en el partido solo hubo 4 ó 5”, “El baloncesto de verdad está en Europa” y un largo etcétera. Como ni todo es blanco o negro seguro que hay parte de realidad y parte de fantasía en todo eso. Sin embargo, os quiero animar a que os introduzcáis en el mundo NBA de otro modo. Esta competición es una experiencia contextual y como tal tenéis que entrar en ese mundo para poder entenderlo, disfrutarlo y posteriormente analizarlo.
Para poder entrar con buen pie en la NBA y no salirse espantado después de un partido del grueso de la temporada regular hay que entender cómo funciona la competición. La NBA es una liga de 30 equipos y cada uno de ellos realiza como mínimo 82 partidos por temporada, que es lo que dura la fase regular. El campeón y el subcampeón de la NBA, en un caso extremo el que jueguen todas las rondas de playoffs hasta su último encuentro posible (7 en cuartos de final de Conferencia, 7 en semifinales, 7 en finales de Conferencia y 7 en la Final de la NBA) podría jugar un máximo de 108 partidos en una temporada (de noviembre a finales de junio). Casi nada.
Con esta losa encima es normal que el peso del partido en temporada regular sea poco y la intensidad, por lo tanto, no sea igual a la que se puede vivir en un partido de la Liga Endesa, por ejemplo, en la que casi cualquier partido es importante para el futuro. En la NBA no hay descensos y la posibilidad de coger un gran jugador la temporada siguiente en la lotería del draft hace que haya equipos que a mediados de temporada empiecen a deambular por la liga. El draft, para quien no lo sepa, es un sistema de elección de jugadores de fuera de la liga, normalmente universitarios, que intenta buscar la equidad dando mayores opciones de elegir primero a los equipos con peor clasificación durante la temporada anterior. Así, los peores equipos de un año pueden volver a ser competitivos al año siguiente si consiguen un buen jugador en el draft.
Sabiendo esto hay que entender la NBA como una carrera de fondo en la que hay partidos que se pueden llegar a tirar literalmente para intentar estar mejor para el siguiente. Un equipo NBA puede jugar en una semana hasta cuatro partidos, así que muchos de ellos no dejan de ser partidos bancos de pruebas, donde los entrenadores realmente buscan hacer entrenamientos de alta calidad y con público en las gradas. Es duro, pero muchos partidos acaban siendo así si se ha decidido el partido en el primer o segundo cuarto, algo bastante habitual. Ahí llega el momento o los minutos para los que buscan su hueco, ya sea en el equipo o en los telediarios del día siguiente.
Dicho así, la NBA parece una liga de risa, pero nada más alejado de la realidad. Esa carrera de fondo la corren los mejores jugadores del mundo. La NBA es la súperélite del baloncesto mundial, los mejores jugadores de todos los sitios del mundo juegan en esta competición y sea un partido disputado o un entrenamiento entre dos equipos con público en las gradas, en esta competición se puede gozar de los mejores jugadores del mundo. A esa constelación de estrellas, esa súperélite, hay que añadirle el factor espectáculo que tiene la competición de por sí. Todos los jugadores buscan su minuto de gloria, por lo que cualquier minuto del partido puede dejarte algo para el recuerdo.
Un partido de NBA es una buena muestra para un estudio sociológico de Estados Unidos. Objetivo del aficionado al asistir a un partido: entretenerse. Partidos interminables, más de tres horas compuestas por un show previo, un duelo entre los mejores jugadores del planeta, alguna historia de sueño americano en cada equipo, cheerleaders, mascotas espectaculares, entrevistas a jugadores en pleno partido, concursos, juegos con el público y el intento de los jugadores por agradar, en ocasiones, por encima de la voluntad de ganar. Eso, en el estadio. Para los que lo ven desde casa hay que eliminar los concursos y los juegos y se sustituyen por una infinidad de anuncios de coches y comida rápida. Una experiencia muy americana toda ella. Os recomiendo ahora que el streaming está a la orden del día que probéis a ver un partido por la televisión americana; nada que ver con las retransmisiones que nos ofrecen nuestros amigos de Canal+. Muy buenas las retransmisiones que podemos gozar aquí, pero están algo falseadas, europeizadas.
