"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
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Al cisne le ha costado acicalarse de nuevo, salir al baile también entre semana y buscar la excelencia en cada función. Son los daños colaterales del éxito. Después de una temporada trufada de aplausos, con actuaciones memorables, los Swans han tardado en desplegar las alas. Debe ser normal tras cumplir todos tus sueños, incluso los que ni siquiera soñaste. Ahora, sin la etiqueta de revelación colgando de su plumaje, salen a aguas europeas donde todos conocen ya su estilo, su elegante movimiento, su propuesta de actor principal. Y pretenden persistir en su idea. Así pasaron de patito feo a cisne blanco hasta alcanzar el glamuroso lago de la Premier League. En ese escenario buscan asentarse, interpretando el mismo papel y sin renunciar a cotas mayores.
En medio de esa aventura anda el Swansea City tras culminar la mejor temporada de su historia con un inolvidable título de Copa de la Liga, la Capital One, y adquirir veintidós años después billetes para viajar por Europa. La permanencia en la Premier League en su vuelta a la máxima categoría del fútbol inglés nunca fue un temor: concluyeron novenos, buena forma de celebrar su centenario. Buena forma también de ampliar miras, de aumentar las exigencias y agrandar el fondo de armario. Trabajo este para Michael Laudrup, director de orquesta de un equipo que se ha españolizado para mantener lo mejor de la Marca España: el toque de balón. Fueron necesarias sus quejas en pleno mercado estival para agilizar alguna de esas incorporaciones, la mayoría llegadas desde la Península Ibérica para rodear a Michu de jugadores que hablen su mismo idioma, dentro y fuera del campo.
El Swansea arrancaba la temporada oficial el pasado 1 de agosto con la previa de la Europa League. Por delante, casi diez meses de competición con las tradicionales copas inglesas, la exigente Premier League y la experiencia de jugar entre semana en la Europa League. No extraña por tanto esa insistencia de Laudrup en reforzar su plantilla en todos los puestos. Había que subir el escalón de revelación para confirmarse como realidad, había que defender la Copa de la Liga, había que disfrutar del viaje por Europa y sobre todo había que competir en la Premier con garantías de saciar las expectativas de la grada. No era peccata minuta.
Consciente de todo ello, Laudrup conformó una nueva columna vertebral con los fichajes, desde Amat, en la retaguardia, hasta Bony en la delantera, pasando por Cañas y Shelvey en la medular y dotando de fantasía y velocidad a las transiciones ofensivas con Pozuelo. Armar un nuevo Swansea a partir de un grupo hecho sería otro de los retos del técnico danés esta temporada. Dotar de matices la propuesta y aportar alternativas a su juego era el propósito a largo plazo. A corto, el de siempre: ganar. Y eso hicieron sus chicos nada más echar a rodar el balón. 4-0 en la ida de la previa de Europa League ante el Malmö, con Michu y Bony como estiletes ofensivos, y eliminatoria resuelta.
Las expectativas se dispararon entre la afición galesa ante el inicio de la Premier League, aunque las derrotas frente al United y Tottenham en las dos primeras jornadas bajaron de la nube a los Swans. El prometedor arranque en Europa contrastaba con la realidad casera de la Premier. Esa bipolaridad se entiende desde la diferencia de nivel y pegada entre unos y otros. Laudrup también alimentó las dudas al intentar encajar las nuevas piezas llegadas este verano. Esas dos caras han sido una constante en este inicio de temporada, donde el Swansea ha alternado partidos excepcionales (sobre todo en la Europa League) con derrotas dolorosas y sorprendentes como la cosechada en la Copa de la Liga: 3-1 frente al Birminghan City. El reto de defender el título logrado la pasada temporada se acabó a las primeras de cambio.
Un traspiés con el que no contaba Laudrup: “Yo quiero ir lo más lejos posible en todas las competiciones. Hemos perdido la posibilidad de llegar lejos en la Copa de la Liga”. Se cerraba así una posible vía para ir a Europa y el debate se abría a orillas de la bahía de Swansea. Tras deslumbrar en Valencia, el banquillo galés no era tan amplio como parecía: “No tengo excusas. Podría decir que he hecho diez cambios desde el último partido, pero cinco de ellos jugaron contra el Valencia”, aseguraba Laudrup. Lo cierto es que a pesar de las palabras públicas del técnico danés su Swansea no mostraba la misma competitividad en las diferentes competiciones.
