El velociraptor

por MARTI PERARNAU el 17 marzo, 2013 • 22:24

1.- La alineación del Barça garantiza velocidad, profundidad y verticalidad. La del Rayo, presión alta y atrevimiento. Sumadas ambas garantizan un partido de carreras constantes, arriba abajo, sin pausa ni control. No está Xavi y ni siquiera Thiago, con lo que el Barça vuelve a su versión velocista. La cara B del Barça.

2.- Iniesta y Busquets son casi dos extraños en medio de tanto jugador acelerado. Jugadores de masticar con pausa y degustar cada toque como si fuera una delikatessen de Ferran Adrià, el mediocentro y el interior están rodeados por dagas voladoras y deciden sumarse a las carreras. A Iniesta no le molesta esta otra versión blaugrana: sin ser veloz en lo físico, es el más rápido de pensamiento y sabe transitar como nadie. Y a Busquets, al fin y al cabo, le da lo mismo jugar sobre un campo de minas que minar el campo. Es un camaleón.

3.- La nueva lesión de Adriano (rotura del bíceps femoral, casi fin de temporada) al forzar la pierna en una hiperextensión añade un elemento más a los acelerados: entra Alves, otro velocista, abriendo la incógnita de saber si eso frenará a un Jordi Alba que estaba subiendo como en los tiempos en que Alves no andaba en forma y toda la profundidad por banda la aportaba el catalán. Pero la pareja de laterales demuestra haber aprendido lecciones recientes y combinan bien el quedarse o subir. Siempre hay uno arriba y otro abajo.

4.- Incluso Piqué parece haber recibido instrucciones sobre la profundidad del equipo porque se prodiga en cambios largos de orientación, buscando evitar la presión del Chori y Delibasic, que pretenden maniatar a Busquets y obligar al Barça a salir a través de los laterales. Piqué burla esa maniobra mediante pases largos y a Paco Jémez no le renta el esfuerzo de sus dos puntas.

5.- El Barça de los centrocampistas decide saltarse el centro del campo (véase el mapa de calor: no hay color rojo en la zona central de 3/4), enorme paradoja, que se convierte solo en zona de tránsito rápido, como si quemara los pies. Mientras Cesc se busca (sin encontrarse) en ese entorno favorable a sus condiciones e Iniesta se adapta al frenesí, Busquets sencillamente se impone como el gran mariscal de campo. Tras su memorable exhibición ante el Milan robando balones como quien coge cerezas del árbol, hoy se ha hecho con el partido sin importarle enfrentar en solitario todas las salidas del Rayo. Busquets ya empieza ser un equipo completo en sí mismo.

6.- El Barça ni va piano ni vivace, sino allegro prestissimo, frenético casi. Como si perdiera el autobús. No hay batuta, sino galope. Es esa versión que ya vimos hace meses y también con Pep. Un Barça diferente al que ha dominado el mundo de la redonda los últimos cuatro años, cuando el control del juego, el sometimiento del rival a partir de la posesión y la presión posicional por proximidad eran las señas indiscutibles del equipo.

7.- Este Barça diferente resulta interesante como cara B para cuando haga falta. Pese a la facilidad del resultado y a la felicidad de las carreras no sería un Barça recomendable para los partidos trascendentes y todo el equipo, cuerpo técnico incluido, se intuye consciente de ello. Que una cosa es gestionar lo que queda del día liguero y otra enfrentarse a los colosos europeos, como se demuestra en los discretos minutos finales, donde por cierto vuelve a formar Song junto a Busquets y ya son tres veces que Roura les mezcla.

8.- Cae el Rayo, pero conserva ese espíritu de juego que le ha insuflado Jémez y aunque eso genera numerosas críticas del tipo “no hay que ser valiente ante los grandes”, uno tiene la impresión de que la realidad es más compleja y rica que eso: consciente de que ante Barça y Madrid las probabilidades de derrota son enormes juegue como juegue, el entrenador rayista prefiere enfrentarse a ellos sin modificar sus pautas genéricas. Pierde, pero probablemente perdería igual desnaturalizando a su equipo, con lo que conserva un punto positivo dentro de la derrota: sigue diciéndole a sus jugadores que no se apartarán de su camino.

y 9.- Salvo la inanidad de Fàbregas, la torpeza finalizadora de Alexis y los augurios de escasez de elementos defensivos para el tramo final, los barcelonistas se van felices por su exhibición de velocidad al contragolpe, con Villa y Messi compenetrándose en un tuya-mía letal que desemboca en otro doblete del argentino, que se habrá pasado todo el invierno marcando goles. Messi, depredador insaciable. El velociraptor.