Liga BBVA 2012-2013 / Fútbol / Informes España
Unai Emery llegó en el verano de 2008, tras sus excelentes resultados en Lorca y Almería, a un club que se encontraba en una enorme crisis. Deportiva, tras una temporada fatídica que Ronald Koeman ni siquiera acabó pese a haber llegado una vez empezada la misma tras la destitución de Quique Sánchez Flores; económica, sobre todo, pues después de largos años de vilipendiar un patrimonio inexistente, el club se encontraba en una situación agónica; y también social, pues la afición, con el recuerdo de los logros de Cúper y Benítez aún en la memoria, no comprendía que su equipo llevara cuatro temporadas sin alcanzar tan siquiera el segundo puesto en la Liga y las mismas con unos cuartos de final de Champions como mayor gloria europea. Para entender la evolución de la entidad en los últimos años, veamos tres ciclos claros:
Los datos que refleja la tabla son sobrecogedores. Por ejemplo, el Valencia era un equipo que gastaba prácticamente tanto como el Barça en las cuatro últimas temporadas de Rijkaard. Después, mientras el propio Barça y el Madrid aumentaron su inversión, los demás la redujeron, pero en ningún caso de un modo comparable al del Valencia. Siendo el Atlético quien más se le acercó, los número reflejan fielmente que fue quien más derrochó con diferencia y quien más tuvo que recortar posteriormente. Bien, veamos ahora la media de puntuación liguera de estos conjuntos, por ser seguramente el mejor indicativo de su rendimiento medio en los distintos períodos:
En la tabla se puede ver que el Valencia fue el único equipo que mejoró su media de puntuación (¡y de qué manera!) sufriendo recortes en la inversión, unos recortes enormemente superiores a los de sus competidores. Aumentar en 5 puntos la media de puntuación pese a ver recortada la inversión en casi 35 mil millones de las antiguas pesetas suena a milagro. Y vaya si lo es. Ya le gustaría al Gobierno disponer de personas con la suficiente brillantez para mejorar la calidad en la prestación de los servicios públicos pese a los enormes recortes que están sufriendo. Ya le gustaría tener a su Unai Emery, técnico denostado por la afición valencianista hasta sus últimos días como entrenador en la capital del Turia.
Argumentos como la falta de competitividad en los torneos coperos, la ausencia de victorias de enjundia ante los grandes de la Liga o algunas derrotas dolorosas sufridas frente a conjuntos modestos no parecen contraargumento suficiente a lo anterior, y desde luego no lo son. Porque la Liga es el torneo que marca el pulso de un equipo y la clasificación para la Champions vale más (al menos económicamente) que una Copa del Rey o una Europa League. Porque, pese a que la suerte no le sonriera, el técnico vasco fue probablemente quien tácticamente puso en mayores aprietos a Guardiola y cerca estuvo también de dar algún disgusto serio al Real Madrid. Y porque esas derrotas dolorosas frente a conjuntos modestos, exceptuando a los dos gigantes, las sufre prácticamente cualquier equipo. Más aún si confecciona su plantilla con jugadores que, por ser más baratos o incluso gratuitos, tienen graves problemas de disciplina y/o regularidad.
Pero la auténtica razón de la frustración de la hinchada valencianista era no competir la Liga ni llegar lejos en Champions como Benítez o Cúper hicieron, obviando que ninguno de los dos hubo de enfrentarse al Barça o el Madrid de estos días (aquel Madrid galáctico no estaba a un nivel tan alto como el actual, o al menos no llegaba a su regularidad) y el inevitable empeoramiento progresivo de la plantilla al que la situación económica iba llevando. Ante ello, un entrenador que, a los defectos del párrafo anterior unía una completa falta de carisma, de habilidad en el manejo de la prensa y cierta tendencia a errar las sustituciones, se convertía en el perfecto saco de boxeo con el que desahogar la rabia contenida, por milagrosa que fuera su obra.
Ello venía de perlas al presidente Llorente, que le mantuvo en el cargo durante sus tres últimas temporadas. Mientras él trataba de sanear económicamente la entidad reduciendo inevitablemente el potencial de la plantilla, Unai mantenía al equipo como tercer grande de España y la afición tenía con quién pagar su descontento. Sin el vasco, poco más de tres meses ha tardado la misma en apuntar hacia el máximo mandatario, pese a que tampoco él sea el culpable de la deplorable situación económica en la que otros dejaron la entidad. Y es que Pellegrino, ídolo como jugador en aquella época gloriosa, no era un blanco apetecible para la afición, por lo que la primera mala racha seria de resultados ha terminado con su destitución. Y es que no era ese pararrayos capaz de atraer los insultos del aficionado distanciándolos del presidente que fue Emery. La bengala desgraciadamente arrojada al palco VIP refleja una situación difícilmente sostenible a la que ahora se enfrenta Ernesto Valverde, gran entrenador que llega a un conjunto donde con eso no basta, ni mucho menos.
* Rafael León Alemany.
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– Fotos: Manuel Bruque (EFE)
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