Los galeses lucian su mejor cara cuando salían a disfrutar, sin la presión de los puntos y la imperiosa necesidad de demostrar su superioridad o reafirmarse en sus éxitos pasados. Eran en los territorios vírgenes de la Europa League donde los Swans se desplegaban en todo su esplendor. La fluidez, la alegría de su juego y sus rápidas transiciones se apagaban en la cotidianidad del día a día. Las estadísticas terminan de confirmar esa realidad, los galeses no han encadenado dos victorias consecutivas en la Premier esta temporada.
Asentado en esa irregularidad, el Swansea ha navegado por la parte media baja de la tabla en este primer cuarto de temporada. El clásico 4-2-3-1 de Michael Laudrup fue la apuesta inicial en una continuidad del estilo de juego mostrado el año pasado. No obstante, y con la intención de aprovechar los nuevos recursos, el dibujo ha variado hacia el 4-3-3 o el 4-4-2 para aprovechar los extremos o dotar de mayor músculo al centro del campo, según correspondiera. Incluso el contragolpe ha sido una de las armas que más réditos ha dado a los Swans tras la nueva punta de velocidad aportada por las incorporaciones.
Con el neerlandés Vorm asentado en la portería, la defensa es la línea que menos retoques sufre. Con Rangel y Davies asentado en los laterales, solo la lesión de Williams ha permitido la entrada de otro central. Jordi Amat se ha hecho un hueco en su ausencia, con el también español Chico Flores, un auténtico valladar en las jugadas a balón parado. No obstante, la retaguardia es también la zona más floja del equipo. El mal balance defensivo, la pasividad y la falta de contundencia han sido claves en derrotas abultadas como las del Manchester United (1-4), o en otras más ajustadas, como ante el Tottenham (1-0), e incluso en buenos partidos, como frente al Liverpool (2-2). En ocasiones se abusa de salir con la pelota jugada desde atrás y se duda en exceso a la hora de pegar un pelotazo para escapar de la presión. Aun más incomprensible con Michu en el campo.
En esos primeros partidos, la defensa, con falta de confianza, no adelantaba la línea, no presionaba al rival, prefería recular y achicar huecos alrededor de la portería. Y eso les ha costado goles como el segundo del Southampton: un balón largo que Chico no acierta a despejar tras comerse el bote del esférico, el delantero consigue ganarle la posición y la pelota acaba en las mallas. De patio de colegio. Errores que se acrecientan ante rivales de mayor envergadura como United, Tottenham o Liverpool. Ahí las pérdidas de balón penalizan, facilitan la penetración por los pasillos interiores y la escasez de faltas tácticas ayudan a que los rivales terminen sus jugadas ofensivas. Es algo que se observa, en menor medida, ante el Arsenal, aunque ahí vemos ya a un Swansea más fluido, con las ideas más claras y que vuelve a cambiar su dibujo a un 4-3-3 para ganar la batalla del centro del campo ante los gunners.
Es precisamente en la medular donde más alternativas encuentra Laudrup, y quizá por ello donde más le ha costado ajustar las piezas. El doble pivote que se ha terminado asentando con mayor regularidad ha sido el formado por Jonjo Shelvey y José Alberto Cañas. El sevillano tomó los mandos desde el inicio y ha ido ganando sacrificio defensivo y dotando a su fútbol de mayor fluidez, mientras que al inglés le ha costado más hacerse un hueco. Laudrup lo probó como mediapunta en los primeros partidos, por detrás de Michu, como único punta. La irrupución de Bony lo retrasó hasta el centro del campo y en un principio pareció ahogarse al tener que abarcar tanto campo. Sus dos errores garrafales ante el Liverpool y el injusto penalti contra el Tottenham parecieron condenarle, pero el entrenador supo aprovechar sus internadas desde atrás para darle confianza y sacar partido a los huecos que dejaban Bony al caer a banda o Michu al asociarse con los medios.
