Análisis / Fútbol / Entrenadores
Hace unos días fuimos testigos de cómo se le entregaba a Vicente del Bosque su primer Balón de Oro, tras aglutinar un ciclo de victorias extraordinario con la selección española, ganando Eurocopa, Mundial y Eurocopa (el primer título fue bajo la tutela de Luis Aragonés). Sin duda alguna, galardón merecido. Sin embargo, a raíz de este hecho, ya hay gente que se pregunta si puede valorarse de igual modo el trabajo de seleccionador y el trabajo de entrenador. Así pues, valoremos las principales funciones que realiza un seleccionador nacional y un entrenador de un club de alto nivel aunque adelanto ya, que para mí, nada tienen que ver peras con manzanas. Sería incapaz de medir la mayor valía de un compañero sobre otro, y mucho menos si hablamos de cosas distintas. Por eso, únicamente me dedicaré a comentar las diferencias en cuanto a sus funciones.
El seleccionador, que según su definición se refiere a seleccionar deportistas ante un encuentro o competición (según el diccionario de la Real Academia Española), tiene entre sus principales tareas la de conocer a los futbolistas seleccionables. Saber de futbolistas e imaginar interrelaciones, forman su hoja de ruta. Sin duda alguna, ver partidos en vídeo y en directo, junto con el conocimiento de la realidad que viven los futbolistas en sus actuales clubes, son las funciones a las que dedica más horas un seleccionador nacional. Después, a pie de campo y como consecuencia de lo anterior, se dedicará a generar situaciones de juego abiertas para reafirmar esas asociaciones imaginadas y a alinear en función del partido que va a disputar. El tiempo de las concentraciones no da para mucho, así que el seleccionador deberá principalmente crear dinámicas de grupo que fomenten un sentido de pertenencia y compromiso con el mismo y, sobre todo, será importante la labor de su cuerpo técnico (preparador físico, fisios, etc.) en la puesta a punto de los futbolistas que vienen de disputar muchisimos minutos con sus respectivos equipos.
Mientras, del entrenador diríamos que es la persona que entrena (RAE). Labor que implica muchas facetas. No solo se encarga de conocer a sus jugadores y crearles un contexto idóneo para expresar sus cualidades naturales de la mejor manera, sino que además, y aquí viene la gran diferencia, deberá gestionar los egos de los futbolistas y dirigirlos hacia el bien común. Aquí, como digo, radica la gran diferencia: mientras el seleccionador crea su equipo a medida, selecciona a los jugadores en los que confía, el entrenador, la mayoría de las veces, se encuentra con un vestuario que viene con unos vicios y jerarquías marcados que deberá ganarse a base de buenos planteamientos, buenas ideas y con tareas de alta calidad, así como haciendo muestra de una gran capacidad de gestionar emociones y estados de ánimo.
Un entrenador está día a día y de manera permanente durante una temporada con su equipo y el seleccionador, no. El entrenador tiene más roce con el jugador y viceversa y ese conocimiento mutuo es la base de una relación sana y fructífera. En el caso de las selecciones el roce es menor, pero también hay menos conflictos. Las concentraciones duran siete u ocho días y el grupo se enfoca hacia el objetivo. La ilusión de representar al país en las selecciones pesa mucho, ya no solo es una cuestión económica, sino de prestigio. Los jugadores saben que si están en la selección van a estar más valorados.
Indudablemente, siempre hay algunas fricciones, pero entra dentro de la normalidad. Hay que tener en cuenta que los 23 jugadores que suelen ir convocados son todos titulares en sus clubes, mientras que en la selección solo juegan 11. Pasan de una situación en la que son las estrellas del club y jugadores clave a estar en el banquillo. Y no hay que olvidar que el futbolista quiere jugar.
Por último, también me gustaría destacar el papel del entrenador en la elaboración de una estrategia operativa para intentar afrontar el siguiente partido. Y no solo me refiero a su planificación sino a la dificultad que entraña plasmar esa estrategia durante la semana alternando ciclos cortos de competición (domingo, miércoles, domingo) sin apenas tiempo de descanso y mezclarlo con ciclos más largos de competición (de domingo a domingo). Sin duda, una labor dificilísima que requiere de conocimiento, experiencia y una pizca de ingenio
Por tanto, y sin entrar a valorar la conveniencia o no de estos premios individuales, soy partidario de realizar una clasificación separada como la que realiza la IFFHS, que este año ha considerado a Mourinho como mejor entrenador de clubes y a Del Bosque como mejor seleccionador nacional. Aunque poco tiene que ver una figura con la otra, la dificultad de su trabajo, sin duda merece recompensa.
*Marcos Llavata es entrenador N-2 de fútbol y Licenciado en CAFD. Coordinador F-8 del C. D. El Rumbo.
– Foto: Reuters
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