La manera americana de ver los partidos en las retransmisiones está exportándose cada vez más a Europa pero aún estamos lejos alcanzar la calidad con la que tratan los dos elementos claves para sus análisis: los highlights y estadísticas (auténtica obsesión por algunas de ellas). Los análisis que nos ofrecen, por muy detallados que nos los hagan, suelen ser bastante superficiales. Cultura de comida rápida.
El juego de las estadísticas es bastante curioso. El interés por apartados como los puntos, rebotes, asistencias, robos o tapones tapa algunas bastante más cuidadas en Europa como son los porcentajes. Luego nos llegan aquí estadísticas vagas como, por ejemplo, que Kobe Bryant ha anotado 31 puntos en su último partido y claro, la primera impresión es que ha realizado un partidazo. Sin embargo, tras la visualización del partido o simplemente tras ojear las estadísticas nos puede hacer cambiar de percepción si vemos que para anotar esos 31 puntos ha necesitado 35 lanzamientos. Pero no nos engañemos, para ellos 31 puntos es un buen partido. Los motivos son esencialmente dos. Uno es cultural: el star system de la competición; y el otro está basado en la manera de jugar. Voy a intentar que comprendáis esto.
Si observamos el juego desde el punto de vista europeo, la NBA nos horrorizará: continuos 1×1, pocas jugadas elaboradas con el balón directamente relacionado (hay que exceptuar el pick&roll, al que los equipos NBA le dan un uso abusivo) y mucho juego invisible.
¿Por qué sucede esto? Para entenderlo hay que comprender la manera de entender este deporte en Europa y en Estados Unidos. Mientras el juego en el viejo continente prioriza la continua búsqueda del hombre libre, del tiro cómodo, de las superioridades numéricas, en la NBA es diferente. Aunque cabe señalar que, en cierto modo, este baloncesto europeo se ha intentando hacer en varios equipos NBA con grandes resultados. Sin ir más lejos los San Antonio Spurs de Gregg Popovich o los Detroit Pistons de Larry Brown han sido dos de los equipos más europeizados que ha tenido la competición en los últimos años y sacaron grandes réditos, incluso consiguiendo varios anillos. No obstante, la opinión pública estadounidense les puso las etiquetas de defensivos y aburridos. Estos equipos dominaban ciertos rasgos europeos como la búsqueda del hombre libre, las superioridades en el poste e incluso defensas similares a las zonales europeas (cabe señalar que la defensa zona en la NBA, además de ser ilegal, es un tabú, sospechosa de eliminar el espectáculo; es como el comunismo en Estados Unidos, se sabe que existe pero nadie quiere reconocer que lo ejerce).
Esto en cuanto a la forma europea de entender el baloncesto. La manera americana, como decía, es contraria, no antagónica como se nos quiere hacer ver, pero sí que es verdad que en la NBA se practica más un baloncesto para jugadores que en Europa, donde la legitimidad del juego recae más en los entrenadores. Mientras los europeos tiran de pizarra para construir una superioridad para anotar, en la NBA la pizarra se usa para crear el escenario ideal para la estrella del equipo. Si en Europa el objetivo prioritario es el 1×0 para cualquier jugador, en Estados Unidos el juego rueda en torno a un jugador estrella y lo que busca el equipo no es que ese jugador consiga un 1×0 (imposible por lo sobrecubierto que estará) sino que se intenta que ese jugador pueda tener el mejor 1×1 posible, con las ayudas alejadas y espacio para desarrollar sus habilidades de cara al aro.