Ese centro del campo abandona el doble pivote cuando el rival tiene envergadura y presupuesto millonario. El dibujo se convierte en un 4-3-3 donde los artistas actúan como soldados. A Cañas y a Shelvey se le suma De Guzmán, para sumar pulmones y músculo. El plan lo ha repetido Laudrup frente a Arsenal y Tottenham con idéntico resultado: la derrota por la mínima. Es de prever que insista en la idea, con la que intenta que su equipo no se rompa al perder la pelota, que sus jugadores estén más juntos tanto en ataque como en defensa y sobre todo poblar el centro del campo ante su (supuesta) inferioridad técnica. El que ha perdido el lugar capital que tuvo en años anteriores ha sido Leon Britton, aunque sigue siendo un buen recambio para dosificar a los centrocampistas.
En la delantera las alas están cubiertas por dos cuchillos: Dyer y Routledge son los que más corretean pegados a la cal o buscando diagonales hacia la portería. Ahí también se asoman el descaro de Pozuelo, la pillería de Pablo Hernández o el belga Roland Lamah. Su misión es estirar al equipo, conducir los contragolpes y abrir los defensas para las llegadas de Michu, Shelvey o De Guzmán. Ellos son los encargados de estirar el equipo y cerrar a los laterales ofensivos cuando estos tienen una clara vocación ofensiva. Menos sacrificado suele ser el trabajo defensivo de Michu y Bony. Ambos solo acuden a la presión cuando huelen el peligro; Laudrup prefiere tenerlos frescos para que decidan los partidos.
El Swansea ha crecido esta temporada a partir de su asociación. Michu explota mejor todas sus virtudes jugando detrás de un punta. Así puede asociarse con los medios y buscar la superioridad en la medular, a la vez que se suma al ataque desde segunda línea. Es cierto que esta temporada no está viendo puerta con facilidad (2 goles y 1 asistencia en 8 partidos en Premier) pero es imprescindible para Laudrup. Michu lo ha jugado todo ya sea como delantero referencia cuando lo necesitan los suyos, como un centrocampista más cuando el centro del campo se ahoga y como un incordio siempre, peleando contra los centrales y dejándose el pellejo en ocasiones como ante el Saint Garren en Europa League, donde terminó con el cuello ensangrentado por un plantillazo.
Wilfread Bony es el estilete, la referencia arriba, el receptor de los centros laterales o los desmarques en ruptura, el encargado de caer a banda y abrir huecos a sus compañeros. Un jugador que ha dotado de mayor velocidad al ataque galés, aunque se le sigue achacando su falta de gol (2 goles en 7 partidos de Premier). Por su parte, Álvaro Vázquez no mejora esas cifras goleadoras y solo ha entrado en el equipo como refresco de la pareja titular. Así la conexión Michu-Bony se ha estabilizado como la pareja de baile arriba, se entienden a la perfección como se vio en Valencia, donde un contragolpe conducido por el asturiano fue rematado por el costamarfileño, en uno de los mejores partidos de ambos (y de todo el equipo) esta temporada.
De su acierto dependerá la altura que coja el vuelo de los Swans esta temporada. Laudrup les ha dado los galones en un 4-2-3-1 que sigue ganando fluidez y dinamismo con el paso de los partidos. Las piezas empiezan a encajar y el Swansea comienza a desplegar el juego vistoso y de toque por el que fue reconocido no hace tanto. Poco a poco va perdiendo la candidez defensiva, aunque todavía se añora el instinto asesino arriba, no terminan de pasar de cisne blanco a cisne negro en las inmediaciones del área rival y eso les está restando puntos. Queda por ver cómo afectará el desgaste de tanta competición en unos jugadores poco acostumbrados a jugar jueves-domingo. El paso adelante de los menos habituales resultará fundamental para seguir navegando por aguas europeas sin desafinar en las Islas. Ahí tiene trabajo Laudrup, encargado de exprimir a sus hombres para persistir en su idea. En el horizonte no se avistan nubarrones, West Ham y Stoke visitarán el Liberty Stadium en las próximas fechas y solo la visita a Cardiff debería alterar el pulso a los Swans. Antes, este mismo jueves podrían sellar su pase a la siguiente ronda de la Europa League si ganan al Kuban Krasnodar. El cisne no quiere dejar de volar.
* Emmanuel Ramiro es periodista.
– Fotos: Action Images – Reuters
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