"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
1.- Un taladro intentando perforar la roca. Bayern contra Borussia. Balón o espacios. Graves errores individuales que sentencian una final apasionante, llena de espectacularidad y momentos sensacionales, aunque trufada de esos errores que lo sentencian todo. Jürgen Klopp deja en blanco el primer intento de Pep Guardiola, que no ha podido estrenar su currículum alemán y ha reconocido al final, en una rueda de prensa ejemplar, con ambos técnicos compartiendo mesa, que a su equipo le queda mucho por corregir.
2.- Los errores individuales son una explicación. Los colectivos, la otra. Digamos que, bien pronto, Starke –sustituto del lesionado Neuer– inició el baile, regalando el gol inaugural del curso en Renania del Norte-Westfalia. La Supercopa alemana se disputa a partido único y se decidió que sería en Dortmund. Ardía el WestfallenStadion: de pasión y de calor, con temperatura de 38 grados al inicio de la final. Hasta tal punto ardía que se hizo necesaria la Trinkepause, pausa para beber (al minuto 24 de cada parte), oportunidad que emplearon los técnicos como si fuesen tiempos muertos: Klopp dio instrucciones a sus defensas y Pep a sus delanteros, sinónimo de lo que estaba ocurriendo.
3.- Lo que ocurría es que el gol de Reus había mandado al Borussia a su escenario querido: enrocarse sobre Weidenfeller, al que no apodan WeidenWall por casualidad. Sacó grandiosas manos contra Shaqiri y Müller y evitó el empate. El partido se jugaba en la zona del campo borusser. Si el Bayern perdía un balón, peligro de muerte. El conocido pulso entre quien juega a partir del balón y quien lo hace en función de los espacios. El Borussia es un prodigio en los espacios y el Bayern aún no lo es con el balón.
4.- Vayamos con los errores colectivos. El Borussia ha jugado mejor que el equipo de Guardiola. Han sido dos propuestas muy diferentes, cada cual intentando aprovechar sus virtudes. En los locales, las apariciones de Gündogan y Reus marcaron el primer intento. Ni Thiago de mediocentro, ni Kroos de volante izquierdo podían descuidar su espalda porque la pareja de jóvenes de Dortmund se la tomaban prestada a la menor ocasión. Por ahí hicieron mucho daño. El Borussia regalaba las bandas y percutía por dentro. El Bayern abría y abría a los costados, pero sin acierto. Klopp se iba al descanso con rostro de haber acertado bastante más que Guardiola.
5.- El movimiento del técnico muniqués ha sido mandar a Robben a la izquierda, Mandzukic de ‘9’ y Shaqiri a la derecha. Solo con eso, a priori poca cosa, ha cambiado todo. Dos jugadores visitantes han dado un paso hacia delante: Thiago y Lahm. El gol del empate ha sido fruto de un pase filtrado del primero y un centro espléndido del capitán. La cabeza de Robben ha empatado el partido y, con ello, parecía que el Bayern había llegado a la cumbre.
6.- Pero en ella le esperaba el síndrome de Sísifo y, de vuelta al juego, Van Buyten ha cabeceado de forma espléndida contra su portería, como no queriendo ser menos, en materia de regalos, que Starke. Anonadado el Bayern, la siguiente jugada ha sido aún peor, porque Gündogan le ha roto la cintura a Müller y burlado a toda la defensa roja con una acción de las que confirman su calidad superlativa. En 180 segundos, el marcador ha vivido una transición enloquecida, del 1-0 al 3-1, y medio equipo muniqués emocionalmente roto y abatido, simbolizado en un Kroos espeso y un Van Buyten en quiebra técnica.
7.- El Signal Iduna Park cantaba feliz. Es sensacional el ambiente de un estadio abarrotado hasta el último asiento, con todo vendido, y dos aficiones respetándose pero animando sin desmayo a sus hombres. Porque el Bayern no se ha rendido. Taladro en mano, ha vuelto a por la roca amarilla: atrayendo por dentro, abría a los exteriores y buscaba finalizar llegando desde atrás. Lahm y Robben han vuelto a combinar a los 63 minutos y el 3-2 decía que habría media hora de la misma propuesta: balón contra espacios.
8.- Guardiola ha buscado protección con Schweinsteiger en el medio por Shaqiri, adelantando a Müller, pero el gran mediocentro todavía anda renqueante de su operación de tobillo, con apenas siete días de entrenamiento, y no ha podido cubrir los agujeros que dejaba el Bayern. Los muniqueses se iban a desnudando a cada minuto y los locales les esperaban con sus velocistas afinando las zapatillas. El título ha estado en dos acciones de Thiago: en la primera, ha bombeado un balón suave al centro del área para que Müller empalmara al larguero; en la segunda, ha perdido un balón en zona peligrosa, ya con todos hacia delante, y Aubameyang y Reus no han perdonado al sprint.
9.- La final ganada por el Borussia equivale a una llamada a las armas deportivas: el equipo de Klopp no solo no se rinde, sino que quiere volver a ser el que le ganó recientemente dos Bundesligas consecutivas a este mismo Bayern. Guardiola no se ha llevado ninguna sorpresa con ello: ya advirtió que sus inicios iban a ser complejos y que el destino elegido era todo menos cómodo.
y 10.- Hace un año, el Bayern de Heynckes recibió en su estadio al Borussia de Klopp para disputar la Supercopa. Aquel Bayern venía de perder dos Champions. dos Bundesligas y los últimos cinco partidos ante el Borussia, el último de los cuales se había saldado con un 2-5 sangrante. Los muniqueses ganaron el título inaugural y lograron enderezarse hasta conquistar un triplete histórico. Ahora, Jürgen Klopp querría invertir la dinámica y ha conseguido vencer el primer pulso, pero sobre todo queda en el aire la continuación de una gigantesca rivalidad que puede marcar la temporada. Guardiola tiene mucho trabajo por delante, algo lógico tratándose de Alemania.
– Foto: Witters
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