Por lo tanto, ¿no hay trabajo táctico en la NBA en comparación con Europa ya que se prefiere pasársela al bueno y que él haga lo que quiera? Nada más lejos de la realidad. ¿Os suenan conceptos como abrir jugadores para crear espacios? Las famosas chinchetas que Martí Perarnau usa para explicar el juego de extremos del actual F. C. Barcelona es algo a la orden del día en los partidos NBA. Muchísimo juego invisible, jugadores en las esquinas alejando del lado fuerte a sus defensores para alejar las ayudas, bloqueos ciegos continuos para engañar al defensor y buscar su espalda, bloqueos tras bloqueos para hacer pensar al defensor continuamente, etc. La intensidad no siempre es alta en defensa, sin embargo, eso ya depende mucho del entrenador. Algunos optan por jugar a ver quién anota más, otros a parar el ritmo y dejarlo todo a que los buenos decidan; algunos en cambio optan por la agresividad defensiva y correr posiblemente por poca confianza en su jugador franquicia o en su juego en estático. Todo muy dependiente del tipo de jugadores que posea el equipo.
Este estilo de juego americano que prioriza el 1×1, en la practica afecta al tipo de jugadores que se crea y destaca en esta liga. La estrella del perímetro es un jugador, por lo general, completísimo. Con un buen rango de lanzamiento, capacidad para crearse su propio tiro, un atleta capaz de penetrar ante cualquier defensor y un gran dominador de los fundamentos necesarios para anotar. Otros fundamentos más relacionados con el juego en equipo no los tienen tan trabajados por esta cultura del star system que está inculcada desde las competiciones de instituto. Así que no es tanto un problema del jugador sino de su formación, si tenemos en cuenta que se juega para tener la posibilidad de un buen 1×1, el jugador necesitará tener una técnica individual basada en el dribling, el tiro desde cualquier posición y de cualquier forma (parado o en movimiento), en contraposición a la formación europea basada en la búsqueda del 1×0 y por lo tanto en los fundamentos colectivos y la lectura de las situaciones.
Para ver más claras las diferencias entre los jugadores de perímetro NBA y los de Europa hay una figura en la que están marcadas todas ellas: el tirador. Pongamos en una situación descontextualizada a un tirador de 3, de esos que viven de su muñeca y que difícilmente se crean un tiro por ellos mismos. Ese jugador tendría posibilidades de ser una estrella en Europa con cerca de 20 puntos por partido. No obstante, en la NBA, pese a tener más espacio y tiempo, ese jugador tendría menos balón ya que no se juega para que él esté solo; es decir, posiblemente ese jugador pasaría gran parte de su tiempo en una esquina a la espera de un pase que puede que nunca llegue del jugador franquicia, un jugador capaz de crearse el tiro por sí mismo. ¿Por qué tendría más espacio y tiempo en la NBA? Pues siguiendo ese escenario en el que sería jugador de esquinas, su defensor estaría más tiempo en el lado fuerte de balón mientras él, lejos (lado débil), tendría todo el espacio del mundo contando que el balón le llegara en medio de una penetración de la estrella entre varios jugadores, pero hay que ver en qué condiciones le puede llegar el balón (contando que estará lejos del poseedor del balón) y con cuanto tiempo de posesión por delante (contando que la jugada se ha dispuesto para que el jugador franquicia se la jugara y en ese proceso se habrá perdido gran parte de la posesión).
El juego interior es otro cantar. En los últimos años en la NBA se ha impuesto definitivamente la supremacía del músculo frente a los fundamentos. Obviamente los físicos que campan por las zonas de esta liga son los mejores del mundo y eso hay que tenerlo muy en cuenta. A los jugadores con grandes fundamentos si no les acompaña un buen físico les costará muchísimo destacar. Tim Duncan y Yao Ming han sido los dos últimos exponentes de esa combinación físico-fundamentos cada vez más difícil de observar en la zona NBA.
El puesto de pívot está en crisis de talento desde hace más de 10 años. Posiblemente Shaquille O’Neal sea el último gran pívot y puede que hasta el culpable primero de esta crisis. Shaq destrozó la figura del pívot fuerte y con fundamentos que destacaba en los 80-90 con su brutal físico. Lejos quedan las figuras de pívots como Hakeem Olajuwon, David Robinson o Patrick Ewing, pívots con un físico digno de los tiempos actuales pero con un abanico de recursos en el poste bajo que ahora ni sueñan los pívots que dominan la NBA. Curiosamente uno de los que puede asemejarse a esos pívots fuertes y con fundamentos es nuestro y se llama Marc Gasol, top 5 de pívots de la competición y un mini Arvydas Sabonis.
En Europa, los físicos de los pívots están a años luz de los que juegan en la NBA, y los jugadores de poste con buenos fundamentos pueden destacar. Scola es un ejemplo de jugador dominante en Europa y sin físico para ser una estrella en la zona NBA, pese a darle algunas lecciones de baile a muchos pívots de la Liga.
Esto en cuanto a juego. Sin embargo, también se crean jugadores por culpa de la cultura en la NBA. En ello el legado tiene mucho que ver. Lejos quedó la época en la que los niños querían ser como Magic Johnson o Larry Bird, jugadores que simbolizaban unos valores colectivos muy grandes y que no basaban su juego únicamente en la anotación sino que buscaban ser los jugadores más completos, con lo que ello conlleva a enriquecimiento de conceptos y fundamentos. Desde mediados de los 90 los niños no quieren ser Magic ni Bird: quieren ser Michael Jordan. Y pese a ser el mejor jugador de todos los tiempos, MJ no ha sido un buen ejemplo para los niños. No por su culpa. Él era un jugador completísimo que dominaba todos los conceptos del juego y con un carácter ganador inigualable. Sin embargo, para entender por qué ha sido un mal ejemplo quizás haya que volver a la simpleza de los análisis que se hacen de los jugadores NBA (highlights y estadísticas). Cada vez más alejado de su recuerdo como jugador lo que nos va quedando son esos dos elementos que nos dan un reflejo vago de lo que llegó a ser como jugador Michael Jordan. ¿A qué ha llevado eso? A copias y malas copias de Jordan. Una generación que no termina de acabarse de espectaculares escoltas anotadores como Allen Iverson, Tracy McGrady, Dwayne Wade o el más claro: Kobe Bryant. Esos cuatro como buenas copias, pero obviamente las más han sido malas y han reducido la figura del escolta estrella a un jugador de highlights y números y con ello han bajado el nivel de la posición estrella de la competición desde que los pívots dejaron de querer ser bailarines.
Sin embargo, en los últimos tiempos se está gestando una nueva generación de jugadores especiales. Con Kobe Bryant en sus últimos días, el listón de Jordan ya no está en la mente del jugador que sale del draft. Bryant es posible que acabe su carrera igualando o superando los números de Jordan y los anillos; sin embargo, nunca será valorado como el mejor jugador de la historia, una injusticia histórica que parece no pasar con el fútbol en la dicotomía Maradona-Messi. Aunque el azulgrana aún no haya superado a Diego, todo hace indicar que el trono acabará siendo suyo. No obstante, la losa de copia de Jordan que padece Bryant es más pesada. Curiosamente, tanto Bryant como Messi comparten ciertas similitudes contextuales: ambos posiblemente acaben superando a sus ídolos, ambos han jugado en mejores equipos que sus antecesores, ambos han tenido rivales inferiores y ambos poseen una manera de jugar muy similar a sus antecesores. No obstante, la vara de medir es distinta. Dejando atrás a Kobe y otros jugadores ya de otra generación que dan sus últimos paseos por los campos NBA, como Tim Duncan, Kevin Garnett o Jason Kidd, está apareciendo una generación de jugadores con algo de jugadores del pasado pero con mucho de jugadores del futuro.
Hablamos de jugadores como Lebron James, que aúna en un cuerpo de pívot fuerte la visión de Magic Johnson y la determinación de Michael Jordan; Kevin Durant, que con 2.09 y una envergadura de 2.26 es tan imparable de cara el aro como el Jordan más salvaje (1984-1989); Blake Griffin, que pese a no tener todavía una buena lectura del juego ya es capaz de dominar partidos con un físico que recuerda a otras épocas más esplendorosas, como cuando Artis Gilmore campaba por las zonas NBA, pues incluso esa bestia parda que era Gilmore posiblemente no podría derrumbar a Griffin; Howard, el nuevo prototipo de pívot estrella de la NBA, un animalito físicamente espectacular y prácticamente insuperable, pero que sigue sin aprender la profesión del pívot en ataque y se mantiene con 3 movimientos: girar a un lado y soltar un gancho, girar al otro y hacer un tiro de 3-4 metros con unos porcentajes bastante deficientes; o su especialidad, rebote ofensivo y romper el aro. Y luego está la figura del base estrella, una figura en alza y a la que está generación está devolviendo la importancia perdida. Además, ofrece una variedad exquisita, bases de todo tipo: anotadores como Derrick Rose o Russell Westbrook capaces de anotar de cualquier manera, incluso realizando un mate por encima de algún pívot; bases de contraataque como Deron Williams o Chris Paul; bases organizadores como Steve Nash e incluso bases de gran talento defensivo como Rajon Rondo.
Con este fondo de armario se busca iniciar una nueva edad de oro en la liga, un intento de encontrar nuevos ejemplos a seguir para los niños. El nivel medio cada vez es peor, la filosofía del juego hace que se creen estrellas pero que el jugador medio cada vez sepa hacer menos cosas. Es una liga de estrellas y especialistas. Veremos dónde nos pueden llevar estos James o Durant futuros. Quizá nos lleven a dos tipos de jugador: uno arrogante y con habilidades espectaculares y otro silencioso, que centra su juego en un solo hecho y que lo hace determinante. Veremos qué puede salir de ahí.
Por último, para acabar de entender esta competición hay que ver cómo piensan los entrenadores y por qué motivo lo hacen así.
Como antes había dicho, la NBA es una liga muy larga e intensa: mínimo de 82 partidos, viajes continuos, poco tiempo para entrenamientos y un nivel físico que no existe en ninguna otra liga del mundo. Ante esto, los entrenadores optan por un tipo de rotación muy alejada de la rotación-zanahoria europea. Mientras en el viejo continente los entrenadores juegan con sus mejores desde el principio y los van cambiando en cuanto se van cansando, lo que hace que las estrellas estén la mayor parte del tiempo en la pista, en la NBA las rotaciones parecen preestablecidas antes del inicio del partido y los pocos cambios de planteamiento que se hacen son matices individuales o colectivos en el inicio de tercer cuarto o los últimos minutos del partido.
Para hacernos una idea de las rotaciones programadas, pongamos un ejemplo de cómo rotaría un equipo si fuese entrenado por un entrenador NBA y cómo lo haría si tuviese en el banquillo a un entrenador de baloncesto europeo. Esto es baloncesto ficción, pero es para que tengáis una noción básica de cómo actúa cada uno y qué nos encontraremos cuando veamos un partido en la NBA.
Cojamos, por ejemplo, la plantilla de Los Angeles Lakers de esta temporada. Esta plantilla está compuesta por 4 jugadores por encima de la media: Kobe Bryant, Dwight Howard, Steve Nash y Pau Gasol; un alero anotador del nivel de Antawn Jamison; un especialista defensivo desde el perímetro como Metta World Peace; varios bases suplentes con distintas aptitudes como Chris Duhon o Steve Blake; un anotador como Jodie Meeks; un buen pívot suplente como Jordan Hill; y varios rookies (Robert Sacre y Darius Johnson-Odom), además de varios jugadores marginales que completan la plantilla.
¿Qué haría Ettore Messina con este equipo en la Euroliga?
Posiblemente empezaría sacando a los 4 magníficos y dudaría entre Jamison y Ron Artest para el puesto en el quinteto inicial. A medida que se fueran cambiando iría usando el banquillo para que los jugadores titulares descansaran varios minutos hasta que estuviesen recuperados para volver a estar en la pista. Siempre que se pueda, los mejores en el campo.
A medida que fuera cambiando el partido, Messina iría eligiendo los jugadores más idóneos para ganarlo, por lo que no resultaría raro que durante el partido a lo mejor uno de los fantásticos, al no rendir de inicio, no jugara hasta el último cuarto y otro jugador lo sustituiría. Sería un entrenador muy flexible y rotaría dependiendo del contexto del partido. Posiblemente, si las estrellas han estado jugando bien llegarán a los últimos minutos con muchos minutos del partido a cuestas y ahí bajarían sus números.
El partido acabaría posiblemente con los 4 fantásticos cerca de los 30 minutos, Jamison-Artest 20 por cabeza, los bases repartiéndose los 10 minutos que les deje Nash, y el resto aprovechando los minutos que les dejen.
¿Qué haría Mike Brown con este equipo en NBA?
Primero de todo dejaría claro que hay 2 baterías de jugadores dentro del equipo. Lo de titulares y suplentes del baloncesto se acaba quedando en un segundo plano y solo se logra disipar cuáles son los titulares y suplentes al ver la cantidad de minutos de unos y otros y quién disputa los últimos 5 minutos de los partidos.
Brown intentará hacer un equipo muy potente de inicio. Posiblemente los teóricos titulares iniciarán el partido, mientras algún titular tapado iniciará el encuentro en la segunda batería. Pongamos como ejemplo que parten de titulares Nash, Bryant, Artest, Gasol y Howard. En el minuto 7-8 veremos la primera rotación, seguramente tres jugadores pasen al banquillo, dos de ellos de los 4 fantásticos, y los dos mejores suplentes entrarán en pista, además de algún rookie. La clave está en aguantar siempre a dos jugadores del quinteto inicial en el campo. Durante el primer partido veremos claramente las dos baterías en el campo.
El inicio del primer cuarto, final del segundo cuarto e inicio del tercero es donde veremos seguro a la primera batería. La segunda la veremos a partir del minuto 7 hasta mediados del segundo cuarto y de mediados del tercer cuarto hasta el inicio del cuarto. En el último cuarto, a partir del minuto 2-3, hay dos opciones:
1.- Partido con final incierto: jugarán los mejores jugadores del partido. La primera batería casi entera y el mejor jugador de la segunda batería en ese partido.
2.- Partido decidido: a medida que pasen los minutos irán entrando al campo jugadores que ocupen los puestos más bajos de la rotación. Minutos de la basura, maquillar estadísticas, hacer un poco de espectáculo y a otra cosa que mañana hay otro partido.
La historia de los cambios en un partido NBA sería algo aproximado a esto:
Inicio: Nash, Bryant, Metta World Peace, Gasol, Howard
Minuto 8: Duhon, Bryant, Johnson-Odom, Jamison, Howard
Minuto 12: Duhon, Nash, Jamison, Gasol, Howard
Minuto 19: Nash, Bryant, Metta World Peace, Gasol, Howard
Minuto 22: Nash, Bryant, Metta World Peace, Gasol, Sacre
Minuto 24: Nash, Bryant, Jamison, Gasol, Howard
Minuto 29: Meeks, Blake, Jamison, Gasol, Howard
Minuto 34: Meeks, Bryant, Metta World Peace, Gasol, Howard
Minuto 36: Meeks, Bryant, Metta World Peace, Bryant, Johnson-Odom, Gasol
Minuto 40: Nash, Bryant, Metta World Peace o Jamison, Gasol, Howard
Minuto 43: Nash, Bryant, Metta World Peace o Jamison, Gasol, Howard
O bien: Meeks, NBlake, Jamison, Bryant, Johnson-Odom, Sacre o Hill
Como vemos, siempre al menos dos titulares en pista y el resto rotando continuamente. Esto descontextualizado puede no sorprender, pero seguro que lo hace cuando veáis que el entrenador contrario hace el mismo proceso. Titulares contra titulares, segunda batería contra segunda batería, el baile de la NBA en estado puro. En los playoffs varía algo la secuencia y se convierte en algo más europeo, buscando estar con los mejores el máximo tiempo sobre el parqué, pero para que lleguen en un estado óptimo después de 82 partidos estas rotaciones son algo estandarizado en el conjunto de los equipos NBA. Seguramente sería difícil llegar a los playoffs al 100 % físicamente con el tipo de rotaciones europeas.
Con todo esto que ya tenéis de background os animo a redescubrir la NBA y a que me contéis vuestras experiencias.
*Iñaki García es periodista.
– Fotos: AP – Lisong34Kobe.deviantart.com – EFE
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal